LONDRES. Muy pocas películas desataron tantas expectativas en los último tiempos como El Hobbit, que llega ya a los cines europeos. Pero quien quiera disfrutar de la megaproducción, tendrá que cumplir algunas condiciones, y se llevará más de una sorpresa.

"En un agujero en el suelo vivía un hobbit": es la primera línea de la novela infantil de J.R.R. Tolkien El Hobbit, de 1937. Sin embargo, la versión cinematográfica dirigida por Peter Jackson sustituye las palabras irónicas del inicio por imágenes y escenas de combate llenas de fuerza. Y así pone el tono a la cinta: el que quiera disfrutar de El Hobbit tendrá que desvincularse y olvidarse un poco de la edición literaria. Porque la versión de Tolkien de las aventuras del pequeño y peludo Bilbo Bolsón ofrece a los personajes y los rasgos fundamentales del complejo mundo de la Tierra Media, pero la película de Jackson toma vida propia y hace algo totalmente nuevo. No necesariamente peor, simplemente diferente. Y ello no sólo porque la edición literaria, dominada por guiños a los jóvenes lectores, es sustituida en el cine por una versión para adultos, con largas y brutales escenas de combate de orcos y trols. Jackson y su equipo se sirvieron de las notas de Tolkien (1892-1973), que el británico publicó como anexo de su monumental El Señor de los Anillos, publicado en los años 50 y que lo catapultó a la fama mundial. El excéntrico profesor de literatura creó para escribir sus libros un mundo propio, incluso con distintas lenguas y su propia historia y mitología. Y eso es lo que construye también Jackson con su película.

Así responde también a la cuestión de cómo es posible hacer tres largometrajes a partir de un relativamente corto libro infantil, que no es comparable en longitud a la serie de El Señor de los Anillos. La primera parte de la trilogía cuenta cómo Bilbo sale de su cómodo agujero para unirse a un grupo de enanos para luchar contra los poderes del mal. Bilbo quiere ayudarlos a recuperar su antigua patria, que les fue robada por un dragón. La historia continuará en las próximas secuencias que saldrán en 2013 y 2014. La condición para disfrutarlo es evidente: a uno le tienen que gustar los enanos y los magos, los elfos, los orcos y trols de aspecto marcial... en definitiva, los mundos mágicos. Sólo así puede acomodarse uno en el sillón de la sala de cine para disfrutar la cinta. Aunque puede que el relax no dure mucho porque las escenas de acción se suceden a un ritmo tal que literalmente pueden cortar la respiración. Y con la técnica 3D el espectador puede asomarse a profundos cañones y desfiladeros o a alturas inimaginables que producen incluso mareos. Jackson emplea las últimas técnicas para crear un experiencia relativamente nueva. El paso más rápido de las secuencias exige acostumbrarse al ojo del espectador y recuerda a imágenes de televisión o a los efectos especiales de los videojuegos.

Que Jackson se lo haya jugado todo para tener a Martin Freeman en cartel ha merecido la pena. El británico muestra que se puede hace una interpretación sobresaliente incluso en medio de efectos especiales y de la técnica más avanzada. Repiten también la experiencia de El Señor de los Anillos Ian McKellen, como el mago Gandalf, Christopher Lee, como Saruman, y Cate Blanchett como Galadriel.