HUBO un tiempo, ya muy lejano,en el que Mark Knopflertuvo problemas económicos.De ahí surgió el nombre de su exitosogrupo, Dire Straits. Muchos delos que hoy vayan a la plaza de torosde Vista Alegre, en Bilbao, en la citafinal de su gira internacional, loharán para volver a escuchar loscinco clásicos del grupo que Knopflertodavía rescata para sus directosen 2010, entre ellos el ya legendarioSultans of swing. Y eso que elbritánico lleva tiempo con la suertede su lado y anda en otras cosas. Ytambién en otros estilos musicales.
Desde hace casi dos décadas disfruta,lejos de los focos y las listasde éxito, cantando temas folk ycountry con algo de blues. Get lucky(Universal) es su último trabajo, cuyostemas calmos y folk, desgranaráhoy nuevamente en Euskadi. “Cadadía me alejo más del rock. En realidad,creo que soy un artista folk amedio hacer”, indica el compositor,cantante y guitarrista.
Tras un largo trayecto por Américay Europa, la gira internacionalde presentación de Get lucky con cluyehoy en la capital vizcaina trasmedia docena de conciertos previosen el Estado español. Consideradopor varias generacionescomo uno de los músicos más influyentesde la música popular delas últimas décadas, el británicohace tiempo que enterró su proyectomás mediático y millonario,Dire Straits, para divertirse grabandosin presiones industriales yalejado de los parámetros del rocky el pop. A punto de cumplir 61años, Knopfler disfruta hacetiempo grabando calmas, reflexivasy autobiográficas cancionesque emanan un carácter más calmado,como prueban discos comoSailing to Philadelphia y Kill to getcrimson, o compartidos conEmmylou Harris.
“Cada día me alejo más del rock.En realidad, creo que soy un artistafolk a medio hacer. Sigo ahí y aparezcode vez en cuando”, explicapara justificar su actual deriva musical,que le ha dado la espalda a losoropeles y dólares de la música rockpara apostar por ir a su ritmo, sinimposiciones del mercado y con lasideas claras. “Prefiero tener un estudiode grabación propio que unbarco. Ahora voy detrás del arado.
Las cosas suceden así”, apostilla elcreador de Get lucky, el álbum cuyagira le vuelve a acercar a la plaza detoros bilbaina. Es su quinto discode estudio en la última década y lograbó en sus Estudios BritishGrove, en el West London. El veteranomúsico ha contado para grabarlocon el equipo habitual, quelogró de forma rápida una relajadaatmósfera creativa. “Cuando nosjuntamos allí, como que… salen lascosas, y eso es parte de la diversión”.
La temática autobiográfica que destila Get luckyse resume en el título.“La primera persona viajeraque conocí cantaba en bandas demúsica soul en invierno, despuéstrabajaba a media jornada en parquesde atracciones y recogía frutaen el sur cuando el tiempo era cálido”,explica Knopfler. “Yo tenía 15años, estaba encerrado en el colegioy me daba mucha envidia. El títuloviene de su recuerdo y del deotros viajeros que llegué a conocermientras trabajaba de manera temporal,en granjas, almacenes y construcciones,antes de tener suertecon mis canciones”, explica el británico.Get lucky tiene un importanteregusto a pasado, a familiares, experienciasy emociones que Knopflervivió en su niñez y juventud.
Por ello, escondidos en el repertoriose encuentran el camionero deGlasgow del tema inicial, Borderreiver. O el trabajador del parque deatracciones y el recolector de frutade la canción que da título al álbum,o el sentido recuerdo de los grandesbarcos de So far from the clyde,o los tributos reales dedicados almaestro constructor de guitarras enel tema Monteleoney al tío perdidoque nunca conoció y que fue gaiterodel Primer Batallón del Regimientode Royal Highland, de temaPiper to the End.
Un viaje al pasado también en loestrictamente musical: a sus raícesde la infancia y adolescencia. Getluckyes un disco que combina confluidez el folk con algunos aires deblues, especialmente en cortescomo You can´t beat the house.Pero de un aroma folk, ha pasado,a música hecha por el placer de tocarlay cantarla, impregna las once canciones del álbum. Su filosofía seesconde en una estrofa de la canciónBefore gas and tv. “Antes delgas y de la televisión, antes de quela gente tuviera coches, nos sentábamosalrededor del fuego y nospasábamos una guitarra recordandocanciones... si el cielo es así,ahí es donde me gustaría estar”,canta Knopfler, que intercala tambiénaires celtas en el disco, algúnvals orquestal y preciosos ejerciciosde elegancia retro, a lo RichardHawley, en temas como Hardshoulder.
Concesión “¿Nos separamos alguna vez denuestra infancia?”, defiende elbritánico para justificar la temáticareflexiva y autobiográfica de sus últimascanciones.
Algo así podrían decir los seguidoresde Dire Straits, que en este últimorepertorio sólo recordarán elregusto de las guitarras del grupoen temas como Cleaning my gun.Knopfler, un virtuoso que, al menosen disco, opta por el comedimientoinstrumental, todavía regalahasta cinco canciones de suviejo grupo en sus conciertos actuales.
Son Romeo & Juliet; el inevitableSultans of swing, que marcala mitad del concierto, aproximadamente;y ya en los bises Telegraphroady Brothers in arms. El repertoriose completa con varioscortes actuales como Border reivery Piper to the end, que suele usarpara abrir y cerrar la cita, respectivamente,junto a temas más antiguosde su carrera en solitario comoDone with Bonaparte, Why ayeman, What it is?y Sailing to Philadelphia,entre otros.