Leioa. Las emociones que vivió en la galería Safi, una de las cunas artísticas y del underground vasco de la década de los ochenta, situada en las Cortes de Bilbao, dieron al traste con las escasas intenciones de Alex de la Iglesia (Bilbao, 1965) de dedicarse a la filosofía, carrera en la que se licenció por la Universidad de Deusto. De la Iglesia rememoró ayer junto con Jorge Guerricaechevarría, José Luis Arrizabalaga, Arri, Arturo García, Biaffra y Patxi Pagazaurtundua, Gudari, amigos con los que comenzó en el cine, y con los que ha seguido colaborando en sus futuros proyectos - el último, en Las brujas de Zugarramurdi- aquellos años de eclosión artística, revolucionaria, transgresora y creativa que se vivieron en la capital vizcaina, de los que emergieron una magnífica generación de cineastas vascos. El encuentro, organizado por Patxi Urkijo, tuvo lugar en el paraninfo de la facultad de Ciencias y Tecnología de la UPV ante un aforo a rebosar.

Guerricaechevarría ha escrito en colaboración con De la Iglesia casi todos los guiones de sus películas. Ambos compartieron piso en la calle Ledesma, en un inmueble que ya no existe, en la época del corto Mirindas asesinas (1991) y de Acción mutante (1992). Allí crearon también la primera versión de El día de la bestia, que transcurría en Bilbao, con una gran dosis de imaginación. En lugar de las torres madrileñas, convirtieron el inmueble del Tigre de Deusto en el edificio diabólico. En realidad, Jorge y Alex se conocen desde niños, desde que tenían apenas ocho años. "Fuimos juntos al colegio San Luis, un colegio para parecía para repetidores, aunque nosotros éramos niños encantadores. De hecho, éramos a los que había que zurrar - bromea Alex con su habitual sentido del humor-. Teníamos muchos puntos en común: nos gustaban las películas en blanco y negro, las que no había manera de ver... Vivimos juntos momentos apasionantes de la humanidad, como la aparición del magnestocopio (se ríe). Recuerdo un día que pasamos por El Corte Inglés y vimos en una televisión un capítulo de Poldark. Dijimos: Hostia Son las tres, ¿cómo pueden dar esto ahora? Entramos y nos explicaron que se había grabado. En aquel momento, se me abrió un universo. Se podían parar, saber cómo se hacían las pelis. También vivimos juntos la aparición del color. Nos íbamos todos los días al Corte para pasarnos las tardes viendo las teles a color, hasta que el guarda nos echaba".

Safi gallery

A Biaffra, codirector artístico con Arri en casi todos los filmes de Alex y Premio Goya a la mejor dirección de Arte por El día de la bestia, le conoció en el Museo de Reproducciones Artísticas, "una auténtica joya de Bilbao y el segundo mejor museo de este tipo de Europa", explica el cineasta que decidió rodar el final de Los crímenes de Oxford en este museo bilbaino. "Allí, dislumbré a una persona siniestra, gótica, cuando todo esto tenía cierto significado, que estaba esbozando un Moisés y me pareció el mejor dibujo que había visto en mi vida. Fue entonces cuando comenzó nuestra amistad. Biaffra me presentó a Arri y comencé a ir a la galería Safi. Fue uno de los mejores momentos de mi vida y uno de los pocos en los que viví una época de creatividad real".

José Luis Arrizabalaga, Arri, define aquella época como muy dura, "había mucho caballo en la Palanca, gente a la que no podías ni mirar a los ojos". Escenarios que quedaron grabados en la retina de Alex de la Iglesia, y que utilizó, por ejemplo, en Todo por la pasta, dirigida por Enrique Urbizu, en la que él se encargó de la dirección artística: "Había un portal que nos fascinaba y luego lo reproducimos en la película. No había puerta, la habían robado, al portal lo habían prendido fuego. Era como una cueva negra y en uno de los pisos al fondo, una anciana de 85 años vendía caballo".

Pero también se respiraba creatividad. "Recuerdo una performance que presenté vestido de zaragozana. Un individuo leía poesía encima de una mesa mientras otro tocaba el saxo. Al mismo tiempo, había un desfile de moda en el que prácticamente todo el mundo iba desnudo o vestido de caja. Biaffra se había vestido con un traje de aluminio y estaba subido a una escalera, y mientras todo esto ocurría, se proyectaba King Kong , Ramón Churruca se bañaba desnudo en una palangana llena de leche y miel y se revolcaba en la basura del suelo. Todo esto en solo tres horas. En medio del espectáculo, vino una persona y me comunicó que se había prendido fuego al salón, pero lo más maravillo de todo fue que seguimos. Todo eso confluyó en un estado anímico artístico que, de alguna manera, te cambia para toda la vida. Desde entonces, todo me ha parecido una tontería. De hecho, hacer cine fue un intento de reproducir de manera ficticia aquella sensación de locura controlada y alegría sin límites que sentí en Safi, aunque tengo que confesar que nunca lo he conseguido", explicaba Alex ante los alumnos y las alumnas de la UPV.

Cambios

Momentos que compartieron los cinco amigos, que también han coincidido en la nueva película de De la Iglesia, Las brujas de Zugarramurdi, que se estrenará el 27 de septiembre. El cineasta anunció que ya tiene el primer corte de su nueva película, pero que le hubiera gustado contar con más tiempo. "Es lo que ocurre en este trabajo, estás vendiendo una película y no la has acabado, lo que genera una gran ansiedad. Pero, bueno, en esto consiste este negocio".

El cineasta habló también sobre la transformación del mundo del celuloide. "Mi perfil va a desaparecer, una persona que hace cine y hace filosofía, porque parece que también esta asignatura se va a suprimir. El mundo cambia y sobreviviremos los que nos adaptemos. El retoque digital no existe, todo es digital, rodamos en digital. Dentro de poco, va a resultar muy poco operativo rodar con personas".