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Histórico olvidado

Roberto Negro, pasión por las tablas y al rescate del cine

A Roberto Negro, actor ‘amateur’ por vocación propia, Bilbao debiera agradecerle toda una vida en la lucha

Roberto Negro, pasión por las tablas y al rescate del cine

EN cierta ocasión, Roberto Negro consiguió una copia del documental que versaba sobre el famoso festival de Woodstock. Había sido prohibido por la censura pero se proyectó. Varias horas antes de su inicio, la sala estaba llena y fuera se juntó tantísima gente que hubo una avalancha que rompió la cristalera del Cine Gran Vía.” Así lo cuentan algunas crónicas de rescate del ayer, como si fuese, que lo fue, una gesta de la época. Les hablo de Roberto Negro, el hombre que rescató al Certamen Internacional de Cine Documental y Cortometraje (más tarde se llamaría Zinebi...) de las penumbras allá por 1972, cuando tomó las riendas, sin cobrar un duro.

Era un hombre que vivió su pasión más allá del oficio. Comenzó en el teatro como un actor amateur en 1965, cuando debutó como actor no profesional –en realidad nunca lo fue...– en la Plaza Nueva, representando al aire libre El condenado por desconfiado, la pieza de Tirso cuyo estreno patrocinaron conjuntamente el Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación de Bizkaia. El teatro le había inoculado ya su veneno letal.

El actor Roberto Negro introdujo en Bilbao desde su labor amateur el teatro de autores como Beckett, Durrenmatt o Pinter, toda una mirada de vanguardia. Transmitía una imagen peculiar. Desaliñado, pero elegante en sus movimientos, con un pretendido despiste que no acababa de convencer, Roberto Negro (Bilbao, 1938) se comportaba como un actor de primera, aunque se quedase en amateur, pues aquellos tiempos no eran los propicios para que la gente de bien se dedicase a la interpretación.

Llegando a la jubilación, se dedicó a la pintura minimalista y a construir móviles, con el fondo de una biblioteca casi especializada en teatro, donde destacan sobados ejemplares de los primeros números de la revista Primer acto. Esa era su pasión.

Miremos ahora aquellos días de rescate del cine. Roberto Negro Párraga tuvo un paso por el certamen muy discutido, de eso no cabe duda. Pero nadie se atrevió a cuestionar su osadía a la hora de ofrecer a la villa lo que nunca antes había visto. Roberto dirigió el hoy llamado Zinebi en la etapa más dura de su existencia, la transición democrática, cuando nadie daba un duro por esta muestra cultural. Hay ejemplos, como el ya citado de Woodstock, que lo demuestran. Les expondré algunos.

Había conseguido gran notoriedad interpretando obras de Unamuno, Valle Inclán, Ionesco, Brecht, etc. en la salita del camarote del antiguo Conservatorio de Música. En un principio nadie apostaba por él, pero supo remontar el bache. Con un presupuesto anual de 800.000 pesetas apenas se podían cubrir gastos. Frente a la imagen negurítica que proyectaba el certamen programó un ciclo con las películas de las Olimpiadas aún no superado y se fue a Munich para invitar a la mismísima Leni Riefenstahl a presentar la suya de 1936 en Bilbao. Aquel ciclo fue apoteósico, hasta el punto de que tuvo continuación al año siguiente.

Roberto abrió el festival a las Asociaciones de Vecinos locales, que entonces tenían un gran peso social en Bilbao, a los estudiantes… Las programaciones que preparaba eran de lo más osadas para tiempos franquistas y es que sabía torear muy bien a la censura. Solo así se explica que en 1974 diera a conocer los documentales que habían hecho los cineastas Heynowski y Scheumann en la República Democrática Alemana en torno al golpe de estado chileno que acabó con Salvador Allende. Hay mil ejemplos más. El 26 de enero de 2020, alejado ya de aquel mundo de las tablas a sus 91 años de edad, Roberto falleció. Se iba un gladiador contracorriente, un hombre de tralla.