Hizo de su pasión toda una vida, que no es poco. Ante ustedes les traigo del ayer a Pedro Zarrabeitia, un hombre que se formó como ingeniero industrial pero que aflojó las cadenas profesionales (aunque seguía trabajando en Labein...) y decidió dedicarse a la fotografía, una apuesta sobre la que volcó sus pasiones. El mundo del arte le reconoció como uno de sus habitantes ilustres. Iremos viéndolo.
Pedro Zarrabeitia nació el 1 de septiembre de 1939. Se sumergió en el campo fotográfico desde muy joven y también pronto se mostró interesado y estudioso del mundo etnográfico. El fotógrafo vasco fue conocido por su dedicación al color en el campo de la fotografía artística, con aproximación, muchas veces, a la etnografía, especializado en el tratamiento de las imágenes por medio de procedimientos químicos, plásticos y digitales. Doctorado en Ingeniería Industrial, inició sus conocimientos fotográficos en 1969 en el Vizcaya Club de Cine-Foto de Bilbao. En 1977 fundó con otros fotógrafos de Getxo la agrupación fotográfica Irudi Taldea, grupo dinamizador de la fotografía vasca en los años 80, siendo su presidente durante varios años.
Fue el primer fotógrafo en exponer en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1980 con su colección ‘Estudios de color’
Conocido por su larga, fecunda e importante trayectoria en el mundo de la fotografía artística –tenía en su haber importantes premios y fue el primer fotógrafo que expuso en el Museo de Bellas Artes de Bilbao– era autor de varios libros de fotografía, el último Los puentes de la ría de Bilbao, publicado junto con Argiñe Areitio en 2016, bajo el sello de la editorial Sua. Pedro compartía su pasión por la fotografía con la escritura, donde también su legado literario ha sido importante. Autor de las novelas El Ciego de Olabe y Los Matagatos, su última obra se tituló Lobos de nuestro escudo, y fue publicada en otoño de 2017 por la editorial Txertoa. Fue el primer fotógrafo en exponer en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1980, con su colección Estudios de color y, posteriormente, su trabajo fue exhibiéndose en las salas del País Vasco así como en las principales capitales de España. También mostró su trabajo en Montreal (Quebec) y Chicago, Denver y Reno (USA). En esa travesía se pudo comprobar su sensibilidad: recibió numerosos premios nacionales e internacionales.
En 1984 participó en el Intercambio Cultural Quebec-Euskadi organizado por el Gobierno vasco. Y en 1987 recibió el título de Artista de la Fotografía (AFIAP), otorgado por la Federación Internacional de Arte Fotográfico, y su obra Paisaje triste figura en la Colección Histórica de la Fotografía de dicha entidad en Ginebra. En 1994 fue nominado para el Premio Nacional de Fotografía por la Confederación Nacional de Fotografía. Su trabajo, volcado sobre los colores, a los que amaestró, brilló.
Fundó la agrupación fotográfica Irudi Taldea, que presidió durante años, junto a otros fotógrafos de Getxo.
Tiene obras en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, Museo Histórico Vasco, Museo de San Telmo de San Sebastián, Photomuseum de Zarautz, Museo de Lugo, Museo de Reus, Sociedad Fotográfica de Gipuzkoa, Bilbao Bizkaia Kutxa, Ayuntamiento de Bilbao, Ayuntamiento de Getxo y colecciones particulares. Como decía, su obra Paisaje triste figura en la Colección Histórica de la Fotografía en Ginebra y en la Bienal Internacional de Fotografía obtuvo la medalla Gaudí. La suya fue una mirada preciosista y artística, capaz de ver más allá de lo que sus ojos ven, siempre impaciente por mostrar su personalidad.
Sus trabajos en el campo de la etnografía vasca dieron como resultado el libro Estelas discoidales de Euskal Herria, publicado en 2011 por la editorial Pamiela, y el primer trabajo publicado sobre estos monumentos del arte popular vasco que incluye todos los territorios históricos del País Vasco, fruto de su investigación a través de más de 5.000 fotografías. Fue un estudio profundo.