Fue la suya una vida imparable que recorrió varias de las geografías más necesitadas de la tierra y varias de las almas de la gente que conoció para forjarse a su lado, siempre bajo la bandera del compromiso ético, moral y social para la construcción de un mundo justo. Josetxu Canibe, ordenado sacerdote a los 25 años, no se quedó quieto jamás. Fue uno de esos curas misioneros que son apreciados incluso por quienes viven alejados de la religión. Fue, simplificándolo todo, un hombre bueno.

Ordenado sacerdote en 1959, sus primeros destinos estuvieron en los pequeños pueblos de la montaña alavesa. Era natural de un pequeño pueblo llamado Retes de Llanteno (Araba) y nacido el 4 de febrero de 1934. Su biografía es prolífica como pocas. Josetxu vivió múltiples vidas en sus 88 años. Fue cura de pueblo en Pagoeta, Baroja y Moraza; misionero en Ecuador y Venezuela; en el arranque de los años 70 del siglo pasado acudió a Bilbao, a Arabella, y también a Txurdinaga; en Portugalete se vuelca con el movimiento eskaut. Mientras tanto, como periodista colabora en Radio Popular, en DEIA –escribía un artículo semanal que era referente para otros religiosos– y le nombraron director de la famosa revista misionera Los Ríos, cargo que asumió durante tres décadas.

Entremos en más detalles con el objetivo de perfilar el retablo de su ajetreada vida. Viajó a aquellos países de los que quería conocer su situación, caso de Ruanda, Congo, o los de la Amazonía, incluso ya afectado por el mal de Parkinson. En 1984, fue capellán de algunos obreros que vivieron el conflicto de Euskalduna, como también medió en el barrio de Txurdinaga por los problemas sociales del municipio. ¿La Amazonía, les decía? Canibe también será recordado como fundador e impulsor de la ONG Yan Lur (Tierra Madre) dedicada a la ayuda a los pueblos indígenas. Uno de aquellos proyectos fue el mantenimiento del barco Siloe, que sirve de ayuda sanitaria y educativa a las tribus indígenas de las riveras internas del río Amazonas.

¿Tuvo un aire de viejo explorador, de Indiana Jones? “La acción más pequeña vale más que la intención más grande”, dijo en el Ayuntamiento de Bilbao el día en que recibió el premio Norte Sur en Bilbao.

En 1963 partió como misionero a Ecuador y posteriormente a Venezuela (1969). A su vuelta, en 1971, se incorporó a la diócesis de Bilbao. Fue un pilar fundamental en la marcha de Misiones Diocesanas Vascas desde su posición: la dirección de la revista misionera Los Ríos durante 30 años, los 15 últimos del siglo XX y los 15 primeros del XXI. Se preocupó por incluir en ella voces de teólogos y personas de referencia de Latinoamérica y África, como las de Helder Cámara, Pedro Casaldáliga, y tantos otros, para posibilitar la reflexión y abrir la mirada.

Entre 1982 y 1991 fue profesor de la Escuela de Magisterio de la UPV, y durante la crisis de los astilleros de Euskalduna, ejerció como capellán de los huelguistas. Entre 1982 y 1999, fue párroco de la Iglesia de la Inmaculada, en Basurto. También colaboró en diferentes momentos en la delegación de Comunicación y en la revista diocesana Alkarren Barri / Comunicación. El último periodo de su vida ejerció como auxiliar en la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen, de Indautxu, donde residió durante varios años. Los últimos los vivió en la residencia sacerdotal de San Vicente, de Bilbao.

Las dificultades de movilidad que le acompañaron durante mucho tiempo no impidieron que Josetxu estuviera al pie del cañón en los numerosos proyectos que el mismo puso en marcha o en otros muchos con los que colaboró en su prolífica vida. Le acompañaba, como él mismo solía decir, “un señor bastante incómodo llamado Parkinson”.