Bilbao
ARNOLD Schwarzenegger no decía aquello de Sayonara, baby en Terminator. El traductor decidió que la frase original (Hasta luego, baby) no iba a tener el mismo impacto en una película doblada al castellano. "Muchas personas piensan que realizamos una labor más bien mecánica. Nada más lejos de la realidad. Nuestro trabajo requiere mucha creatividad e ingenio para conservar todos los juegos de palabras, chistes, referencias culturales y dobles sentidos que puede contener un guión original", afirma María José Aguirre de Cárcer, una experimentada traductora audiovisual de inglés. Hija de diplomático y con una educación bilingüe, ha firmado las traducciones de numerosas series, películas o videojuegos. Llevan su sello El escritor, de Roman Polanski; No es país para viejos o Los Simpson, una serie plagada de citas de la cultura estadounidense. Procura ser original y acercar los diálogos al espectador sin recurrir a "referentes exclusivos de nuestra cultura". Si en un guión aparece el nombre de un personaje público desconocido, lo sustituye por otro, también estadounidense, pero conocido por la audiencia, y que cumpla la misma función dentro del texto. "Estoy en contra del uso de localismos, creo que el espectador debe sentir que está viendo una obra extranjera", reconoce. En un momento de Regreso al futuro (1985) los protagonistas hablan de una marca (Calvin Klein) que entonces pocos conocían y fue sustituida por otra que causaba furor: Levi Strauss. Hoy día no sería imaginable algo similar con la presión que ejercen las grandes marcas.
Los traductores audiovisuales insisten en que su labor consiste en adaptar y no en traducir. "Una buena traducción es aquella que es fiel al original y al mismo tiempo entendible y cercana para un espectador de otra cultura", reclama Aguirre de Cárcer.
en una semana Nino Matas, el traductor de películas tan sonadas como El señor de los anillos, Babel o Notting Hill, reconoce que no disponen de mucho tiempo para una buena adaptación. "El tiempo varía mucho, pero es difícil tener más de siete días para una película de cine de duración media", advierte. Además, la política de las grandes distribuidoras tampoco les ayuda. "Últimamente, se están imponiendo los estrenos mundiales y debido a ello tengo que ir adelantando a la espera de que envíen el material definitivo, que no llega hasta el último momento. Por ejemplo, en el caso de Los Simpson, la película, traduje cuatro versiones distintas", comenta Aguirre de Cárcer, responsable también de la traducción del último capítulo de Perdidos. Si para un capítulo tardaba día y medio, en ese caso, por razones de seguridad, tuvo que subtitular dos, y de oído. "Los subtítulos no estaban sincronizados y una secuencia desapareció por completo", se lamenta consciente de que los fans de la serie quedaron decepcionados.
Todas las traducciones requieren un trabajo de síntesis, sobre todo en algunas lenguas. "Las frases en castellano suelen ser un 20% más largas, pero es cierto que en ciertos casos el esfuerzo que hay que hacer se multiplica", asevera Aguirre de Cárcer. En ese sentido, le resultó especialmente difícil Norbit, protagonizado por Eddie Murphy. Además de disparar como una metralleta, interpretaba a varios personajes, por lo que su forma de hablar variaba de registro constantemente. Nino Matas no olvida el trabajo que le costó subtitular Hamlet, del actor y director Kenneth Branagh: "Fue casi imposible".
Aun así, tanto Nino Matas como María José Aguirre de Cárcer piensan seguir traduciendo del inglés desde al anonimato pese a que no está tan bien remunerado: "Si una traducción es buena, no llama la atención porque se ha integrado perfectamente, sin fallos perceptibles para el espectador".