Iñigo Manterola (Orio, 1973), pintor instalado en Zarautz, ha dado este año un paso más, instalando sus cuadros y su galería en la antigua galería Delta Arte de Donostia.

Y desde ese enorme escaparate acristalado que es casi toda la galería, pueden contemplarse sus grandes y pequeños formatos de temas y paisajes marinos. Desde sus grandes botes y bateles anclados en el remanso del rincón del puerto, o reflejados en imágenes mas surreales en las aguas del mismo, hasta sus paisajes marinos de poblaciones costeras de Orio, Zarautz, o, Donostia, captados con sus arquitecturas desde tierra, o desde mar adentro, logrando un paisaje diferente, pocas veces plasmado entre nosotros, salvo en el caso de Gonzalo Chillida.

A Manterola le interesa y le apasiona el mar, por familia y por afición propia, y ha hecho de este repertorio uno de los temas centrales de su obra y de sus pinturas. Y es que a este joven pintor el tema marino le atrae, le atrapa y trata de plasmarlo y de captarlo de una y mil maneras. Sobre todo a la manera de los nuevos realistas, que máquina fotográfica en ristre capta escenas de trabajo en el mar, seriadas o instantáneas, que luego son plasmadas y reestructuradas con un cierto movimiento en la mirada. Pintura entre neoimpresionista y neorrealista, que llega a bordear cuando quiere y se lo propone la pintura más abstracta, pero siempre con apoyatura en la realidad, que le sirve de punto de arranque, y de leit motiv a su pintura.

Manterola, como licenciado en Bellas Artes de Bilbao, conoce la pintura vasca del siglo XX, y trata de conectar con ella, de modo particular y libre. La realidad es siempre un punto de arranque, luego viene el juego sutil de las texturas, veladuras, entrecruzamiento de los pigmentos, pintura más suelta y deslavazada. De todo, y a todo juega y se expone Manterola, desde una pintura más realista, pero nunca relamida ni afectada, hasta una sintaxis y unos lenguajes que pueden bordear propuestas más conceptuales y estiradas.

De todo hay en su obra, aunque en la presente ocasión de presentación de su obra en la capital donostiarra, el artista ha preferido unos códigos más neorrealistas, que el bien conoce y domina, y con los que parece sentirse a gusto cuando pinta.

El mar. Ese líquido elemento que nos rodea y atrapa en el País Vasco, no ha tenido tanta suerte en su plasmación en las artes plásticas, quizá por sus propia inconsistencia, o movimiento, el artista siempre ha preferido más la captación de la costa, el paisaje, el puerto, el barco, los elementos mas aprensibles y estáticos . Salís, Tellaeche, Gonzalo Chilida, son las pocas excepciones que lo han intentado.