oKONDO, pueblo alavés de poco más de mil habitantes situado cerca de la muga con Bizkaia y que destaca por sus paisajes naturales, celebra este domingo su popular Baserri Azoka, que alcanza la XXXI edición en su homenaje a los productos del caserío. El programa festivo incluye también artesanía y múltiples actividades para todos los públicos.

Cuentan que en Okondo, las brujas salían de paseo entre los barrios de Markuartu y Arasketa. La tradición sigue viva en el pueblo alavés, como demuestra su Baserri Azoka, que tendrá lugar el domingo. Con ella se trata de acercarse a las costumbres de la vida rural tradicional. De hecho, la agricultura, la ganadería y la explotación de sus montes siguen siendo actividades económicas destacables entre sus vecinos.

Los productos de caserío son los protagonistas indiscutibles de esta feria. Los visitantes que se acerquen al municipio el domingo tienen la oportunidad de adquirir algunos de los mejores, como legumbres, hortalizas, verduras, embutidos y productos de chacinería, miel, conservas, paté, vino, sidra, pan, dulces y queso, de la mano de productores de la zona.

También habrá cabida para varias txoznas y puestos dedicados a la artesanía. El programa se completa con actuaciones musicales; exhibiciones de herri-kirolak, a cargo de Inaxio Perurena, Irati Astondoa y Fausto Mugerza; y espectáculos de danzas.

ganekogorta Edificado sobre terreno de rocas calizas, margas y areniscas, Okondo esconde un rico patrimonio cultural acompañado de restos prehistóricos, así como el monte Ganekogorta. Y es que el municipio destaca por su bonito paisaje, que compone espléndidos miradores naturales al tiempo que sigue el curso del río Izalde. Okondo ofrece también numerosos itinerarios y rutas para disfrutar de verdes parajes.

Tierra de molinos y ferrerías, destacan en Okondo la casa torre de Zurikaldai y la casa solar de Arambarri, así como el monumento al pastor, en el alto de Garate. Entre los elementos de arquitectura religiosa sobresale la iglesia de Nuestra Señora de Unza, templo barroco del siglo XVIII. En sus proximidades están las ermitas de San Bartolomé, San Prudencio, San Esteban y San Sebastián de Otaola. La campana de la última cuentan que ahuyentaba las tormentas.