En su autobiografía lo dejó bien claro: “Me nacieron en Bilbao y me bautizaron en Ermua”. Lo hicieron a los tres días de nacer, recién salido del hospital. Cuentan las crónicas que hablan de Cosme Cortazar que desde muy joven mostró talento para el teatro y la interpretación. “Tiene algo innato”, decían a su alrededor, como si fuera uno de esos seres tocados. Al abrigo de esa vocación y rodeado por amigos ensayaban las obras teatrales inventadas en el local de la parroquia de Ermua, iniciándose en el mundo del teatro de la mano de Luis Mari Izaguirre.

El teatro. El arte de Talía no era por aquel entonces –Cosme nació el 26 de abril de 1947– una salida que se manejase con claridad. Es por ello que trabajó en un taller de automoción, Monroe. Pero su sueño era dedicarse al teatro; tenía 22 años cuando llegó a Madrid con la intención de convertirse en actor. Tras su inicios con los grupos Triángulo y Tiaj, la casualidad le dio la oportunidad de contactar con el grupo independiente Tábano. Con ellos representó Castañuela 70, obra exitosa y desvergonzada que fue censurada y prohibida por irreverente. En vista de las dificultades y prohibiciones que tenían en el Estado, decidieron representar la obra por Europa y América Latina. En 1973 viajaron a Venezuela y el joven Cosme, fascinado por el clima y la libertad que sintió en todos los aspectos, decidió quedarse allí. A partir de entonces, prácticamente desarrollaría allí su carrera artística.

Veamos lo que ocurrió allí. Llevó una vida bohemia y feliz a su manera. Se integró en el grupo Rajatabla, con el que colaboró en trabajos de dirección, escenografía y figurinismo, además de actor. También trabajó en espectáculos teatrales en España, bajo la dirección de Ángel Facio y Juan Margallo, en obras como Ella, de Juan Genet; Don Juan, de Zorrilla, y La mujer burbuja, de Juan Margallo. Como quiera que para aquel entonces todo el teatro le cabía en la cabeza, el espectáculo La menina desnuda es el resultado de su trabajo creativo como autor, director y actor. También realizó actividades docentes como profesor del Taller Nacional de Teatro de Caracas. Su vida fluía en Latinoamérica.

Durante los 20 años que vivió en Venezuela, siempre estuvo vinculado al grupo Rajatabla, una de las agrupaciones de teatro contemporáneo más importantes de América Latina, con la que representó más de 40 obras. Trabajó como director en dos de las obras, y como escenógrafo y diseñador de vestuario en seis de ellas. De festival en festival, poniendo en escena diversos proyectos de Rajatabla, visitó Francia, España, Italia, Holanda, Brasil, Colombia, Uruguay o Cuba entre otros países.

En el escenario destacaba por su habilidad en transformarse, metiéndose completamente en el papel correspondiente. También hizo su incursión en el cine, donde destacó por su película Jericó ( 1990), con la que ganó el Premio al Mejor Actor en el Festival de Cine Latino de Nueva York y el Premio a la Crítica en el festival de Donostia. También fue nombrado mejor actor en Venezuela y nominado para este mismo premio en el Festival Internacional de La Habana. También se dio a conocer como dibujante y pintor; la crítica e ironía que reflejaba a través de sus transgresores dibujos y chistes le reportó cierto éxito, lo que hizo que algunas de sus viñetas fueran publicadas en revistas satíricas como La Codorníz, Hermano Lobo y El Jueves.

Murió joven, con 47 años, en Caracas a causa de un cáncer de colon. Su muerte causó conmoción y cientos de personas acudieron a darle el último adiós en la capilla que se instaló en el mismo teatro Rajatabla. Por decisión de sus familiares, fue enterrado en Caracas, en el cementerio del Este, porque en Venezuela fue feliz y libre.