Valona, recostada su bahía en el Mar Adriático, mecía al Giro en su ocaso en Albania entre esas carreteras que parecen no serlo, vestigios de caminos viejos parcheados con tiritas de asfalto nuevo. La desembocadura, atada a la línea de playa, con ese aspecto veraniego en primavera de los destinos turísticos, de las postales bellas, baluarte de la Riviera albanesa que saluda a la isla de Sazan, recibió victorioso a Mads Pedersen, impecable su esprint para colgar la maglia ciclamino en el armario del Giro y recuperar el rosa que Roglic le arrebató en la crono. Fue un préstamo.

El esloveno, que ya posó de líder, rodó para protegerse, ajeno a la pelea del liderato, que desea cerca de Roma. Albania queda muy lejos de sus dominios. No así de los del gran danés, vencedor en dos de las tres jornadas de la Grande Partenza albanesa.

El rosa su color en el Giro. En Valona firmó otro laurel después de la maniobra de aproximación de su equipo, que manejó de fábula los hilos de la jornada, para que el final fuera el esperado.

Pedersen sometió con contundencia a Strong y Aular en una llegada limpia y sin sobresaltos en el kilómetro final después del enredo de la aproximación, estrecha, al lado del paseo marítimo y de esquivar el capricho de un perro suelto, sin dueño aparente.

El amo de Albania en el peregrinación del Giro, que este lunes se hamaca en el primer día de descanso, es Mads Max, que sumó otra victoria en una grande. Amontona dos etapas del Tour, tres de la Vuelta y, de momento, acumula tres en el presente Giro.

El vendaje del alquitrán negro, el reluciente, no alcanzaba para todo el corpus de la etapa, preciosa su desembocadura, pero de aspecto discutible en el resto. Varios tramos ofrecían el aspecto descarnado de las obras en ejecución.

El kilómetro Red Bull, el que concede bonificaciones, de 6, 4 y 2 segundos a los tres primeros que lo cruzan, estaba perfectamente pavimentado porque estaba patrocinado.

El resto era más discutible. El estado de conservación de la carretera era deficitario. Rodaba la carrera en el tríptico albanés por unas vías ajadas por el tiempo de décadas pasadas de escasez y restricciones y cuidados elementales.

Prevalecía la decadencia, el brillo de lo sucio, el polvo, mientras el futuro pide paso para un nuevo horizonte. Albania transita por ese proceso, en la bisagra de lo que fue y de lo que quiere ser.

En esa fotografía sepia y analógica que acaricia los pixeles coloridos de lo digital, una cabra escapó de un rebaño al borde de la carretera y atravesó el pelotón del Giro para saltar al otro lado, donde le esperaba otra cabra y una ladera. La cabra siempre tira al monte. Es una verdad universal.

En su cruce por la caja de plastidecor de los maillots que componen el pelotón colorido, a punto estuvo de derribar a Dion Smith, que tuvo que frenar para no tener que contar algún día en una sobremesa que una cabra le tiró al suelo cuando corría el Giro.

La carrera italiana siempre acude con alguna sorpresa para que sea recordada aunque sea desde lo surrealista. Por fortuna, la aparición de la cabra quedó en el territorio de las anécdotas que sugieren una sonrisa. Desde el ridículo nunca se vuelve.

Pello Bilbao lo intenta

La fuga que abrió el cortejo pereció en las rampas de Qafa e Llogarasë, un puerto de 10,5 kilómetros al 7,5% de porcentaje y aspecto mastodóntico con una costura de asfalto gris prensado entre laderas y rocas, que activó la ambición de Pello Bilbao.

Pello Bilbao, durante la etapa. Bahrain / Sprint Cycling

El gernikarra se desentendió de la Corsa rosa en las dos primeras jornadas para acumular retraso y tener vía libre para sus planes. Ahorró energía porque quería gastarla en el momento preciso. Un inversión a largo plazo para obtener réditos.

El vizcaino se reunió con los restos de la fuga cuando a la montaña que miraba al mar, le restaba un tercio de su grandilocuencia. El puerto estaba tipificado como un segunda, pero no lo parecía por su dureza. El Giro clasifica las montañas a su manera.

Giro de Italia

Tercera etapa

1. Mads Pedersen (Lidl) 3h49:47

2. Corbin Strong (Israel) m.t.

3. Orluis Aular (Movistar) m.t.

4. Brandon Rivera (Ineos) m.t.

19. Jonathan Lastra (Cofidis) m.t.

45. Pello Bilbao (Bahrain) m.t.

83. Jonathan Castroviejo (Ineos) m.t.

86. Igor Arrieta (UAE) a 17’’

135. Xabier Mikel Azparren (Q36.5) a 15:39

153. Jon Barrenetxea (Movistar) a 16:46


General

1. Mads Pedersen (Lidl) 7h42:10

2. Primoz Roglic (Red Bull) a 9’’

3. Mathias Vacek (Lidl) a 14’’

4. Brandon McNulty (UAE) a 21’’

65. Igor Arrieta (UAE) a 4:27

76. Jonathan Lastra (Cofidis) a 7:11

78. Pello Bilbao (Bahrain) a 7:40

87. Jonathan Castroviejo (Ineos) a 10:11

117. Jon Barrenetxea (Movistar) a 20:59

139. Xabier Mikel Azparren (Q36.5) a 28:43

Era consciente de eso Pello Bilbao, experimentado en la carrera italiana, vencedor de dos etapas. Junto a Fortunato, un italiano, que per sé conoce cómo funciona la mente de sus paisanos, se encaramaró en la cima con una renta próxima al minuto.

Pello Bilbao, amante de los descensos, se lanzó como un kamikaze enamorado a través de las herraduras juguetonas que se desenroscaban entre los bosques del parque natural de Llogara.

El vizcaino disfrutaba sintiendo el viento en el rostro mientras abría la cremallera de una bajada abrigada pon un hermoso paisaje, con las nubes caracoleando sus manos en las copas de los árboles.

Pello Bilbao y Fortunato se entendieron con el lenguaje de los rebeldes. Apagar esa sublevación correspondía al pelotón de los jornaleros.

A Roglic, el líder, y sus costaleros no les importunaba lo más mínimo el descaro del gernikarra y el italiano. El Lidl de Pedersen, que lucía la maglia ciclamino, y el Red Bull de Roglic, de rosa, conversaron mientras Pello Bilbao y Fortunato solo se comunicaban con los codos de los relevos.

Su esfuerzo, conmovedor, capituló ante el empuje y la inercia que rigen los esprints. Configurado el manual, en ese ecosistema, el danés, pleno de potencia, fijó su sello Valona. Rey de Albania por partida doble. Pedersen vuelve al rosa.