Bilbao

La alianza entre las nuevas tecnologías y la innovación ha permitido lo que hasta hace poco no era más que un "sueño" para las personas ciegas: poder ver obras de arte como La Anunciación de El Greco o San Sebastián curado por las santas mujeres de José de Ribera. Convencidos de que un cuadro "es mucho más que una pintura", responsables del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Iberdrola y Estudios Durero han aunado fuerzas -con la colaboración de la ONCE- para conformar la exposición Arte para tocar, que puede visitarse ya en la citada pinacoteca bilbaina.

Una novedosa técnica, denominada Didú y que desarrolla la empresa Estudios Durero, consigue dotar de relieve y aportar diferentes texturas a cinco cuadros de la colección permanente del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Además de las mencionadas obras de El Greco y José de Ribera, la muestra incluye Lot y sus hijas, de Orazio Gentileschi; Mujer sentada con un niño en brazos, de Mary Cassatt y Lying figure in mirror, de Francis Bacon.

Ander Soriano, director de Estudios Durero, explica el complejo procedimiento para lograr pinturas tridimensionales: "Primero tomamos una fotografía de la obra a muy alta resolución, y analizamos qué era lo que el artista buscaba transmitir. Tras esta valoración, diseccionamos las capas con las texturas y volúmenes más adecuados a las características de la obra. Después, aplicamos una tinta blanca que servirá de base para aplicar las de colores". El relieve máximo que puede lograrse a través de esta técnica es de seis milímetros.

De esta forma, las obras se conocen a través del tacto, si bien una audioguía -disponible en castellano, euskera e inglés-, ayuda a aportar las claves para entender la composición de cada cuadro. Miguel Moreno, director del Museo Tiflológico de la ONCE en Madrid, apenas precisa de tal ayuda, pues tan solo necesita palpar suavemente la obra de arte para relatar, orgulloso, hasta el más mínimo detalle del San Sebastián de Ribera, su obra favorita.

A través del tacto, percibe matices que una perfecta visión no alcanza a ver. "Yo la coronación la veo aquí", señala acertadamente en el cuadro ante un público atónito y aún algo temeroso de tocar una obra de arte, algo culturalmente asociado a aquello de se ruega no tocar. "No es un acertijo, es la certeza -asegura Moreno-, puedo distinguir perfectamente los 4 o 5 planos de los que se compone el cuadro a través de sus distintas texturas". Incluso puede discernir los colores. "Gracias a la audioguía uno puede formarse la representación mental de las formas y también de los colores. Es un sueño".

sensación agradable Aunque se dirige principalmente a personas con discapacidad visual, la muestra Arte para tocar está abierta a todos los públicos. "Creo que las personas sin ningún problema visual también pueden ponerse un antifaz -el museo proporciona unas gafas de cartulina negra- y disfrutar del arte de un modo distinto", invita Alicia Carreño, acompañada de su inquieto perro guía, Isi. Carreño ha colaborado en el proceso creativo de estas obras, el cual se ha prolongado durante unos tres meses. "Empezamos con Lot y sus hijas, fue un verdadero reto -admite-, pero poco a poco fuimos avanzando, y el resultado final ha sido muy emocionante. Ahora recorro el cuadro con mis manos y puedo hacerme una idea general de lo que tengo frente a mí. Es una sensación agradable. No es lo mismo verlo a que te lo cuenten", valora sonriente.

Su aportación, junto a la de sus compañeros Juan y Eneko, ha sido fundamental tanto para elaborar los cuadros como las audioguías, cuyo guion corregían en función de sus percepciones. "Personalmente, es un logro poder visitar sola el Museo de Bellas Artes, ojalá esta iniciativa prospere y se sumen muchos más museos", augura.