Las películas son un instrumento muy poderoso cuando no se tiene otro discurso", destaca Robert Matthews, asesor sobre la política exterior de Estados Unidos para NOREF en Oslo. Por esa afirmación se vertebra el relato de la CIA, la Agencia Central de Inteligencia, presente en el nudo gordiano de Argo, que versa sobre la crisis de los rehenes de Irán y La noche más oscura que se detiene en la caza de Bin Laden, dos filmes que compiten en los Oscar después de batirse en duelo en los Globos de Oro. Lejos del aporte fílmico de ambas películas, de los camerinos, de la alfombra roja e incluso del debate sobre la exactitud y el rigor de los hechos narrados o la carga ideológica que desprenden, las dos producciones representan un modo de entender dos pedazos de historia diseminados en la biografía de la CIA, fundada en 1947 como uno de los estandartes de la política exterior de Estados Unidos, como su brazo ejecutor cuando no emplea la potencia de fuego del ejército. La única sugerencia del derecho de la CIA para conducir operaciones secretas es una cláusula escueta en el National Security Act de 1947, un documento "que indica que la CIA, ademas de su función de recoger información y analizarla en inteligencia, y a base de este lenguaje vago de otras funciones y deberes, expandía la función de las operaciones encubiertas (que no fueron precisamente previstas en el Acta de 1947) hasta ocupar un espacio burocrático (y presupuestario) enorme en la agencia", disecciona Robert Matthews.

De esa nebulosa nace la operación más especial que se recuerda en el imaginario colectivo y que se comprime en La noche más oscura: la persecución obstinada de Bin Laden y el operativo de su caza y muerte por parte de los Seal, la fuerza de élite de la marina norteamericana. Hasta la intervención del comando, el metraje del filme focaliza el empeño enfermizo de una agente de la CIA por dar con el escondite del terrorista más buscado del planeta. La obtención de la información es el bastión de la película y la ganzúa del debate que ha generado en algunos sectores progresistas de la sociedad norteamericana: ¿Es lícito obtener información de un detenido empleando la tortura? "La película manda un mensaje erróneo porque da la impresión de que la tortura es imprescindible. Eso es muy peligroso", advierte Matthews. "El personaje que da la información lo hace cuando le tratan bien, pero antes le han torturado. Digamos que es el juego del poli bueno y el poli malo. ¿Pero es eso ético, moral?", lanza Matthews. Según el experto en política exterior "dar por válido este comportamiento debilita a Estados Unidos como país porque debilita su autoridad moral".

Sucede que en Norteamérica el pensamiento crítico no es la corriente más extendida. "La ironía es que disponemos más de 4.000 universidades, pero apenas existe el pensamiento crítico y no existe un debate real sobre el empleo de la tortura", advierte Matthews sobre una ciudadanía que desconoce en gran medida su propia historia. "Parece que no les interesa. Supongo que prefieren ver una película y no preguntarse si lo que se les cuenta a modo de acontecimiento ha sucedido así. Las transgresiones históricas son evidentes". La interpretación de la historia en Estados Unidos se cuela por el asterisco del acta fundacional de la CIA, guionistas en todos los rincones del mundo, a poder ser en sus callejones oscuros. La leyenda negra de la agencia crece desde la sombra, la trastienda, la puerta de atrás. Lo opaco siempre fue su aliado predilecto. Estar sin estar.

"Su presencia sobre el terreno ha variado durante el tiempo y las necesidades de cada presidente de Estados Unidos, pero en mayor o menor medida nunca ha dejado de estar en los lugares en los que el país tuviera alguna clase de interés", recalca Robert Matthews sobre la CIA. La compañía, amparada en la confidencialidad, en el secreto más absoluto, chapotea en la ciénaga para derrocar gobiernos, instaurar dictaduras, armar guerrillas, provocar conflictos, generar el pánico, alimentar la insurgencia o matar a Bin Laden, según convenga a Estados Unidos. "Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, cuando se instauró la política de bloques: comunismo por un lado y capitalismo por el otro, la CIA comenzó a operar a su manera".

