"Por ahí va, por ahí va, el señor Vicente”. En aquel Bilbao de las tradiciones Vicente de Godos era, sin más y sin menos, “el señor Vicente”, distinción que alcanzó cuando hizo célebre su Taberna Taurina de la calle Ledesma, donde la tortilla de patatas con divisa y la conversación larga se hicieron costumbre y ganaron nombre. ¡Dos con divisas, cocina!, gritaban desde la barra a diario. Y los bocadillos de bonito con anchoas, de jamón, de mil sabores más. El final de las rentas antiguas obligó a cerrar la Taberna Taurina de Ledesma en su modalidad más clásica. Hoy en día ocupa aquel local una taberna taurina reformada que no gasta los mismos usos ni costumbres de los años 70, 80 y 90. Tampoco puedes encontrarte con su fundador, quien tras 52 años de vida en el local recogió los bártulos –fotografías, carteles, cabezas de toro....– y se los llevó a su pueblo natal de Grajal de Campos, a 6 kilómetros de Sahagún, cuando llegó el buldozer que derriba las tradiciones. En el equipaje no le faltaba una cabeza de toro de cartón piedra que le regalaron los amigos al cierre del local en su modalidad de antigua usanza. Con el cierre, Bilbao perdió uno más de sus locales tradicionales, fiebre que recorre las ciudades de medio mundo.

Paisano, por tanto, de San Juan de Sahagún, copatrón de los toreros, fundador y mantenedor de peñas taurinas (más adelante les daré noticia y más cumplida reseña...), coleccionista de recuerdos taurinos y comentarista radiofónico en las corridas generales de Bilbao, tantas tardes junto al que fuera novillero, Javier Morales. Vicente falleció a comienzos de 2022, con 93 años largos ya cumplidos.

El señor Vicente tenía un porte noble: cabeza de patricio romano y una gabardina a la bilbaina como prenda fetiche. Gastaba una conversación variada; txirene en no pocas ocasiones, taurina por sus gustos y culta sin empalagueces, si me permiten decirlo así.

Sobrevuela estos días, un año después de la muerte de Vicente, una propuesta de Marino Montero, agitador social de la villa, para que de alguna manera se recuerde su figura. “Deberíamos rememorar convenientemente su figura, buscando la forma de dedicarle algún tipo de recuerdo permanente a Vicente de Godos”, puntualiza Marino, quien busca compañeros de viaje para esta campaña.

Recuerda Marino que, además de la invención de su Taberna Taurina, cabría destacar que fue socio de todos los clubes y peñas de Bizkaia, cuya federación promovió y presidió en los años sesenta; que fue miembro de la Junta Administrativa de la Plaza de Toros de Vista Alegre de Bilbao; que introdujo al pintor Luis García-Campos en el universo del cartelismo taurino, convenciéndole para la faena; que sufragó, junto a otros tres aficionados constituidos en empresa, las exitosas novilladas de la campaña Bilbao busca un torero; que en 1978 promovió, junto a Patxuko Abrisqueta, la exitosa incorporación de las recién creadas konpartsas festivas bilbainas a las corridas de toros, presidiendo, de 1983 a 1995, la Zekorketa, la becerrada, hoy desaparecida, que las comparsas celebraban sobre el 15 de agosto previo a las fiestas de Bilbao Aste Nagusia; y que en 1987 dio la alternativa a la joven Peña Taurina Tintigorri Konparsa, la única constituida como tal en el seno de ese universo.

Fue Vicente, según cuentan quienes le recuerdan, todo un ejemplo de eficaz dedicación a la promoción de su pasión, los toros, y de vida plenamente vivida. A Vicente no le faltaron amigos a lo largo de su trayectoria, a caballo entre los toros y la hostelería. Y tampoco le faltó corazón, como les dije, para aportar sus ideas e ingenios al mundo de los toros y su presencia allá donde alguien empujase.