"He navegado en cien mares y he atracado en cien riberas”, cantaba Joan Manuel Serrat, como si se hubiese codeado con los marinos que entre los siglos XIX y XX aparecían en los muelles de Olabega para la descargas de mercancías y el alivio de penas y soledades que traían de la mar.

El monte Arraiz desciende, a modo de cascada de piedra, hasta su desembocadura en la Ría, allá en Olabeaga. Hasta el despegue industrial del último cuarto del siglo XIX, Bilbao era una ciudad portuaria y mercantil, con problemas de espacio y de navegabilidad en la ría. Y Olabeaga era, por aquel entonces, un barrio duro, uno de esos lugares que se afeitan a navaja y sin espuma. O a la sumo, con la espuma de la mar. Ese es el escenario donde floreció una vieja fábrica de café que ya se la llevó la marea. En verdad ya no quedan fábricas allí, en esa balconada que mira a la Ría de Bilbao y que vio como fue forjándose una ciudad que se cincela, como si la hubiese diseñado, qué sé yo, el mismísimo Miguel Ángel.

Olabega es el único barrio de Bilbao que tiene escrita una orden en una de sus paredes: Soñar. Les hablaba de una fábrica que quita el sueño, de una factoría de café, ¿se acuerdan? En esas tierras industriales hoy se levanta Silo, un espacio que lleva consigo el sello del ayer y la vanguardia del mañana. La RAE nos recuerda que el término silo tiene tres acepciones: “lugar seco en donde se guarda el trigo u otros granos, semillas o forraje”; “lugar subterráneo, profundo y oscuro” y “depósito subterráneo de misiles”. La custodia de los cereales que matan el hambre, un aire cavernoso que guarece de las inclemencias y aporta seguridad y un espacio explosivo, donde todo puede pasar. Las tres definiciones encajan con ese rincón del que vengo a hablarles.

Silo, espacio de eventos en Olabeaga en Bilbao Maider Goikoetxea

Silo abre sus puertas en el marinero barrio bilbaino de Olabeaga a tan solo cinco minutos del corazón de la ciudad. El industrial diseño del edificio y su entorno convierten a Silo en una nueva localización excepcional para eventos en Bilbao. Sus 400 m², techos altos, amplias cristaleras, luz natural y su terraza a pie de ría, dan respuesta a las empresas y particulares que desean organizar actividades y eventos en un espacio de contrastes y con total exclusividad.

Sigamos con el vistazo. Según la propia descripción del centro, cuenta con el espacio y el equipamiento técnico necesario para celebrar desde bodas o fiestas hasta reuniones o sesiones fotográficas pasando por coffee breaks, castings, talleres o espectáculos. Entre otras cosas, Silo cuenta con baños adaptados, almacén, zona de fumadores, wifi, climatización, acceso para vehículos y una cocina totalmente adaptada y con sus propios menús. El confort a los pies de la Ría, ya ven.

Veamos cómo ocurrió todo. Raquel Lázaro, al frente de Lázaro Estudio, ha transformado un antiguo espacio industrial –la ya citada fábrica de café ya en desuso...– en un elegante y vanguardista espacio polivalente para eventos en una zona en pleno despegue. La obra potencia el carácter brutalista del local, con las paredes en hormigón visto que fueron recuperadas limpiándolas mediante proyección de chorro de arena. En ellas se dispusieron ciertos paneles de pladur blancos que hacen la función de superficies para proyecciones. El suelo es de cemento pulido.

Con una paleta cromática que se no se aleja del gris y el negro, y tonos que recuerdan al café –tostados, tabaco o cuero- recrea un ambiente de sofisticación cosmopolita.

En la radiografía del local se contemplan varios universos, dos zonas que vertebran el espacio: un área de forma redonda por debajo del nivel del suelo –precisamente el silo o almacén del café–y la gran cocina. La primera, se amuebló con un gran sofá curvo diseño de Lázaro Estudio y una lámpara única: está realizada por Mikel Isusi con elementos encontrados y recuperados del almacén. El resto de luminarias fueron realizadas a medida y en exclusiva para este local por un artesano soplador de vidrio. La gran cocina a la vista está equipada por Edenox (fregadero, lavavajillas, y estanterías), Edesa y Fagor (cocina y fry top). El resto de elementos son de hierro (mamparas, cierres, y puertas), respirando así la esencia de la industria metalúrgica existente en la ría de Bilbao y más aún en la zona donde se ubica el local.

La obra gráfica que preside la entrada al local y que se ajusta a la perfección con este espacio industrial es del artista vizcaino Gorka Gondra, quien se ocupó también del diseño del logotipo, que aparece recortado en chapa de hierro y retroiluminado en varios puntos del espacio.

Silo hace frontera con la vieja Noruega, apelativo que gastaba la zona durante décadas, antes de que se produjese la regeneración, el milagro de andar sobre las aguas. Ya en siglo XXI el bloguero Unai Aranzadi recoge el testimonio de Halvard Nilsen, noruego de pura cepa. De Tromsø. Oigámosle. “Ya vamos siendo menos los que quedamos para recordar el mundo de la navegación y la pesca del modo que vascos y nórdicos lo hemos hecho a lo largo de los últimos siglos, sea con el arpón, tripulando barcos o salando el pescado. En los años cincuenta, con quince años, me metí de marinero como deckboy, que es lo que aquí llamáis txo”. Esa, la aparición de marineros nórdcos que traían bacalao a Bilbao es otra de las explicaciones del por qué Noruega. Hoy Silo y otros espacios nos invitan a cambiar de nombre. Atrévanse.