Bilbao. Amaia y Aitor Merino han dirigido un corto sobre Asier Aranguren, amigo de infancia y de adolescencia. Asier estuvo detenido durante siete años en la cárcel próxima a París, Fleury-Mérogis. Fue acusado de pertenencia a ETA, robo de vehículo y documentación falsa. En esta entrevista habla Aitor, actor y director. En Asier eta biok pretende explicar el conflicto vasco desde la amistad, un punto de vista desde el que quiere despejar sus dudas y las de sus amigos.
¿Qué significado tiene el documental 'Asier eta biok'?
El significado dependerá de la percepción de cada cual. Yo vine aquí, a Madrid, hace más de veinte años con el sueño de convertirme en actor. La ciudad siempre me acogió maravillosamente. Pero hay prejuicios muy arraigados, y hablar de política, en especial sobre el conflicto vasco, siempre fue una tarea complicada. Mis amigos de Madrid, la mayoría actrices y actores, me hacían preguntas para las que yo no encontraba respuesta.
¿Cuáles eran sus pretensiones?
Tanto mis amigos de Madrid como yo teníamos en común el rechazo a la violencia como medio para lograr fines políticos. Por eso, cuando Asier, mi amigo desde la infancia, se integró en ETA, aún se hizo mucho más difícil. El documental se adentra en las dudas, o más bien, es un medio para compartirlas.
¿A quién va dirigido?
Mis amigos de Madrid son un pretexto argumental para dirigirnos al público en general. Con este proyecto tratamos de aportar un granito de arena en la senda de la reconciliación y el conocimiento mutuo. Nos dirigimos a las personas de mente abierta que quieran ver un relato distinto al oficial, enfocándolo desde una perspectiva íntima pero al mismo tiempo universal: la amistad.
Un documental sobre el conflicto vasco desde la amistad, ¿cómo se argumenta a nivel audiovisual?
Con una cámara digital muy sencilla y un micrófono que manejaba yo mismo mientras grababa, es decir, de la forma más simple. Lo más complicado no son las formas, sino el contenido. El reto es encontrar un equilibrio entre el respeto que siento hacia Asier, y al mismo tiempo ofrecer una visión no carente de sentido crítico.
Asier Aranguren es amigo de infancia y adolescencia, ¿cómo recuerda esos años en Iruñea?
Ambos nos criamos en Iruñea a mediados de los 80, éramos apenas dos adolescentes, pero el contexto que nos rodeaba nos influyó, es inevitable. Fueron quizás los años más activos de ETA, pero también los años del GAL. Fueron tiempos muy duros. Por muy adolescente que seas, todo eso te marca, claro.
Llega un momento en el que los caminos se separan, ¿entendió usted la ruta que emprendió Asier?
Yo conocía bien a Asier, sus ideas, su compromiso político, algunas de las cosas que habían ocurrido a su alrededor, incluso en su familia más cercana, y sí, entendí ese camino. Uno es responsable de sus propias decisiones, pero estas son tomadas por un conjunto inabarcable de vivencias, y las de Asier, por razones complejas, le llevaron a tomar la decisión de integrarse en ETA. Pero quiero dejar muy claro que en la película no tratamos de justificar, sino de conocer al otro. Y que sea el público el que saque sus propias conclusiones.
¿Fue duro para usted?
Claro que fue duro. Temía lo que pudiera ocurrirle estando en la clandestinidad, y al mismo tiempo, también las decisiones que pudiera tomar una vez dentro de ETA. Aunque lo peor fueron los años de cárcel, lo lejos que estaba; la dispersión.
Supongo que en el discurso habitual que han mantenido también se han dado las discusiones.
Por supuesto. Asier y yo discutimos desde siempre, aún hoy seguimos discutiendo, y mucho (risas). Pero las diferencias también son enriquecedoras. Yo he aprendido cosas muy valiosas con Asier, y creo -espero-, que él también conmigo.
¿En algún momento se tambalea esa amistad?
