BILBAO. Roberto Cearsolo, ex director de Finanzas del Guggenheim Bilbao, comió las uvas en la cárcel. El autor del desfalco de 556.000 euros a la pinacoteca en la que era alto cargo ingresó en prisión el pasado 28 de diciembre, casi un mes después de que la Sección Sexta de la Audiencia de Bizkaia emitiera la sentencia de tres años y media de cárcel por sendos delitos de apropiación indebida y de falsedad en documento mercantil.
Su entrada en prisión ha estado rodeada de sigilo y sus primeros días en la cárcel también. Un portavoz de Instituciones Penitenciarias confirmaba ayer a DEIA el ingreso en prisión de Cearsolo, aunque se negó a informar del centro penitenciario en el que está alegando razones de seguridad. No obstante, todo apunta, según fuentes jurídicas consultadas, que el ex director de Finanzas estaría en la cárcel de Basauri, debido a que es el más próximo a su lugar de residencia.
A partir de ahora, a Cearsolo le queda el cumplimiento de la condena, que casi con toda seguridad no llegará a los 42 meses que establece la sentencia, debido a que podrá acogerse a diversas beneficios penitenciarios de reducción de condena. Aunque pudiera parecer que las causas contra Cearsolo acaban aquí, lo cierto es que, según pudo comprobar ayer este medio, el ex directivo del Guggenheim no ha resarcido la cuenta pendiente que tiene con la pinacoteca, a la que debe 118.582 euros, por lo que el Guggenheim podría acudir a la vía civil para reclamar esa cantidad si no le es reintegrada.
sentencia acordada Pero al menos en el aspecto penal, está ya zanjado el asunto que más quebraderos de cabeza ha dado al Museo Guggenheim en sus 12 años de existencia. Tras la confesión en abril de 2008 del delito por el propio Cearsolo y la investigación interna del Guggenheim, que desveló que el importe sustraído fue mayor que lo que el ex director de Finanzas declaró, se abrió un procedimiento penal que ha concluido ahora. Tras meses de comparencias en el juzgado, la Fiscalía y la acusación particular solicitaron para él una pena de tres años y medio de prisión, que Cearsolo aceptó el pasado mes de septiembre. En noviembre, el tribunal presidido por el magistrado José Ignacio Arévalo dictó la sentencia que ratificaba las peticiones de las partes.
En ella se daba la razón al Guggenheim Bilbao y se condenaba a Cearsolo a 21 meses de prisión por un delito continuado de apropiación indebida y a otros 21 meses por otro delito continuado de falsedad en documento mercantil. Durante este tiempo, asimismo, no podrá ejercer su derecho al sufragio pasivo. Además de las penas de prisión, la sentencia le condena a una multa de cinco meses y seis días con una cota diaria de seis euros por el primer delito y otra multa de nueve meses con una cuota diaria del mismo importe por el segundo delito. El juez también le impone las costas procesales. Como atenuantes, el tribunal contempla que procedió a disminuir el daño al haber sido el propio ex cargo del Guggenheim quien confesó el desfalco y haber reembolsado ya 437.900 euros. Por el contrario, se le aplica el agravante de abuso de confianza.
En la sentencia se establece como hechos probados y aceptados por el propio Roberto Cearsolo que desde 1998, sólo un año después de acceder a la Dirección de Finanzas de la Fundación Guggenheim, y hasta 2005 ingresó en cuentas abiertas a su nombre y al de familiares -no ha quedado acreditado que estuvieran al corriente de los delitos- cantidades procedentes de las cuentas abiertas en diferentes bancos por las sociedades Tenedora e Inmobiliaria del museo de Abandoibarra, hasta llegar a apropiarse de 556.482 euros.
falsificó firmas Para realizar tales transferencias, Cearsolo se apropió de las claves de las cuentas a través de internet y emitió cheques y talones falsificando la firma del director del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, apoderado de las sociedades y única persona autorizada para la emisión de los mencionados documentos.
Para ocultar las pruebas del delito, Cearsolo procedió en 2005 a arrancar diversas hojas de los libros contables de la Fundación y a realizar otras informáticamente. Entre el 11 de abril y el 24 de julio de 2008, Cearsolo devolvió en distintos pagos 437.900 euros. El relato de los hechos probados concluye con que el acusado confesó los hechos ante una autoridad judicial el 15 de abril de ese año, un día antes de que el museo denunciara el desfalco. El juez en consecuencia le condenó, en sentencia firmada el 23 de noviembre, a 42 meses de cárcel.
Con esta sentencia firme, el museo daba por cerrado el procedimiento penal contra Cearsolo, un hombre ligado a la pinacoteca bilbaina prácticamente desde sus primeros pasos en 1992.
Diez años después de haber comenzado a sustraer dinero de las sociedades de la pinacoteca, el alto cargo del Guggenheim precipitó el conocimiento público del caso al sentirse acorralado por las auditorías que se estaban realizando en el museo.
Tras cogerse una baja por depresión a principios de abril de 2008, la dirección del museo detectó irregularidades en las cuentas de Cearsolo. El día 11 de ese mes, Juan Ignacio Vidarte recibió una carta de autoinculpación del todavía director de finanzas, a la que acompañaba un primer cheque en el que se restituían 251.900 euros de lo sustraído. A partir de ese momento, los hechos se precipitaron con el despido de Cearsolo, la notificación a los medios de comunicación de lo ocurrido y la denuncia interpuesta contra el ya entonces ex director financiero.