Este paseo ha de realizarse, dicho sea con justicia, de la mano de la saga Novia Salcedo, un apellido de mucha huella en Bilbao. No en vano hubo un tiempo que bien pudiera conocerse como La Familia (dicho sea sin connotación alguna con la famiglia vinculada a la Cosa Nostra mafiosa...), habida cuenta que su historia va unida a las fincas donde se levantaron posteriormente el Hospital Civil de Basurto, el Convento de Capuchinos, San Mamés, la vieja Feria de Muestras que mucho tiempo después se trasladaría a Barakaldo, al BEC, el viejo Ferial de Ganado o el espacio que hoy nos ocupa: el convento de Monjas Capuchinas. La calle que hoy ocupa se llama, cómo no, Novia Salcedo. Y el viejo Alejo, heredero del mayorazgo y carlista exiliado a Francia, donde determinó hacer una fundación capuchina, fue el hombre que tanto peso tuvo en aquellos días de tamañas posesiones.

Novia Salcedo, ya les dije. y los capuchinos, una orden religiosa que también tuvo peso específico mayúsculo en la villa. Los capuchinos han estado muy ligados históricamente a la ciudad. En Basurto, tuvieron un convento en La Misericordia, expropiado en 1835, y en Deusto, también expropiado. En 1889, los capuchinos varones levantaron un nuevo convento en Basurto, con fuerte incidencia en la sociedad del entorno, hasta que se derribó. Parecían imparables, imborrables en la ciudad. Ya en el siglo XX, en 1932, la rama femenina de la Orden religiosa levantó su convento en Elejabarri. Es este convento de las Madres Capuchinas el único que perdura.

¿Cómo se forjó esta historia, cómo se hizo posible? Vuelven a cruzarse en el camino los dos protagonistas de esta historia. Tres hermanas de Alejo –Carmen, Pilar y Nicasia (Las señoritas Novia Salcedo, como son citadas en documentos de época)– hicieron cesión de terrenos para el convento de monjas capuchinas en Elejabarri; terrenos que volverían a los herederos Novia Salcedo si el monasterio se clausurase. Era, por tanto, un convento intocable. Inaugurado en 1934, es el único convento capuchino que persiste en Bilbao, en la calle Novia Salcedo, de Basurto, fundación acogida a la observancia de Santa Teresa de Jesús. En su capilla, el escudo de los Novia de Salcedo y una sencilla tumba con la inscripción “aquí yacen Pedro Novia Salcedo y Castaños, padre de provincia y primer benemérito del M.N. y M.L. Señorío de Vizcaya (18 de enero 1790-1 de enero 1865) y su esposa doña Juana Ocio Segura y familia”. Entre 1936 y 1939, las capuchinas se exclaustraron, para regresar al convento acabado el conflicto armado. En 2008, el Ayuntamiento expropió un rincón de las huertas entre las antiguas vías de FEVE y la calle Jardín Txikerra, consecuencia de la implantación del vigente PGOUB, contra cuya decisión la comunidad pleiteó en vano.

Volvamos atrás, a los orígenes. Y seamos un punto más concretos que en la historia de las tres señoritas. Esta Fundación de las Religiosas Capuchinas del Monasterio de Nuestra Señora del Pilar de Bilbao fue promovida por una de ellas, Pilar Novia de Salcedo, que, tras morir el 1 de marzo de 1907, legó en su testamento terrenos para fundar un convento de religiosas capuchinas en Bilbao. Durante varios años, las mujeres de la familia Novia Salcedo fueron cediendo, mediante legado, diversos terrenos a la Orden.

Para comenzar la construcción del convento, se estimó más conveniente el terreno cedido por Dolores Santo Domingo y se trasladaron al mismo los restos del antiguo panteón de una ermita situada en los terrenos que cedió Pilar Novia de Salcedo. Al mismo tiempo, se formó una junta de personas que pudiera encargarse de llevar adelante esta obra y, finalmente, el 27 de marzo de 1927 fue colocada la primera piedra. Con mucha lentitud, debido a las dificultades económicas, se fueron adelantando las obras y, a principios de 1931, aunque no estaba del todo terminada, se pensó en traer de Toledo las religiosas para dar comienzo a la Fundación. No obstante, con la proclamación de la República se suspendió temporalmente el proyecto. Finalmente, el 24 de septiembre de 1935 llegaron a Bilbao las religiosas de Toledo destinadas para dar comienzo a esta comunidad en la villa.

¿Cómo ha sido posible llegar a estas alturas del siglo XXI? La comunidad de ocho hermanas de vida contemplativa abrió un obrador para poder hacer frente a algunos gastos de mantenimiento en el 2019. Con la pandemia, lo tuvieron que cerrar durante cuatro meses, pero volvieron a ponerlo en marcha. Incluso idearon un nuevo producto llamado coronillas de Begoña, elaborado con almendra molida, azúcar, claras de huevos, sorbitol, esencia de limón y conservante.

Las tres monjas mexicanas, tres de Kenia, una de la India y la mayor de todas, vizcaina de 93 años forman una comunidad que, hace cuatro años, decidió abrir el obrador y la tienda. Ahora, la tienda está abierta en horario continuo de 10.00 h. a 19.00 los días de labor. Los domingos y festivos abren a las 11.00 y cierran a las 17.00 horas. La oferta dulce es variada. Bizcochos caseros artesanos, “en su variedad integral”, pan de monjas, mantecadas mejicanas, tejas, pasta san Mamés elaborada con harina, mantequilla y almendra y un sinfín de dulces más.

Si no lo conocen pasen un día de estos por la calle Novia Salcedo y recréense en ese espacio que parece nacido del ayer. Ocho mujeres lo mantienen en pie. Saben que tienen ante sí el reto de sostener una tradición y un legado.