Washington. El primer beso que el presidente de EE.UU. Barack Obama le dio a su esposa Michelle nunca será olvidado. O al menos el lugar donde ocurrió, una heladería de Chicago donde desde ayer hay una placa para conmemorarlo. Los directivos del centro comercial que se sitúa donde estaba la heladería, en el barrio de Hyde Park, decidieron colocar una placa de granito de casi 1.400 kilos con el texto: "En este lugar el presidente Barack Obama besó por primera vez a Michelle Obama", según informó el Chicago Tribune. La placa incluye una imagen de la pareja y una cita tomada de una entrevista en la que el presidente describió su primera cita. Sin embargo, no aparece la fecha. "En nuestra primera cita, la invité a la crema de helado más rica que había en Baskin-Robbins e hicimos de una acera nuestra mesa. La besé, y sabía a chocolate", se lee en la placa. La heladería donde Obama llevó a la actual primera dama en 1989 ya no existe y ahora es un restaurante de comida rápida, pero para embellecer el lugar la piedra está colocada sobre un lecho de flores dentro del centro comercial.

Antes de aquel beso Michelle no lo tenía tan claro, según cuentan. Barack estaba enamorado de ella desde el primer momento y si no hubiera sido por aquel helado, la historia podría haber sido otra.

Los amores de juventud de Barack Obama han decidido hablar y una reciente biografía del presidente reproduce párrafos de sus cartas y diarios. En Barack Obama. The Story, del biógrafo y periodista de The Washington Post David Maraniss, aparece un estudiante con crisis de identidad. Obama, a sus tiernos 20 años, acababa de pasar del college de Los Ángeles a la universidad de Columbia, en Nueva York, donde compartía piso con amigos. "Llevaba una existencia muy ascética, demasiado seria para mi propio bien", comenta Obama. Una novia californiana le llevó a otros pensamientos. Alex McNear pasó el primer verano neoyorquino con Barry, un verano de largos paseos y conversaciones filosóficas. En las cartas que conserva, constata lo importante que era ya entonces para Obama el tema de la libertad de voto. En la Navidad de 1983, Obama conoció a Genevieve Cook, tres años mayor que él. Maraniss describe el romance con esta hija de un diplomático australiano como el más intenso de la juventud del mandatario. El presidente ya lo mencionó en su debut literario, Los sueños de mi padre: una historia de raza y herencia. "Era blanca, tenía el cabello oscuro... Su voz sonaba como el jugueteo del viento", escribió Obama. Quería presentar a Cook de forma distante, confesó a su biógrafo. Pero Maraniss la buscó, habló con ella y leyó sus diarios. Días después del primer encuentro fueron a comer, recuerda ella. "Después seguimos hablando en su dormitorio, y pasamos la noche juntos. Todo parecía inevitable". En mayo de 1985, la pareja se separa. "Me pregunto si el distanciamiento de Barack viene de sus cicatrices emocionales, que le hacen difícil comprometerse", apunta la desorientada novia. "Claramente, yo no era la persona que le fascinó".