BILBAO. Apasionado del medievo y de la ciencia ficción. Le gusta viajar, el euskera, los árboles ("¡el de Gernika!", exclama), estar con su familia y dibujar. Lo de dibujar lo lleva incrustado en los genes. Es pasional, curioso y "hasta algo excéntrico". Lo dice él, Guillermo Zubiaga, ilustrador vizcaino que reivindica la "épica de los balleneros vascos" en la Gran Manzana. Un entusiasta.
Con 18 años viajó a EE.UU. para estudiar en Siracusa y poco después estaba trabajando en Animotion Inc., empresa de dibujos animados. Llegó y besó el santo.
Mi primer trabajo profesional fue para la portada de una revista inédita, Hobeto News. Fue hacia 1994 y me pagaron la increíble suma de 100.000 pesetas (600 euros). Después me pasé semanas haciendo retratos, incluso caninos, y luego llegó lo de Animotion. Tras la graduación me mudé a Nueva York, donde comencé a trabajar en la industria del cómic como dibujante de fondos. Y años más tarde empecé a trabajar para Marvel en el título X-Force. En los años 2003 y 2004 trabajé como entintador en títulos B.P.R.D. para Dark Horse cómics y The Romp de Image.
Y usted aprovechó esa etapa para dejar 'detalles vascos' en todo lo que hacía, aunque no lo firmara.
Sí (risas). En los fondos de algunos cómics he dibujado pistas vascas como lauburus, pósters de Negu Gorriak, palabras como EH o Kaixo, un póster de Gaztelugatxe... No olvido mis orígenes.
En 2009 publica un cómic de balleneros vascos a 10.000 kilómetros de Euskal Herria. ¿Le sobra osadía?
Hay que decir que el libro contó con la ayuda del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada (Reno), igual que este segundo que acabo de publicar. Y respecto a la distancia... no es tanta, porque en Estados Unidos y en Canadá se han encontrado testimonios y testamentos de marinos vascos, los más antiguos de estas tierras.
Aún y todo, ¿cómo se le ocurrió semejante osadía?
Pasé los primeros seis veranos de mi infancia en Bakio y acabé fascinado por el mar. Creo recordar que un cachalote fue a morir a la playa y estuvo cantando algún rato.... Sin embargo, años más tarde empecé a interesarme más por nuestros balleneros y empecé a sopesar la posibilidad de hacer algo para el mercado estadounidense. Consideré un abanico de posibilidades, desde un compendio de mitología vasca a una nueva versión de la batalla de Orreaga. Pero me decidí al ver un artículo de Selma Huxley publicado en National Geographic, en 1985, sobre balleneros vascos. Me impresionó.
Ha publicado dos de los tres libros de la trilogía que planeó en un principio. ¿Ha tenido que documentarse mucho?
Claro. Hay muy poco escrito sobre los balleneros vascos, pero en Euskal Herria conocí a Miguel Laburu, ingeniero naval donostiarra y autor de la mayoría de las maquetas de barcos del Untzi Museoa de Donostia, y luego a Xabier Agote, de la Sociedad Albaola. Ellos me marcaron el camino a seguir, y me ayudaron a entender la vida de aquellos hombres.
¿Se mantiene fiel a su proyecto primigenio?
Concebí el proyecto como un relato de 100 páginas, pero por distintos motivos opté por hacerlo en tres episodios de 32 páginas cada uno. El primer título fue The Flying Whaleboat (Txalupa Hegalaria) y ahora estoy promocionando el segundo, Whale Island (Baleen Uhartea).
El personaje del cómic se llama Joanes. ¿Qué historia esconde este marinero?
Es el antihéroe, y su popularidad y fortuna crecen junto con su fama de blasfemo e impío borrachuzo. Es un personaje muy humano, imperfecto y bastante real. En la tercera entrega puede que se redima.
¿Y dónde se pueden conseguir ambos trabajos?
Los he publicado solo en inglés, aunque me gustaría sacarlos en castellano y, por supuesto, en euskera. Creo que el cómic se puede conseguir en alguna librería de Nueva York, y accediendo a mi página web (www.guillermozubiaga.com).