Recuerdo la anécdota desde hace ni sé cuantos años pero olvidé dónde la oí. Contó Juan Bás como Truman Capote narraba que alguien le pidió un relato que aunase religión, nobleza, sexo y suspense y el escrito resultante fue el siguiente: “Dios mío –dijo la condesa–, estoy embarazada y no sé de quién”. Fernando Marías juraba que Juan le había robado la anécdota.
Fernando Marías. Hijo de 1958, se le conoció como un hombre a caballo entre la generosidad y la cultura, siempre con el buen humor a cuestas y con una capacidad casi infinita para abrirse paso en los campos de la cultura, entre zarzas o bajo la luz de los claros. Su apuesta fue siempre una: la creatividad.
Fernando Marías dejó un reguero de obras y premios y un valioso legado literario y cinematográfico
En el tránsito de esa edad que va de los 17 a los 18 años, allá en 1975, Fernando se trasladó a Madrid para estudiar Cinematografía, escribiendo sus primeros guiones para televisión, entre ellos los de los falsos documentales (el ejemplo más célebre de este género puede encontrarse en la versión radiofónica que creó Orson Welles con La guerra de los mundos, el 30 de octubre de 1938 que tanta alerta desató en Estados Unidos...), conocidos como Páginas ocultas de la historia. En los numerosos obituarios publicados a su temprana muerte en 2022 se desveló una idea: él mismo había señalado en varias ocasiones cuánto le marcó la película Grupo salvaje de Sam Peckinpah, que vio en un cine de barrio con 14 años. Siguió siempre esa huella, la del asombro de la adolescencia.
La escritura de eso guiones junto a Juan Bas le sumergió en el universo de la narrativa. Incesante en el trabajo, en 1990 publicó su primera novela, La luz prodigiosa, obra con la que ganó el Premio Ciudad de Barbastro. En 2002 el director Miguel Hermoso rodó una película basada en esa primera novela. La historia está sustentada en la idea de que Federico García Lorca sobrevivió a su anunciada muerte. Fernando firmó también el guion y recibió nominaciones a Mejor Guion Adaptado en los Premios Goya y en el Círculo de Escritores Cinematográficos en 2003.
Fue fundador del colectivo ‘Hijos de Mary Shelley’ y creó la agencia de viajes culturales Diodatgi se mueve
Vivió a caballo entre Madrid y Bilbao y su trabajo literario fue in crescendo. En 2001 obtuvo el prestigioso premio Nadal con El niño de los coroneles. Y con La isla del padre ganó el Premio Biblioteca Breve 2015. Se alzó a lo largo de su trayectoria con algunos otros galardones literarios como el Ateneo de Sevilla de 2005, el Dulce Chacón de Narrativa de 2005, el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de 2006, o el Primavera de 2010. Años de puro frenesí.
Era un hombre de cines y de letras. Produjo la obra teatral El hogar del monstruo, estrenada en 2016 en el Centro Dramático Nacional bajo la dirección de Vanessa Montfort, y escribió la adaptación teatral de la novela Los santos inocentes. Junto a la escritora Espido Freire interpretaron en los escenarios los monólogos de Esta noche moriremos. Era, ya lo ven, un caballero audaz con vocación infinita.
Quizá intentase serlo a su modo en la literatura para adultos y para jóvenes, en sus numerosos actos de promoción cultural, como fue esa plataforma de Los Hijos de Mary Shelley y el proyecto múltiple Hnegra, que albergaba libros, recitales poéticos, exposiciones, ilustración y música y, algo que cada vez le interesaba más, las performances. Sostuvo que había que crear nuevos moldes para difundir la cultura, y a ello se aplicó en diferentes formatos con audacia, ilusión y la voluntad de integrar a muchos creadores en ello. No en vano creó la agencia de viajes culturales Diodatgi se mueve y se le reconoció como gran lector, con ancha memoria, muy imaginativo y con un afectuoso trato personal. Falleció en la madrugada del 5 de febrero de 2022 a causa de una hepatitis autoinmune.