Nunca.
Trata de ponerse en la piel de sus amigos, los que no conocen de Asier más que su relación con ETA, ¿es difícil?
Llevo más de veinte años en Madrid, así que conozco bastante bien la percepción que desde aquí se tiene sobre el conflicto vasco. Hay preguntas estereotipadas que, desgraciadamente, se repiten sin cesar. De todas maneras, mis amigos son personas ávidas de conocer, de aprender. Ese es el público al que nos dirigimos.
¿Le costó convencer a Asier para hacerle participar en su idea?
No, porque nada más salir de prisión, yo estaba con mi cámara grabándole a escondidas tras un seto, y simplemente se encontró con el percal, ya era un hecho consumado (risas). Después el documental empezó a cambiar de derroteros, a tomar un camino más complicado para ambos, más farragoso y difícil. Amaia -mi hermana y codirectora de la película-, y yo nunca quisimos hacer un retrato complaciente, porque sabíamos que si no entrábamos en ciertos temas, el documental no tendría el valor que queríamos que tuviera. Y eso implica sacar a la luz asuntos delicados y momentos privados que no son fáciles de mostrar en una película en la que sabes que cada detalle será analizado -y juzgado- con lupa. Por eso tengo que resaltar la valentía y generosidad sobre todo de Asier, pero también de su compañera, la familia y los allegados que de manera desinteresada forman parte de este trabajo.
Han pasado los años y las relaciones cambian, ¿cómo es ahora su relación con el amigo de infancia?
Es que Asier y yo nos queremos mucho. Las relaciones cambian, es cierto. Ahora somos dos adultos que tratan de vivir de manera responsable. Lo intentamos (risas). Claro que cambian. Ahora, nos está tocando enfrentarnos a lo que implica que yo hable de mi amistad con él públicamente. Es difícil. Y luego llegará el documental, las opiniones, las críticas. Solo espero que en el futuro, cuando todo pase, sintamos que valió la pena.
¿Ha encontrado en él las respuestas que buscaba?
Como decía El Roto en una de sus viñetas: "No sé si lo veo todo más claro o si estoy confundido a un nivel superior". Ja, ja, ja.
¿Qué tipo de dificultades ha tenido a la hora de realizar su proyecto?
Sobre todo, económicas. Primero empezamos Amaia y yo sin ninguna ayuda más allá de la familia y los amigos. Después tuvimos la suerte de que se incorporara al proyecto Doxa Producciones, una productora joven afincada en Madrid con la que formamos muy buen equipo, y a partir de ese momento todo fue mucho más fácil. Pero, para variar, la falta de dinero nos ha impedido continuar al ritmo que nos gustaría.
¿Cómo ha conseguido el dinero?
Por eso nos hemos lanzado al crowdfunding (financiación en masa) por medio de Verkami.com, porque además nos da la oportunidad de invitar a la gente a implicarse directamente en el proyecto, formar parte de él. Esa posibilidad nos otorga independencia institucional, por un lado, y aumenta la responsabilidad de ofrecer a cambio un buen trabajo. La campaña ha ido tan bien que ya hemos logrado rebasar la cantidad mínima propuesta inicialmente. Pero el plazo continúa hasta mañana sábado, y quien quiera unirse será recibido con los brazos abiertos. Todo lo que recaudemos va a ir para hacer crecer el proyecto, ¡y nos hace mucha falta!
Ha conseguido implicar a toda su familia en este trabajo, ¿no?
De hecho, la idea partió de mi hermana Amaia. Aunque el protagonismo recaiga sobre mí al ser un trabajo autobiográfico, el documental está dirigido por los dos a partes iguales. Amaia y yo tenemos una complicidad increíble, y hemos disfrutado y luchado mucho tratando de sacarlo adelante. Y mis aitas, y todos mis amigos, que como siempre, también nos han apoyado de manera incondicional. Estoy rodeado de personas generosas. Soy una persona con mucha suerte.