Algún día se irán a pique juntos / y juntos descansarán sus cuerpos para siempre. / Habrá unos pocos afligidos, / para la ley será un alivio, / pero para Bonnie & Clyde será la muerte".

Bonnie Parker escribió estos premonitorios versos en algún instante de la odisea criminal que emprendió junto a Clyde Barrow en 1932 y que finalizó dos años después con la violenta muerte de ambos, acribillados en una emboscada policial.

La editorial Alpha Decay ha publicado un libro que, bajo el título Wanted Lovers (Las cartas de amor de Bonnie & Clyde), recoge parte de la correspondencia que dos de los forajidos más legendarios de la historia de Estados Unidos mantuvieron durante sus días de plomo y rosas.

"NIñita de ojos azules"

"Tu chica triste y solitaria"

Bonnie y Clyde se habían conocido el 5 de enero de 1930, mucho antes de convertirse en iconos populares. Apenas tenían 20 años y el flechazo fue casi instantáneo entre dos jóvenes tejanos que habían crecido en un entorno rural atenazado por la miseria. Un mes después de ser presentados, Clyde, que casi había aprendido a delinquir antes que a andar, ingresó en prisión.

Bonnie comenzó entonces a cartearse con su amado. Curiosamente, la primera misiva que se conserva data del 14 de febrero de 1930, día de San Valentín. En la correspondencia ella se muestra bastante más tierna y apasionada que él e incluso le reprocha la brevedad de sus cartas. "Cielo, te escribo libros y tú sólo me envías notitas, pero Dios, cómo me gusta recibirlas. Me encantaría tener un millón de tus notitas, porque las que tengo, de tanto leerlas, se me han gastado", escribe Bonnie.

La joven amenaza con volverse "tan loca como una rata de manicomio" si su amor no sale pronto de la cárcel e incluso le confiesa que gustosamente cumpliría sus días de condena. "Pero si me metieran, seguro que tú me olvidarías", teme Bonnie, que en más de una carta expresa su miedo a ser abandonada.

Clyde le asegura que no tiene por qué preocuparse y trata de corresponderle con dulzura. "Cariño, ojalá pudiera pasar una semana contigo, sólo una semana y me podría morir tranquilo, porque te quiero y no me imagino cómo podría vivir sin ti", redacta tras las rejas.

El joven presidiario deja también entrever su carácter celoso cuando pregunta a su amada qué tal le va en el trabajo. "¿Alguno de esos borrachuzos se ha pasado de listo contigo? Si se pasan, apúntate los nombres, porque no me voy a quedar toda la vida en este tugurio". Y hace gala de un curioso pragmatismo cuando pide una foto a su "niñita de ojos azules" y le advierte: "La próxima vez que mamá venga, si es que viene antes de que se me lleven, dile que me traiga una camisa vieja para que pueda enviar la que llevo puesta a casa. Ésta es demasiado buena para tirarla. Te quiero".

Bonnie, que despide sus cartas con frases como "Tu chica triste y solitaria" o "Sólo tu chica", le recuerda que todas las noches se acuesta "con la esperanza de que el día siguiente será más luminoso".

guapos y famosos

Poesía y fotografía

Según se narra en el prólogo de Wanted Lovers, el infierno de la cárcel cambió para siempre a Barrow. Al parecer, asesinó a un recluso que abusaba sexualmente de él y pidió a otros convictos que le cortaran dos dedos del pie con un hacha para librarse de los trabajos forzados.

Salió de prisión en febrero de 1932, "cojo y bastante trastornado", e ignoró los deseos de Bonnie, que en sus cartas le había animado a rehacer su vida de modo más o menos honesto. Formó una heterogénea banda de enemigos públicos que durante dos años sembraron el terror atracando, secuestrando y asesinando. Porque no debe olvidarse que, pese al halo romántico que rodea a esta clase de delincuentes, Barrow dejó a sus espaldas un verdadero reguero de pólvora y sangre, así como una docena de cadáveres.

Al principio, sus golpes criminales les granjearon la simpatía de muchos estadounidenses que, a juicio de Ana S. Pareja, les veían como "héroes modernos que robaban al rico en una época -la posterior al crack del 29- en la que los bancos gozaban de muy mala fama entre las familias de humildes granjeros que habían visto sus propiedades desvanecerse en inmisericordes operaciones de expolio".

Asimismo, la popularidad de la pareja se vio apuntalada por una serie de imágenes que la policía difundió en 1933 después de que Blanche Barrow, la cuñada de Clyde, olvidara su cámara de fotos en una huida. Las instantáneas les muestran vestidos a la moda, guapos y elegantes, sonrientes con sus armas.

También tuvo bastante eco un poema de Bonnie, que de niña había ganado varios premios literarios en la escuela, que fue publicado en varios periódicos bajo el título de La historia de Sal, la suicida; un texto que contribuyó a alimentar la leyenda romántica de los malhechores.

El principio del mito

El fin de Bonnie & Clyde

Pero su carrera delictiva concluyó abruptamente un 23 de mayo de 1934 cuando seis hombres liderados por el cazarrecompensas Frank Hamer les aguardaban agazapados entre los arbustos de una carretera de Louisiana. Tenían la orden de atrapar, vivos o muertos, a los dos amantes, y lo hicieron aprovechando que un antiguo miembro de la banda de los Barrow les traicionó y que la gente comenzaba a darles la espalda porque habían cometido tres asesinatos en poco tiempo. Sin ni si quiera dar el alto, los agentes vaciaron los cargadores de sus armas contra el automóvil en el que viajaba la pareja, que recibió 167 impactos. Los forenses contabilizaron más de 50 balazos en el cadáver de él y otros tantos en el de ella. El mito de Bonnie & Clyde nacía en el preciso instante en que los forajidos exhalaban su último suspiro.