LA eterna búsqueda de la utopía es, según algunos, el motor que hace avanzar a la industria del automóvil. Alentado por la vieja consigna del mayo francés, en un alarde de realismo, Renault persigue un imposible. Así cabe considerar la pretensión de conciliar en un coche lujo con bajo coste. El intento se llama Latitude y adopta forma de gran berlina. Se ha presentado la semana pasada en el Salón de Moscú con ánimo de cautivar a la clientela más solvente de los llamados países emergentes. A principios de 2011 la casa francesa intentará lo propio con el público europeo. Las posibilidades de éxito dependen de cómo asimile éste la tibia estética elegida y, sobre todo, del precio, que por ahora es una incógnita.

El corpulento pretendiente es, en realidad, un SM5 travestido de berlina occidental. De hecho, se ensambla en la planta Renault Samsung Motors de Busán (Corea del Sur). La firma asiática integrada en el consorcio del rombo desarrolló en su día este derivado del Laguna que ahora desanda el camino reconvertido en Latitude. Por esa misma vía de acceden a Europa creaciones como el Koleos y el Fluence (denominado SM3 en su mercado de origen). Este sedan es el antecedente más inmediato del próximo candidato, que adapta al segmento superior el mismo estilo sencillo y levemente austero.

El Latitude es, no obstante, un modelo con cierto estatus dispuesto a brindar a sus usuarios un estimable grado de bienestar. El principal recurso para proporcionarlo es el espacio. Sus generosas proporciones -alcanza 4,89 metros de longitud, 1,83 de anchura, 1,49 de altura y 2,76 de batalla- procuran un habitáculo realmente desahogado, así como un cofre de carga bastante voluminoso (477 litros con rueda de recambio y 511 si prescinde de ésta e incluye kit de reparación de pinchazos). La cabina, que cuenta con diversos receptáculos en los que depositar enseres personales, parece ambientada con relativa sobriedad. No obstante, el fabricante anuncia que el modelo dispondrá, ya sea de fábrica o en opción, de muchos de las do taciones de confort y de seguridad al alcance de los rivales de su talla. Así, la climatización de serie se puede complementar con un control automático de triple zona y con gestión de calidad de aire (incluye ionizador y doble difusor de fragancia).

Puede instalar también un asiento del conductor con cuatro funciones de masaje integradas, tarjeta de acceso y arranque manos libres que activa el cierre al alejarse del vehículo, un nuevo navegador TomTom integrado, equipos de sonido y Bluetooth, iluminación direccional bi-xenón, sistema de ayuda al aparcamiento delantero/trasero, cámara de marcha atrás, techo solar eléctrico panorámico, etc. Fiel a su celo por la seguridad, Renault dota al modelo de ABS y dispositivo SAFE de serie, control de trayectoria ESC, hasta seis airbags con doble cámara y sistema de doble captador lateral, pretensores y limitadores del cinturón de tres puntos de anclaje, regulador y limitador de velocidad, detector de presión de los neumáticos, etc.

Tras su estreno en el mercado ruso, en el que debutará en noviembre, el Latitude irá introduciéndose paulatinamente en medio centenar de países. Comenzará a extenderse por los del norte de África hacia Asia, pasando por Ucrania e incluso probará fortuna en Australia y México.

La necesidad de adaptarse a las demandas de tan diversa clientela obligará a Renault a desplegar un amplio abanico de versiones motrices. Para su primera aparición en público empleará solventes motorizaciones gasolina: un dos litros de 140 CV asociado a la transmisión CTV2 de variación continua, un V6 2.5 de 175 CV vinculado a caja automática de seis marchas y, por encima de ambos, el V6 de 3,5 litros y 240 CV.

El desarrollo del repertorio deparará nuevas propuestas, entre las que se contemplan mecánicas más modestas y austeras. La oferta diésel se articulará sobre la base de dos conocidos bloques dCi. El de cuatro cilindros y dos litros estará disponible en ejecuciones de 150 y 175 caballos. La interpretación estelar correrá a cargo del V6 dCi de 240 CV.