BARCELONA. Aunque Gran Bretaña salió victoriosa al final de la Segunda Guerra Mundial, las imágenes de la barbarie y de los bombardeos quedaron congeladas en la retina de muchos ciudadanos británicos. Let us face the future (Vamos a afrontar el futuro), fue el eslogan utilizado por el Partido Laborista en su campaña electoral de 1945, que culminó con la inesperada derrota de los conservadores liderados por Winston Churchill. Y éste es precisamente también el título de la exposición que la Fundación Miró en Barcelona presenta hasta el próximo 20 de febrero en la que revisa lo mejor del arte británico de 1945 hasta mayo de 1965.

Los cambios que en la sociedad británica propició el welfare state (estado del bienestar), implantado por el nuevo Gobierno laborista, llevaron a una gran explosión de creatividad y libertad. "El país quería dar la espalda a la guerra y mirar hacia el futuro, y es en ese contexto oscuro cuando se se creó un sistema universal de salud todavía en plena guerra. Es el sistema de bienestar que da paso a una nueva era", explica Richard Riley, jefe de exposiciones del Departamento de Artes Visuales del British Council, que ha comisariado la retrospectiva junto con Andrew Dempsey.

La exposición, que está patrocinada por la Fundación BBVA, arranca con las obras perturbadoras de Henry Moore, Barbara Hepworth y del pintor Ben Nicholson. En Refugio, un dibujo en melancólicos tonos grises en el que se representa a dos personas cobijadas en una casa, se puede apreciar cómo la guerra afectó profundamente a Henry Moore. La atmósfera de la postguerra, caracterizada por las dificultades económicas, la amenaza de la guerra nuclear y el horror de los campos de concentración, también se trasluce en el estremecedor cuadro de Francis Bacon (un estudio para su Figure at the base of a crucifixion) y en la ansiedad que se desprende de los ojos de la mujer de Lucien Freud, retratada en Girl with roses. Las imágenes del paisaje de Bill Brandt también son sombrías al igual que la escultura de Anthony Caro, Hombre agarrándose el pie.

La exposición avanza en el tiempo con obras de la primera época de Victor Pasmore, antes de su paso a la abstracción, y de la última época de David Bomberg.

El arte británico de postguerra dio lugar a una pintura nueva en los géneros clásicos como el paisaje y la figura humana, ámbitos en los que Bacon, que casi nunca pintó del natural, fue una figura clave, como ilustra su Estudio para un retrato de Van Gogh VI (1957), o su autorretrato de 1969.

british pop Una parte importante de la exposición está dedicada a las dos etapas en las que se desarrolló el Arte Pop británico, cuando una nueva generación de artistas, arquitectos y críticos comenzaron a mostrar interés por la cultura popular.

Era el British Pop. Coches, tacones, banderas... Los artistas británicos desafiaron a la lógica antigua del arte con mayúsculas y convirtieron en icono cualquier objeto de la vida diaria. Entre aquellos jóvenes, que ya son sexagenarios y septuagenarios, estaba Eduardo Paolozzi, un artista escocés de origen italiano del que se puede ver su serie de collages, Bunk, Mr. Gromyko (1950), Templar de Malasia (1950) y la colorista escultura Diana como máquina 1 (1963-66).

Otro buen intérprete de esta época es Richard Hamilton, del que se exhiben She (1958-61), The Solomon R. Guggenheim (1970) o Swingeing London 67 (1968), en la que aparecen esposados el galerista Robert Fraser y Mick Jagger cuando fueron detenidos por posesión de drogas. Los condenaron por tres y seis meses de cárcel, respectivamente. Jagger logró que todo quedara en una multa y Fraser pasó cuatro meses entre rejas.

Los artistas que se pueden ver en la Fundación Miró ilustran el abanico de estilos: el entusiasmo de Peter Blake por el arte popular, los oscuros contornos de Patrick Caulfield, y sus colores de póster; el interés de B. Kitaj por la historia del siglo XX; los recuerdos de Howard Hodgkin de momentos privados; y la descripción de David Hockney de su propio estilo de vida. (Fue uno de los pocos artistas que proclamó su homosexualidad". También se puede contemplar otra obra del escultor Anthony Caro, Cerradura (1962), con un aspecto muy industrial. Se presentó en el año 1963 en la Whitechapel Art Gallery y supuso un gran escándalo.