Organizada por el Ministerio de Cultura, en colaboración con distintas instituciones y organismos, se presenta en Tabakalera Donostiarra una excelente muestra dedicada al film surrealista Un perro andaluz (1929), de Luis Buñuel y Salvador Dalí, ochenta años después de su realización y presentación en París. Para reconstruir lo que fue la presentación, se ofrecen también la proyección de Les miystères du Château du De, de Man Ray, y distintas versiones en que se ha proyectado la película de Buñuel-Dalí a lo largo de estos ochenta años.
Además de estas dos películas, clave y núcleo del Surrealismo, se proyectan también otras en la sección El Cine-Club español, que formaron parte de las sesiones de cine auspiciadas por Luis Buñuel en Madrid. Y junto a todo esto, una excelente exposición documental y plástica, con fotografías, grabados, heliograbados, pinturas, cartas, carteles, libros, gouaches, pasteles, de muchas de las personas y personajes, que tiene que ver con estas dos figuras claves del movimiento surrealista, y con este audaz film.
Si Bretón realizó su primer manifiesto surrealista el año 1924, con Dalí y Buñuel, comenzaría a funcionar, el año 29, la segunda fase de aquella propuesta: Puro automatismo psíquico por el cual se intenta expresar, bien verbalmente o por escrito, la verdadera función del pensamiento.
Lo cierto es que la película permite ver, en una exposición adjunta, un conjunto de obras tan interesantes como fotografías de Batcheff, Buñuel, Dalí, Ana María, Rucar; grabados, heliograbados, pasteles y óleos de Salvador Dalí, José Caballero, Remedios Varó, Equipo Crónica, Francisco Bores, Max Ernst, Alfonso Buñuel, Federico García Lorca, Juan Ismal, Moreno Villa, y R. Acín, que presentan y ofrecen aspectos y mundos interseccionados o relacionados con los de la película, y cartas, carteles, libros y documentos (guiones), que aproximan y acercan estos autores. Sólo por el número de obras plásticas ofertadas, y su calidad, es lo suficientemente importante como para acercarnos a esta muestra.
Se trata de autores que han conformado gustos y maneras en la historia del arte, la moda, el cine, los cómics, el diseño, de manera culta y hasta gore, y que han reivindicado un arte libre de la razón, la tradición y de la moral. Su propósito, provocar en el espectador reacciones instintivamente de atracción o de repulsión según Buñuel. Sus bicicletas, sus mujeres, sus frailes, sus hormigas vivas, sus cajas, su burro muerto, su pianos, su cerradura, o su llave, sus manos amputadas, la lucha entre Eros y Zanatos, es un repertorio de imágenes que forma y conforma ya un repertorio personal y colectivo, digno del mejor cine del siglo XX.
La muestra está ciertamente bien montada, y es una pena que su estancia y permanencia sea tan breve.