La aportación de la industria naval vasca a la historia marítima de la Humanidad fue esencial, una idea que corrobora la Historia, con sus luces y sus sombras. Es una impresión extendida que los vascos aprendieron a navegar de los vikingos por la forma de nuestros primeros barcos conocidos y la época en la que empezamos a destacar, pero es evidente que ya desde tiempos de los romanos la costa vasca era centro de embarque, tanto de numerosas naves mercantes como de guerra, por lo que es más probable que sea de los romanos de los que aprendimos los vascos a navegar, tanto la navegación de cabotaje siguiendo la costa atlántica europea o la navegación de altura por el mar exterior (el océano Atlántico), llegando incluso al mare nostrum, el viejo Mediterráneo. Ni siquiera la llegada romana fue pionera, si se juzga que se han encontrado restos de piraguas monoxilas en los fangales del río Aturri-Adour (Baiona) y del Bidasoa. En esas brumas se pierde la Historia de los orígenes.

A partir del siglo XIII, los vascos fueron uno de los principales protagonistas de la expansión oceánica. Cuentan las crónicas que en Euskadi, se producían entonces algunos de los bienes más preciados en toda Europa, sobre todo acero y aceite de ballena. Y desde aquí se transportaba también a Europa la lana producida en Castilla, Aragón y Navarra. Con el paso de los años se constató que la flota vasca se hizo con el comercio entre el norte de Europa y el Mediterráneo, y esas relaciones establecidas durante siglos permitieron a los vascos enriquecerse con las influencias y aportaciones de la construcción naval de diferentes lugares del mundo conocido. Gracias a ello, a principios del siglo XVI los vascos llegaron a desarrollar la tecnología naval más moderna de la época. Los navíos vascos eran los más eficaces de la época, podían llegar a cualquier rincón del océano Atlántico. Ya durante la segunda mitad del siglo XV, más del 90% de los barcos que participaban en el comercio entre Inglaterra y la Península Ibérica eran vascos. Ese era el peso.

Barcos vascos

¿Quieren algunos ejemplos de su presencia y prestancia? El navío de diseño vasco ha sido la nave interoceánica más eficiente en toda la historia de la humanidad. Durante la Edad Moderna asistimos a una especialización de la manufactura naval. Los astilleros del Cantábrico se especializaron en la construcción de naves oceánicas capaces de cruzar el Atlántico para la imparable expansión castellana en el Nuevo Mundo. Muchos de ellos estaban destinados especialmente a engrosar las flotas de Indias. El barco vasco fue el protagonista en el descubrimiento de América, la primera circunnavegación de la Tierra y la conquista de las Filipinas. Contribuyó a la formación del imperio de España durante el siglo XVI, transportando el oro y la plata que lo financió y el primer barco de vela construido para la guerra fue sucesor directo de la nao vasca: el galeón. Los galeones de origen vasco posibilitaron la supremacía marítima de la Armada Española del siglo XVI.

La fortaleza de los vascos en mares y océanos permite un juego de palabras: la creación de castillos sobre la mar. Durante siglos el universo naviero vasco fue tremendo. La industria de construcción de barcos de madera, que contaba con una tradición de varios siglos en Bizkaia, tras una coyuntura depresiva en las tres primeras décadas del siglo XIX, disfrutó de su último auge en los decenios de 1840 y 1850, debido a la reactivación del comercio y el transporte marítimo, por un lado, y a la protección arancelaria del Estado, por otro.

Llegados al siglo XX, los primeros años son de bonanza, especialmente para Bilbao, ya que aprovechó la coyuntura ofrecida por la Primera Guerra Mundial y la neutralidad de España. La bonanza llegó al menos hasta la Guerra Civil. Poco a poco el mundo de los astilleros fue estrangulándose durante décadas hasta que en los ochenta, la globalización y la competitividad a nivel mundial mostraron las carencias del sector naval. Los convulsos años 80 llevaron grandes conflictos obreros a muchos astilleros de la cornisa cantábrica, con símbolos célebres como Euskalduna y su tristemente célebre batalla.

Astilleros Murueta

Parecía muerto ese mundo cuando uno miraba y ahí estaba, en pie. Les hablo de Astilleros Murueta. Hablamos de una histórica compañía ubicada en la ría de Gernika, a 40 kilómetros de Bilbao, que cuenta con una larga trayectoria en las aguas bilbainas. Fundada en 1943 en la ría guerniquesa, tuvo en la construcción de la nave Punta Begoña su particular bautismo de fuego. Desde entonces, ha construido más de 170 buques de gran envergadura que le han granjeado gran prestigio dentro del sector.

La empresa Astilleros Murueta, de la que es presidente Juan Manuel Arana, es la más importante del sector naval de Bizkaia y una de las mejor situadas en la primera línea de este sector en Euskadi, eje fundamental del desarrollo económico e industrial en Euskadi. Entre sus logros más importantes se cuenta la fusión que a finales de la década de los 90 llevó a cabo con cuatro de los más grandes astilleros vascos, formando un grupo importante dentro de este sector. Era el primer paso de cara a formar Construcciones Navales del Norte (CNN) en 2005, un gigante de la industria naval vasca que jugó un papel destacado en el resurgir de este tradicional negocio en Euskadi, tras varios años de decadencia. Y ahí sigue.