Todavía humeantes los cañones, despedazado el mundo por la barbarie, incandescentes los escombros de la Segunda Guerra Mundial, la CIA no dudó en asociarse con "mafiosos y matones" en los puertos de Italia o Francia para apolillar desde las entrañas a los sindicatos y al proletariado, ideológicamente más proclives al comunismo que alentaba el bloque soviético, el mayor enemigo del capitalismo que patrocinaba Estados Unidos. El hampa para atacar a los trabajadores describe el experto. "Es una de las maneras de actuar de la CIA. Lo importante es el objetivo, lo que haya que hacer no se debate. Buscaban minar los apoyos al comunismo. Desconocían qué harían Francia e Italia, cuál sería su posición de cara al futuro, así que se metieron para contrarrestar a la clase obrera. Si para eso tenían que pagar a matones en Marsella o a mafiosos en Italia para crear las condiciones necesarias, lo hacían".

Esa forma de proceder la trasladó la CIA de Europa a Oriente Medio, de los muelles y los estibadores, al desierto, a Irán, lugar de operaciones de la agencia a mediados de la década de los cincuenta. Estados Unidos nutrió la Operación Ajax para derrocar al gobierno del primer ministro Mohammed Mosaddeq y su gabinete, que quería nacionalizar el petróleo. La CIA, en una operación encubierta, auspiciada por el gobierno norteamericano y por el inglés, ambos con intereses económicos y geoestratégicos en la zona, sobornó a distintos cargos de las administraciones iraníes además de provocar el caos en la sociedad mediante revueltas en la calle para impulsar un golpe de Estado en el que participó el ejercito iraní. "La idea de la CIA era reproducir la metodología aplicada en Europa, generando el caos, aterrorizando a la población con matones iraníes. Por un lado quería cortar cualquier acercamiento al comunismo y por otro controlar el petróleo", expone Robert Matthews. La misión resultó un éxito. El golpe de estado devolvió a Mohammed Reza Pahla al trono.

mover los hilos El molde del modelo, la matriz del mecanismo, la huella de la horma, la reprodujo después la CIA como si se tratara de una copistería en Latinoamérica. Intervino en Guatemala, Brasil, República Dominicana, Chile.... Cambiaban los actores, el escenario, pero el libreto apenas variaba salvo por las coordenadas geográficas y los idiomas. Tampoco se retorcía la estructura de la narración entre el prólogo y el epílogo. Todo resultaba de aire funcionarial por lo perfeccionado del mecano. "La agencia estaba sin estar. Promovía las revueltas, financiaba la insurgencias, pero digamos que no ponía los muertos. Ellos estaban detrás, manejando los hilos para conseguir sus objetivos, pero en la línea de fuego se encontraban los habitantes de los países en los que intervenían. Producían el conflicto y esperaban a que se resolviera en su favor", desgrana Robert Matthews sobre la que se conoció como época dorada de la agencia de inteligencia. Aquel aroma de champán, de celebración, de mentalidad ganadora, creó "ese mundo de fantasía en el que vivió la CIA", matiza el analista.

En ese planeta, en el tablero desde el que colocaban las piezas y realizaban los movimientos de ajedrez, la CIA acumulaba trofeos de caza hasta que se enfangó de mala manera en Cuba, con la invasión de la Bahía de Cochinos, que generó la crisis de los misiles durante el mandato de Kennedy y que derivó después en el bloqueo comercial de la isla por parte de Estados Unidos. "Tras la revolución cubana, la CIA pretendió seguir con el sistema que había empleado en otros lugares para derrocar el gobierno de Fidel Castro. Colocaron a su gente cubana en montañas lanzando proclamas en contra de Castro para manipular a la opinión pública en Estados Unidos queriendo vender la idea de que los cubanos no querían la revolución. La puesta en escena resultó patética porque se demostró que todo aquello era un montaje muy burdo. Cuba representa un estrepitoso fracaso para la CIA", advierte Robert Matthews, que lo emparenta con la sensación que generó entre los altos mandos la guerra de Vietnam, donde la CIA intervino con el programa Phoenix.

