Avenida Julián Gayarre de Bilbao: una pasión contagiosa
El empresario Luis Urízar, amante de la ópera, persiguió la llegada de Julián Gayarre a Bilbao y falleció el día de su debut. La ciudad no olvidó jamás al tenor del Roncal: le dedicó un teatro que hoy es plaza pública y una Avenida
Comencemos echando la vista atrás para comprender esta pasión. Luciano Urizar, empresario de renombre en Bizkaia, está en los orígenes. La actividad teatral de Urizar, alejada de la tradición empresarial de su familia, le hace acreedor por méritos propios de una mención especial en la historia cultural de la villa de Bilbao. Sus pasos dentro del mundo del espectáculo fueron secundados por uno de sus hijos, Luis Urízar Roales, formado en Stonyhurst College (Inglaterra), dueño del Teatro Circo de la Gran Vía y copropietario del Teatro Gayarre de la capital vizcaina construido en 1885, así como promotor y primer propietario del monumental Teatro de los Campos Elíseos de Bilbao, llamado popularmente la Bombonera de Bertendona, inaugurado en 1902 por la compañía del Teatro de la Comedia con la representación de Los Galeotes. “Hay que traerle a Bilbao cueste lo que cueste”, decía incesantemente a sus contertulios, admiradores confesos de la grandiosa voz del Roncal, Julián Gayarre. Corría el año 1881 y para entonces Gayarre ya disfrutaba de un elevado caché tras sus marcados triunfos internacionales. Urízar marchó a Barcelona aprovechando la estancia del tenor en la capital catalana, acompañado por su amigo Julio Enciso, que a su vez lo era de Gayarre.
Allí se selló el acuerdo que mantuvieron el empresario del Nuevo Teatro y el cantante. A la bilbaina. Urízar le puso sobre la mesa 20.000 duros contantes y sonantes como adelanto a las 20 funciones por las que quería contratarle a razón de 1.000 duros cada una. El navarro quedó impresionado por el gesto. No le aceptó el dinero, pero sellaron el pacto con un apretón de manos. El 5 de abril de 1882 Gayarre se vino a Bilbao. El día 9 triunfaba en Bilbao y aquella madrugada moría Urízar, su impulsor.
Su aparición fue espléndida. Y el concierto elaborado con un programa especial a beneficio de Gayarre compuesto por el primer y cuarto actos de La favorita, la sinfonía de Mignon y el tercer acto de I puritani. Aquel martes noche se vivió algo fabuloso en el teatro de la Villa. Al acabar la sesión se cubrió el escenario de flores con todos los espectadores en pie vitoreando al tenor vasco que, emocionado, recogió entre muchos ramos de flores, una corona creada expresamente para él y formada por ramas del Árbol de Gernika que alternaba hojas del Árbol viejo con las del joven, perfectamente diferenciadas. A él, que tanto admiraba al bardo Iparraguirre, se la caían las lágrimas.
Ahí se gestó la pasión por Gayarre en Bilbao, contagiada por los empeños de Urízar, el hombre que no le llegó a ver triunfar a su admirado tenor en la ciudad. Gayarre mantenía una humildad por encima de todos los elogios, por encima de los triunfos que ya le jaleaban en medio mundo. El joven herrero de Lumbier y de Punaki, el hijo de los pastores, se movía con las mangas arremangadas y disfrutaba de las sobremesas. Bilbao le sentía como uno de los suyos. Falleció el 12 de diciembre de 1889, cuatro días después de desvanecerse mientras interpretaba en el Teatro Real de Madrid la ópera Los pescadores de perlas. Desde la distancia Bilbao le lloró.
Inicialmente, el Teatro Gayarre estuvo situado en la parte trasera del Instituto Vizcaino, en el punto de encuentro del Casco Viejo con el arranque de la calle Iturribide. El edificio teatral, una construcción de estilo sobrio según el proyecto de Julio Saracíbar, fue inaugurado en noviembre de 1885 y contaba con un aforo de 700 localidades. Su denominación rendía homenaje al tenor navarro Julián Gayarre, cuya actuación en la Villa, pocos años antes, había causado una honda impresión.
El local disfrutó de un periodo de gran audiencia en los años que mediaron entre el derribo del teatro del Arenal, en ese mismo 1885, y la construcción del teatro Arriaga, finalizada en 1890. Posteriormente, el edificio teatral fue derribado y reconstruido en 1915, según proyecto de Mario Camiña, por el que se modificaba la disposición inicial de la sala y se ampliaba en un centenar el número de localidades disponibles. El nuevo edificio recibió el nombre de Salón Gayarre y desde su inauguración combinó en su programación los espectáculos de variedades y las proyecciones cinematográficas mudas, acompañadas al piano por el maestro Timoteo de Urrengoechea. En 1931 se reforma el sistema de proyección para instalar un equipo sonoro.
La sala cerró en 1981 y tras múltiples intentos el edificio del Salón Gayarre fue adquirido por el Ayuntamiento de Bilbao. Finalmente, tras diversos proyectos y usos del edificio, fue definitivamente derribado en 1997 transformando el solar en una plaza pública.
Bilbao seguía sin olvidarle. Desde el 19 de febrero de 1975, aquella calle se llamaba José Luis Meler Simón, componente de la vieja guardia del ejército franquista que murió en la Guerra Civil de 1936. El 4 de junio de 1980 la ciudad decidió eliminar aquellos honores y le dedicó ese espacio al tenor que tanto quiso. Desde entonces, la Avenida Julián Gayarre nace en la calle Circo Amateur del Club Deportivo que recuerda a un grupo de amigos que desde 1931 en sus horas libres se dedicaban a hacer sonreír a los más necesitados y desemboca en la calle Langara, allá en Txurdinaga, travesía que toma el nombre de un antiguo caserío que localizaron en estos parajes en un plano de 1927. Un caserío que recuerda a la cuna de Julián.