la exposición de Abigail Lazkoz ha sido comisariada por Leire Bergara y puede interesar tanto a las gentes del arte como a todos los públicos. La artista bilbaina demuestra poseer un sentido creativo de enorme fuerza y gran singularidad. Lo suyo no sólo es cosa del dibujo, como se podía atisbar en los inicios, sino que va más allá y el trabajo afecta a la totalidad del recinto expositivo. Tampoco se trata de expresar meramente lo que ve o siente, sino de manifestar sus impresiones y valoraciones respecto al mundo actual.
La ocupación de la gran superficie de Rekalde es integral y transforma totalmente al lugar. Siendo el sitio de siempre, parece otro. Sin dejar de potenciar la línea ni los grafismos controlados, Lazkoz ha compuesto una impactante instalación que, además, está llena de sutilezas. Una aportación que la sitúa en lo más alto del panorama. Una auténtica memoria plástica que no elude el compromiso.
El título de Maquinarias extraordinarias puede confundir si no se conoce el contexto del que procede. Como se indica en el catálogo de mano, ha sido tomado de una canción de Fiona Apple, cuya traducción hace hincapié en el modo de acercarse al ser humano. El estribillo que se repite es: "Trátame con amabilidad, trátame con frialdad; me lo tomaré de la mejor forma posible; soy una máquina extraordinaria?". La interpretación que se ha hecho es de esperanza. El ser humano habite donde habite y se relacione con el que se relacione siempre se tiene a sí mismo como motor para el desarrollo de una nueva realidad. La que ha sido creada in situ es una interpretación global respecto a las guerras. De modo aséptico y sin cargar las tintas mediante el imaginario de las alusiones y las metáforas temáticas y plásticas. Un expresionismo sin grandes deformaciones ni ilustraciones truculentas.
La visión del lugar ofrece tensiones. El blanco y negro que domina el conjunto es sugestivo y acogedor. Pero el espacio parece haber sufrido un movimiento sísmico y ofrece la visión de algo que está como sin montar. Las paredes ofrecen diagonales, están inclinadas y se apoyan las unas en las otras. Algunos muros están perforados y pueden atravesarse. En el recorrido aparecen paredes y pilares alicatados con brillantes azulejos negros, así como estructuras tiradas por el suelo. También hay cuadros apilados, mientras que otros están colgados convenientemente y algunos se inclinan y superponen parcialmente. Asimismo pueden verse manchas en alguna columna, panel y marco. La fuerza de un descontrol controlado. Una visión crítica, también del entorno.
Los dibujos tienen su individualidad y forman parte de un conjunto que a su vez se integran en la totalidad expositiva. Una narrativa entrecortada compuesta por fragmentos que van articulando el sentido probatorio de una existencia no exenta de problemas ni conflictos. Nada más entrar, la naturaleza de grandes árboles se erige en la gran protagonista de un enorme mural. Luego vienen las fuerzas vivas de la sociedad que se muestran como enormes y orondas bolas investidas de signos que hablan de su importancia social. A la izquierda, el mundo se eriza orgánicamente y aparece un animal que se revuelve. Al fondo, una animación de rayas explota encima de un dibujo que está sobre el suelo. Volviendo hacia la puerta, una serie de subsuelos, ofrecen un conjunto de todo tipo de depósitos que hablan de la memoria y su transformación. Dibujos que piden el muro y que no eximen el detalle de lo pequeño. Una sabia conjunción de manchas y líneas, formas geométricas y referencias orgánicas.
Para cada tema, Lazkoz tiene el acierto de elegir los recursos plásticos más convenientes. Planteamiento que pone en evidencia el dominio de gran cantidad de registros. El pulso con el lugar ofrece la singularidad de una artista que se encuentra en un momento de gran madurez creativa. No sólo trabaja bien, sino que tiene cosas que transmitir. El poso del diálogo entre su imaginario y la dura realidad que ofrece la actualidad. Una exigente y crítica reflexión sobre los conflictos bélicos en el mundo. El panorama después de la batalla.