Irán asomó nuevamente en el estratego la CIA en la década de los ochenta como un mal sueño, reproducido en la película Argo. "Su primera parte es excelente, creo que refleja la realidad de aquellos días, luego creo que pierde realismo", apunta Matthews respecto al filme. La crisis de los rehenes sacudió a EE.UU. desde su epicentro: Irán. El nuevo gobierno surgido tras la revolución de los ayatolás contra el Shah de Persia tomó como rehenes a 66 diplomáticos y ciudadanos norteamericanos en la embajada de Estados Unidos en Irán. La crisis comenzó el 4 de noviembre de 1979 y se prolongó hasta el 20 de enero de 1981. Entre medias, Jimmy Carter, presidente de Estados Unidos, autorizó una operación de rescate que resultó un descalabro y generó varias bajas estadounidenses. "Aquello le costó las elecciones", sugiere Robert Matthews cuando recuerda el operativo en el que también intervino la CIA. El fracaso lo rentabilizó Reagan, contrincante de Carter en las urnas, al que acusó de "estar equivocado desde el principio" para subrayar más adelante que "los rehenes no debieron estar cautivos seis días, mucho menos seis meses." De todo aquello, queda la celebre frase de "America is back" que empleó Reagan para recuperar el orgullo de la nación, debilitado por el drama de Vietnam y el episodio de Irán.

ejércitos `proxy' "La CIA recuperó terreno una vez digerido lo sucedido en Vietnam y lo que le sucedió a los rusos en Afganistán, donde el ejército soviético fracasó", establece Matthews sobre la política de Reagan. "Su idea fue la de armar y financiar a insurgentes que combatieran en países prosoviéticos. Así lo hizo en Nicaragua, Angola, Camboya o Afganistán. En todos esos lugares, el papel de la CIA fue preponderante", disecciona el Matthews sobre la compañía, cuya elasticidad se imponía desde la Casa Blanca. "Bush padre dijo: "No más Cubas, (en referencia a Bahía Cochinos) y del mismo modo quiso decir: no permitamos otros satélites soviéticos, pero tampoco aceptamos caer en otro pantano como Vietnam. Solución: ejércitos y guerrilleros proxy" (es decir sustitutos para EE.UU.) para proyectar nuestros intereses contra regímenes indeseables (Cubas por nacer como los sandinistas en Nicaragua, el MPLA en Angola, Najibulla en Afganistán y Hen Sen en Camboya) sin que nosotros tengamos que perder soldados y enfrentarnos a la reacción negativa del público norteamericano", rememora Matthews sobre la política exterior de Estados Unidos, que ha apostado indistintamente por el imperialismo del ejército, su máquina bélica, tal como trazó Bush hijo, (invasión de Irak y la falacia de la destrucción de armas de destrucción masiva como coartada), o la preponderancia de la CIA y sus operaciones encubiertas, alimentadas por Obama. A los mandatarios de la Casa Blanca siempre les han trastocado las imágenes de féretros envueltos en banderas norteamericanas.

"A Obama eso le perturba y le traumatiza y de ahí su apuesta inequívoca por la CIA y por el empleo de los aviones no tripulados (drones) para llevar a cabo ciertas misiones en zonas que consideran conflictivas. Por eso sacará el ejército de Afganistán. Las guerras asimétricas son lo peor para un ejercito regular", reflexiona este analista, que estima que el presidente norteamericano se la jugó a una carta con la operación para matar a Bin Laden. "Era una obsesión del pueblo norteamericano dar con Bin Laden, algo así como la representación del mal. Su muerte ha sido simbólica para Estados Unidos. El pueblo en general casi no preguntaba sobre la tortura, pero el Congreso, los medios y estudiosos debatían mucho sobre ello. Obama la limitó bastante… pero del mismo modo, el presidente ha apostado por los drones (aviones no tripulados) para matar a los sospechosos de ser terroristas en vez de capturarlos y torturarlos. Ahora esto es tema candente en el Congreso. Y esa es la cuestión de fondo. Luego está la película que se nos cuenta".