No fue el suyo un camino bien asfaltado como no lo ha sido, en la mayoría de los casos, el de casi nadie que emprende la cuesta arriba de la emigración. Y sin embargo, qué raro era escucharle juramentoss, imprecaciones y malas habladurías. Más al contrario, Pepe Extremadura (José Ronseiro Pedro), cantautor, nació en Zarza la Mayor (Cáceres) en 1948, y murió en Cáceres en 2022 a los 73 años de edad, tras vivir variaas décadas como emigrante en Bilbao.

Su padre, Paulo Ronseiro, era portugués y su madre, Adelaida Pedro, era extremeña. Se trataba de una familia humilde y trabajadora, siendo Pepe el mayor de cinco hermanos. De niño esa misma familia emigró a Bilbao en busca de mejores condiciones de vida y su padre fue empleado en el Ayuntamiento de Bilbao. Ahí comenzaro los lazos con esta tierra.

Pepe Extremadura comenzó a cantar en el barrio de Otxarkoaga y jamás imaginó la repercusión social que tanto su nombre como su música iban a alcanzar sin renegar, en ningún momento, de sus orígenes.

¿Cómo se produjo ese salto a los escenarios, ese paso a la música? Él mismo lo recordaba en ocasiones. “Fue un poco por casualidad”, decía. Resulta que conocía a Luis Iturri, el que fuera director del Teatro Arriaga, y Pepe participó como actor en la compañía Akelarre con la que llevó a escena varias obras. Aficionado a la música comercial del momento –Los Beatles, Bob Dylan…– comenzó a escuchar música cuyas letras tenían un componente más social, como es el caso de Víctor Jara.

Después de aquel contacto con el teatrop que rompía el hielo con las tablas se dedicó en serio a lamúsica. Formó parte de varios grupos del barrio de Otxarkoaga –Los Apaches, Los Patriarcas–, y también compuso, entre otras melodías, el himno de su club de fútbol. He ahí un ejemplo sobre cómo se había integrado entre las costumbres del pueblo vasco. Fue uno de los grandes jugalares de la calle.

Su actividad profesional como cantautor está bañada por la creación e interpretación de numerosas canciones de calidad, como por ejemplo, las dedicadas a los poetas Gabriel y Galán, la canción El embargo, a José Luis Ugarte, el navegante solitario que dió la vuelta al mundo (vasco él, dando la réplica a tantos y tan buenos conquistadores extremeños como hubo), himnos dedicados al club de fútbol de su barrioa Extremadura, a Aldeacentenera, en Cáceres, cerca del valle del Jerte o a El Salvador o Cuba. Siempre estuvo vinculado a la cara social de la música.

¿Quieren alguna prueba? Hay numerosas. Fue nombrado huesped de honor del Salvador por organizar festivales para recaudar fondos tras el desastre del huracán Mitch,el último llenando el Teatro Arriega hasta la bndera y también por ir a cantar a aquel pequeño país, siempre de forma gratuita. No se detienen ahí los ejemplos. Hizo composiciones para Las Hurdes y fue el hilo conductor entre las dos tierras que más amó: Bilbao y Extremadura, participado en la inauguración en inumerables Centros Extremeños y Casas de Cultura en Bilbao, San Sebastián, Álava, Madrid, Zaragoza o Barcelona entre otros.

Tanta vida de entrega y defensa de sus orígenes se plasmó en una legión de reconocimientos. Así, poseía la Medalla de Extremadura y el premio Extremeño sin Frontera, Socio de Honor del Hogar extremeño de Madrid ,de Barcelona y de Bilbao.Recibió la Sardinera de Plata en Santurtzi y fue ganador por votación popular de los Premios GO ligados a Otxarkoaga que organiza él área de Cultura del Ayuntamiento de Bilbao, teniendo como candidatos a bilbainos ilustres como el jugador del Athletic Oskar Tabuenca o el ciclista Iñaki Gastón. l