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Rincones perdidos en la memoria

Los orígenes del Bilbao cervecero: fiebre del oro en el Norte

La primera cerveza de Bilbao estaba cargada con un arancel de 748 marvedíes por barrica. Fue el preámbulo de la Cervecera del Norte, cuna de la Cerveza Oro y punto de partida del ocio necesario en aquel Bilbao industrial

Los orígenes del Bilbao cervecero: fiebre del oro en el Norte

En los comienzos del siglo XIX la nueva sociedad industrial de Bilbao gastaba sed de progreso y divertimentos. Al abrigo de esa necesidad en 1912 se produjo la constitución de una de las empresas pioneras de la villa en el ámbito cervecero, y la última de todas ellas que perduró en Bilbao. La Cervecera del Norte comenzó su andadura empresarial el 2 de marzo de 1912 y fue inscrita en el Registro de marcas comerciales como Compañía Anónima, Cooperativa Popular La Cervecera del Norte, constando en dicha solicitud su primer domicilio en la calle Hurtado de Amézaga, núm. 12. Su objeto era la fabricación de cerveza, hielo y malta.; su objetivo, regar de felicidad al pueblo en son creciente.

Venga un paseo por los orígenes de aquel Bilbao cervecero. Cuenta la historia que la primera cerveza de Bilbao la elaboró el comerciante holandés Pedro Beekvelt, allá en la anteiglesia de Deusto. Él tuvo la primera licencia, en el que el arancel eran 748 maravedíes de vellón por cada barrica vendida. Esas fueron las primeras espumas que llegaron hasta este pueblo.

Miremos por el espejo retrovisor con la ayuda de Miguel Ángel Santos Crespo, un hombre volcado en el estudio de aquella cervecera. Él es quien nos cuenta que la iniciativa industrial estuvo liderada por un grupo de empresarios vizcainos de la zona del Duranguesado y de Bilbao. Entre ellos destaca el que fuera su primer presidente, Baltasar de Amézola y Aspizúa, hijo de un notable de la sociedad vizcaina vinculado a las minas y al ferrocarril, José de Amézola y Viriga y de Catalina Aspizúa. Baltasar fue un destacado miembro del Partido Nacionalista Vasco y amigo personal de Sabino Arana, siendo elegido diputado provincial por Bilbao en las elecciones de marzo de 1911; además fue directivo del Athletic y habitual de los clubes y sociedades deportivas de Bizkaia. Recuerda la historia que el primer director-gerente fue Isidoro Alcorta y que el capital inicial de dicha compañía era de 300.000 pesetas, repartido en 6.000 acciones con un valor nominal de 500 pesetas cada una, capital que fue ampliado a 1.000.000 de pesetas ese mismo año. Una fortuna para la época, todo un órdago.

El Ayuntamiento de Bilbao concedió permiso ese año de 1912 a Baltasar de Amézola, como Presidente del Consejo de Administración de dicha empresa, para construir un edificio destinado a fábrica de cerveza, otro para oficinas y otro de almacenes en el barrio de Basurto. El solar sobre el que se edificaría ocupaba una superficie de 300.000 pies; las obras comenzarían en septiembre de ese año y finalizarían un año después. El complejo fabril cervecero proyectado, firmado por el arquitecto José María de Basterra, teniendo como contratista al señor Taranco, aunaba espacios productivos y un despacho de venta al público. Se seguía el modelo europeo de esa época en el que los edificios industriales se rodearon de espacios lúdicos, jardines y parques al aire libre, que sugerían un ambiente idílico y buscaban la promoción del consumo de cerveza en las horas de ocio. La nueva sociedad industrial bilbaina comenzaba así a reclamar sus lugares de esparcimiento y los empresarios cerveceros del Botxo crearon edificios y pabellones que remitían con su cuidada estética a estas nuevas demandas. Esos edificios de la fábrica de Basurto trataban de emular la arquitectura cervecera centroeuropea, con tejados apuntados y fachadas que simulaban entramados de madera, detentando así un aspecto rústico, que podíamos considerar la nota común en la mayor parte de cerveceras europeas. En nuestro caso, en sintonía con el estilo arquitectónico neovasco imperante en aquellos años, la búsqueda de ese efecto se hizo patente fundamentalmente en el edificio de oficinas y vivienda del director. En cuanto al edificio de la fábrica Basterra lo diseñó con un estilo modernista, con ciertos elementos Art-Decó, primando el uso del ladrillo y de la cerámica, en la que fueron fabricados el cartel con el nombre de la fábrica que presidía su fachada en la parte izquierda, y la fecha de su construcción, 1913, en la derecha.

Al compás de esta construcción se convoca un concurso de etiquetas y la marca Oro se registra el 20 de julio de 1913. Recuerden aquella fiebre del oro que estalló a mediados del siglo XIX. La epidemia se extendió por México y Australia; allá en la Tierra de Fuego y en diversos territorios de Estados Unidos, sobre todo Alaska y California. Fue un rasgo de la cultura popular del siglo XIX y cuando ya se daba por erradicada esa enfermedad apareció esta nueva pepita de oro que tanto nombre adquirió. Cerveza Oro estuvo ligada durante muchos años a la historia económica, social, cultural y deportiva de Bilbao: otorgó un frontón a la villa situado en los jardines de su fábrica, servía a domicilio en navidades, patrocinaba a deportistas y hasta pruebas ciclistas internacionales, durante las inundaciones del 83 repartió un cargamento de cerveza entre los voluntarios que limpiaban las calles.

En los años 80 la concentración de las empresas cerveceras en grandes grupos hizo que en 1991 Unión Cervecera pasara a formar parte de Cruzcampo, que cerró la fábrica de Bilbao dos años después, en 1993. Con el cierre de La Cervecera del Norte y su posterior demolición entre 1995 y 2003 para construir viviendas y un ambulatorio, desaparecía no sólo la última fábrica de cerveza del Botxo, sino también el último testimonio de arquitectura industrial cervecera de la villa.