Puede que tenga la voz de una cabra morfinómana, como dijo Moncho Alpuente, pero Robert Zimmerman, alias Bob Dylan y Dios en términos musicales para millones de fans, sigue, para alegría de muchos, en la carretera a pesar de haber superado los 70 años. Su Never Ending Tour sigue en marcha y recala de nuevo en Euskadi tras su recordado bolo en el Azkena de Gasteiz. La cita es el miércoles 11 en la explanada del Museo Guggenheim.

Actor ocasional, pintor en sus ratos libres, tan controvertido y contradictorio como huraño, Bob Dylan, eterno aspirante al premio Nobel de Literatura, sigue, a sus 71 años, pasando casi todo el año en la carretera cuando acaba de cumplirse medio siglo de su debut discográfico, en aquella época en la que el Greenwich Village de New York era un hervidero de cantautores folk y poetas anti-sistema. Y ahí sigue, con los viejos bluesmen -los más malvados dicen que debe ingresar mucho para financiarse sus diferentes divorcios-, repasando su discografía, ya mítica, pero añadiendo siempre esos arreglos nuevos e intrincados que desfiguran hasta sus éxitos más reconocibles.

"Creo que el escenario es su vida, y que fuera del escenario está el desierto", dijo de él uno de sus más fieles admiradores, Joaquín Sabina. "Era punk rock puro, cantaba como le daba la gana sin importarle una mierda nada", dijo Loquillo. Parece que Dylan no ha cambiado porque sigue a su aire. Lo mismo se marca una exposición de pintura centrada en motivos japoneses que publica un disco de villancicos como Christmas in the heart. La mayoría de sus fans le perdona (casi) todo, como que toque ante el Papa o haga campañas publicitarias, ya que su último repertorio -desde el preclaro Time out of mind (1997) a su última trilogía, formada por Love and theft (2001), Modern times (2006) y Together through life (2009)- no admite cuestionamiento alguno.

Más entradas a la venta

Finalizado un pequeño descanso tras su tour latinoamericano primaveral, la "gira interminable" de Dylan ha vuelto a Europa con sus viejos éxitos -Leopard-skin pill-box hat, Don't think twice…, Highway 61 revisited, Tangled up in blue, Like a rolling stone, All along the watchtower…- aderezada con otras gemas más recientes como Thunder on the mountain, Spirit on the water, Love sick, Summer days o Jolene, según la velada.

Los organizadores han tenido que ampliar el aforo tras agotarse las entradas de grada. Los tickets para poder disfrutar de Dylan en directo oscilan entre los 45 y los 85 euros, dependiendo si son de pie o con asiento.