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Serra y Brancusi dialogan con Gehry

Dos de los escultores más importantes del siglo XX interactúan con el edificio del Guggenheim

Serra y Brancusi dialogan con GehryEFE

Bilbao

LAS obras de dos de los escultores más importantes del siglo XX, Constantin Brancusi y Richard Serra, interactúan con los volúmenes irregulares del edificio del Guggenheim. Las espacios del edificio de titanio parecen especialmente diseñados para mostrar las piezas de estos dos pioneros de la escultura, unidos por el dinamismo espacial de sus obras y separados por el contraste de sus volúmenes, las grandes piezas de acero de Serra y la liviandad de Brancusi.

Organizada por el Guggenheim Bilbao en colaboración con la Fundación Beyeler de Basilea -donde se ha expuesto este verano con gran éxito- la muestra que se abre hoy al público examina la relación entre estos dos escultores a través de cincuenta obras. Se trata de la primera retrospectiva de Brancusi que se presenta en el Estado, además de exhibir la obra de Serra con una "extensión y profundidad" no conocida hasta ahora, según explicó el director general del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte.

"Son trabajos muy frágiles, superdelicados, que viajan con mucha dificultad, por lo que convencer a los grandes propietarios de brancusis para que presten sus obras ha sido una tarea ardua. Entre la exposición que se ha presentado en Basilea y la de Bilbao, donde permanecerá hasta el 15 de abril, se han tenido que desprender de las piezas casi un año", añadió ayer el comisario de la exposición, Oliver Wick.

En un principio, el acabado sensual que supo dar Brancusi a las superficies de mármol, bronce o madera de sus líricas esculturas, parece estar muy lejos de los volúmenes de acero minimalistas de las obras del estadounidense. Sin embargo, Serra ha reconocido públicamente su gran deuda con el escultor rumano y ha mostrado su admiración por el modo en que éste trabajaba sus volúmenes y conseguía con una economía de líneas captar las dimensiones espaciales. Los dos escultores jamás se conocieron pero la influencia de Brancusi sobre Serra fue decisiva. Brancusi (1876-1957), rumano afincado en París desde 1904, redujo las formas escultóricas a su esencia, como precursor de la abstracción. Siete años después de morir Brancusi, un joven Richard Serra (San Francisco, 1939) visitó en la capital francesa el taller del maestro rumano, una experiencia que marcó su obra de sinuosas, minimalistas y a la vez grandiosas piezas de acero. Al fin y al cabo, según puso de manifiesto Oliver Wich, tampoco eran tan diferentes. "La línea del continuo, los cortes radicales de Brancusi están en los cortes agresivos del espacio de Serra", expuso el comisario.

recorrido "abierto" Oliver Wick ha planteado un diálogo "especialmente abierto". "Este proyecto no ha intentado lanzar una nueva teoría, se trata de un ejercicio de libertad que el visitante va descubriendo al avanzar por las salas del museo, con momentos en los que las esculturas se encuentran y establecen una relación directa, pero también con salas dedicadas únicamente a uno u otro artista", explicó Oliver Wick.

La muestra, que ocupa la totalidad de la segunda planta del museo, es en realidad dos retrospectivas unidas, con unas treinta esculturas de cada autor, que en unas salas ocupan espacios individuales y en otras se yuxtaponen, poniendo de manifiesto sus similitudes y diferencias.

Pero, un recorrido por la exposición debería empezar en la galería Arcelor del Guggenheim, en la que se encuentra uno de los logros escultóricos más extraordinarios del arte contemporáneo, La materia del tiempo, de Serra,una obra perteneciente a la colección propia del museo.

Y si el visitante alza la cabeza, se encuentra, en una balconada de la segunda planta, una de las obras maestras de Brancusi, El beso, dos figuras abrazadas, formando una unión completa. El cuerpo solamente es insinuado por la línea que los divide y los une, la misma para ambas. En otra galería, se presentan cinco esculturas de lo que fue uno sus grandes temas, los animales, concretamente los pájaros. Maiastra es una pieza muy sencilla formada por tres partes: un soporte con figuras, que son cariátides; sobre ellas, un bloque y finalmente, la figura del pájaro. Maiastra irá estilizándose hasta convertirse en El Pájaro, pieza de la que Brancusi hizo numerosas interpretaciones. El artista realizó entre 1912 y 1940, veintinueve versiones, en bronce pulido, en mármol de diferente colores y en yeso. En el Guggenheim, se puede ver la evolución, desde el primero, al último, mucho más estilizado. Sus esculturas reflejan un deseo arcaico, el deseo de querer alzar el vuelo.

Como nota anecdótica, el comisario de la muestra comentó que por uno de estos pájaros Brancusi fue procesado por el servicio de aduanas estadounidense, acusado de haber intentado introducir metal de contrabando en el país declarándolo como obra de arte. Ganó el juicio y los 1,5 metros de alto de Pájaro en el espacio fueron adquiridos por la coleccionista y mecenas Peggy Guggenheim.

El visitante puede ver también los niños y las musas dormidas del escultor rumano, bellas durmientes cuyos rostros separados del cuerpo van perdiendo progresivamente sus rasgos distintivos hasta llegar a la forma ovalada, signo de identidad en Brancusi. En la muestra se encuentran también algunos de sus sus torsos pulidos en mármol como Princesa X, que en su día provocó un escándalo en París y fue retirada por obscena y fálica.

Y dialogando con las obras del artista rumano, se encuentran algunas de las más representativas de Richard Serra, como sus pesos alzados, óleos negros en tela en los que se plantean la cuestión de la esencia en la escultura; sus Cinturones de caucho vulcanizado, propiedad del Guggenheim de Nueva York, o sus tubos de neón. Destacan también su Castillo de naipes, cuatro planchas de acero que pesan cada una 800 kilos y que se conectan a través de un eje central.

Y en la sala 205 se encuentra uno de los trabajos más especiales del escultor californiano, creado especialmente para esta exposición. El artista realizó una obra de esta serie en 1972, pero Serra ha querido adaptarla a la galería de Gehry. En total, 28 toneladas de acero que dialogan magistralmente con el edificio de Frank Gehry. Serra, que se encuentra ultimando una exposición de dibujos que va a presentar en Estados Unidos, ha prometido visitar Bilbao el día 26 para contemplar los contrastes y armonías de su obra y la de Brancusi, uno de sus inspiradores.