Es una obra eguillonaria, una forma de nombrar a las personas acaudaladas, ricas en imaginaciones. Es un mural pura fantasía que parece nacido de los sueños de Juan Carlos Eguillor, un hombre que llevó siempre Bilbao en su creatividad por mucho que naciese en Gipuzkoa. Un error de la naturaleza, que diría la gente más txirene. La realidad es que Bilbao fue muy importante en la vida de Juan Carlos. Dibujó todo un universo alrededor de la ciudad y en sus cómics escribió sobre los problemas de los que nadie quería hablar y logró hacer reír. Técnicamente, Eguillor ya era un artista multidisciplinar cuando todavía no se había popularizado el término. Fue un innovador y un adelantado a su tiempo que incorporó a su trabajo procedimientos entonces sin desarrollar como fotocopias o imagen digital. Un artista realmente especial que ha aportado mucho al cómic y la ilustración vasca, pero también en otras disciplinas.
Hablamos de una obra mural que se enclava en el lateral del bar restaurante Victor de Plaza Nueva, diseñada por José Ibarrola, con el asesoaramiento de José Carlos Torres. Con sus 3,6 metros de anchura y 2,5 de altura, el mural es una ventana a los Bilbaos soñados de Juan Carlos Eguillor o, por decirlo de una manera más acorde al siglo XXI, puede decirse que hablamos del photocall más vanguardista de la ciudad si se juzga la cantidad de gente que se inmortaliza en esa pared. El pasado 22 de noviembre se celebró el sexto aniversario de su instalación.
El trabajo está presente en las calles de Bilbao gracias a varias iniciativas impulsadas por la Cofradía El Perro Chico, Eguillor eta abar, como la colocación de una reproducción cerámica del primer cartel de las fiestas de Bilbao dibujado por Eguillor en 1978 y la instalación del mural protagonista, titulado, en puridad, como El artista que dibujó la memoria de Bilbao.
No es el único recuerdo de la obra de Eguillor que se ubica en Bilbao. Existe reproducción en mural del primer cartel de la Aste Nagusia de Bilbao diseñado por el propio Juan Carlos Eguileor. La inauguración del mural tuvo lugar en Bilbao el 25 agosto 2016 de la mano del alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto.
¿Cómo es posible que Bilbao, una ciudad en principio, tan señorial, diese cabida a un personaje con semejante desmelene...? Algunos testimonios dan fe de ello, incluso antes de que sus creaciones flotasen por el ancho mundo de Bilbao. Eguillor realiza su primera exposición individual en la Sala Lúzaro de Bilbao en 1973. En este momento Angel María Ortiz Alfau dice algo así como “No es fácil escribir de Juan Carlos Eguillor. Es como un personaje creado por él mismo. Un espectador resignado de su mundo -de nuestro mundo-, del que se ríe, al que ridiculiza, pero con razón y con gracia. Sus dibujos y sus collages forman parte de ese mundo de Eguillor y, por tanto, de ese mundo nuestro. No los contempléis con superficialidad. En cualquiera de ellos estáis vosotros. También se ríe de ti, de vosotros. ¡Se ríe hasta de sí mismo!”.
Entre varias de las entrevistas que concedió Juan Carlos Eguillor a lo largo de su vida el cronista escoge una respuesta. “Mi Bilbao ideal es una ciudad en la que todo es posible, el horror y la maravilla. Todo el universo en una ciudad, en Bilbao”. He ahí un ejemplo de cómo sentía Bilbao este hombre creativo (fue tio del cineasta Borja Cobeaga, no lo olviden...), que siempre tuvo un toque rebelde en sus creaciones. Colaboró con Bernardo Atxaga en el fanzine Pott en 1978, participó en la revista alternativa Euskadi Sioux en 1979, donde volvió a coincidir con Atxaga y con otros artistas como Iván Zulueta, Rafa Castellano, Josu Bilbao, Maya Aguiriano, Antton Olariaga, Jon Zabaleta y Vicente Ameztoy. Fue la primera persona en utilizar el ordenador para hacer animación en España en 1986, publicó en prensa y revistas de tirada estatal, ilustró libros, trabajó como diseñador gráfico, expuso en galerías y escribió teatro.
En 2020, el Museo de Bellas Artes de Bilbao integró en su fondo una parte importante de su obra, que pudo verse en la exposición ABC. El Alfabeto del Museo de Bilbao. En 2009, fue reconocido en el Salón de Cómic de Getxo y en 2003 Marino Montero le entregó el premio Txikito de honor otorgado por la asociación Txikitero Artean. Su trabajo está presente en las calles de Bilbao gracias a varias iniciativas impulsadas por la Cofradía El Perro Chico, Eguillor eta abar, como las dos obras citadas, la cerámica del cartel y el mural de la Plaza Nueva.
Parte de su obra fue recuperada en la exposición titulada Books of Angels, que pudo verse en las salas de Expo Gela y del Centro Municipal de La Bolsa. También se diseñó una Ruta eguilloriana por Bilbao impulsada por Bilbao Historiko. En 2020, Azkuna Zentroa acogió una comunicación titulada Eguillor inédito.
A partir de 1980 comenzó a trabajar con fotocopiadora y a interesarse por el videoarte, tras un periodo de formación en 1985 en el Instituto Pratt de Nueva York que le puso en contacto con las técnicas más avanzadas de la época. Su primera obra de este tipo es Bilbao la Muerte por el que recibió el premio Monte Verità en 1982. En esta obra recrea mediante maquetas y dibujos los distintos estados de ánimo que le inspira la ciudad de Bilbao. Fue un agudo observador de la sociedad, y de la coexistencia de tradiciones locales y de una modernidad a veces impostada. Falleció en Madrid el 21 de marzo de 2011. Miss Martiartu lloró.