El dios de la lluvia, las tormentas y las tempestades, el rey de los cielos, Neptuno en la mitología romana, heredero de Júpiter, Zeus en la versión griega, derrotó al dios pagano: Tadej Pogacar.
El superhombre esloveno que todo lo puede contra los seres humanos, tuvo que agachar la cabeza, humilde, ante la fuerza desatada de la naturaleza, indomable, que le frenó cuando buscaba su 25ª victoria del curso en los Tre Valli Varesine.
La naturaleza, desatada, es ingobernable. Le demostró que es más fuerte que él. Está bien recordarlo ahora que el hombre cree, erróneamente, que puede domesticarla y que responda a sus deseos y caprichos.
En la zona de Lombardia donde se disputaba la prueba se había activado la alerta roja por precipitaciones. La maldición del arcoíris después de la gloria del Giro dell’Emilia.
Llovía de forma torrencial en Varese. Supuraba agua el cielo, enrabietado, apedreando balas de agua en los Tre Valli Varesine. Nublada la visión, anulada por la cortina de agua que desplegó su furioso telón. Se corría a tientas. En la oscuridad.
El peligro para la integridad física de los ciclistas era notable. Finalizada la carrera femenina, celebrada en condiciones extremas, el foco se puso en la disputa de la clásica masculina. No cesaba la lluvia, inclemente.
El cielo, negro, no daba tregua. Se precipitaba con cólera la tormenta sobre los ciclistas. Ante unas condiciones meteorológicas pésimas, de lluvia extrema y 13º de temperatura, con la visibilidad sensiblemente restringida, se decidió recortar el metraje de la clásica en dos vueltas.
Una fuga, que se abría paso por la cascada de agua que era el asfalto y en la que Enric Mas se había alistado marchaba con una renta de más de dos minutos. Transcurridos 57,9 kilómetros de la clásica, la organización canceló la prueba para salvaguardar la seguridad y la integridad física de los ciclistas a petición del pelotón.
“Algunas zonas del circuito estaban inundadas y no se veían los agujeros que había en la carretera”, explicaron fuentes consultadas por este periódico, que entienden que la decisión de parar la carrera fue correcta “porque la prioridad siempre tiene que ser la seguridad”.
Estas mismas voces comprenden que el modo de transmitirlo a la organización, con la carrera en marcha, no fue la correcta. “Al menos hemos sido capaces de ponernos de acuerdo”.
"Intentamos correr, pero en la bajada de la última vuelta que hicimos yo estaba en segunda posición detrás de Covi, pero no veíamos hacia dónde íbamos. Todo el mundo quería parar"
La clásica se canceló por la presión del pelotón, con Pogacar a la cabeza. “En la salida neutralizada ya había siete pinchazos y un par de ruedas rotas. Intentamos correr, pero en la bajada de la última vuelta que hicimos yo estaba en segunda posición detrás de Covi, pero no veíamos hacia dónde íbamos. Todo el mundo quería parar”, explicó el campeón del Mundo.
“Era cuestión de saber en qué vuelta alguien se iba a estrellar. Esos son los peores accidentes, cuando pierdes el control del manillar. Conozco a muchos amigos del pelotón que han sufrido conmociones cerebrales este año. Es algo con lo que tenemos que tener más cuidado en el pelotón”, detalló el esloveno.
Voces disidentes
No todos estaban de acuerdo con esa decisión tan drástica y mostraron su completo desacuerdo por la misma, pero el peso de los jerarcas se impuso sobre cualquier disidencia, según pudo saber este periódico.
No conviene olvidar que el pelotón femenino sí corrió la carrera horas antes y finalizó la clásica a pesar de que el trazado se recortó. Las condiciones eran peores cuando las mujeres compitieron.
En el momento en el que se detuvo la prueba masculina la lluvia no eran tan fuerte. Con Pogacar como portavoz, germinó la idea de parar la carrera y se lo comunicaron a la organización, que apenada, tuvo que cancelar la prueba, una decisión muy dolorosa para la organización.
"Entendemos que los organizadores quieran una carrera, pero al final los corredores tomaron la decisión correcta. Afortunadamente, todos fueron razonables. Pude ver lo duro que era para el jefe de la organización. Había lágrimas en los ojos"
“Entendemos que los organizadores quieran una carrera, pero al final los corredores tomaron la decisión correcta. Estamos tristes de que la carrera no pueda continuar, pero es así. Afortunadamente, todos fueron razonables", dijo Pogacar tras la cancelación de la carrera.
"Pude ver lo duro que era para el jefe de la organización. Había lágrimas en los ojos. Esta carrera significa mucho para ellos, pero cuando no puedes competir, no puedes. Lo entendieron de inmediato. Estoy muy agradecido por eso”, argumentó el esloveno, que buscará su 25ª victoria del curso en Il Lombardia. Solo la tempestad derrotó a Pogacar en los Tre Valli Varesine.
KERBAOL VENCE LA CLÁSICA FEMENINA
Antes de que se diera por cancelada la carrera masculina, se disputó la prueba femenina de los Tre Valli Varesine. Se recortó el recorrido inicial por culpa de las fuertes lluvias que hostigaron Varese, pero a diferencia de la clásica masculina la cita femenina se disputó hasta el final bajo unas condiciones meteorológicas que por momentos rozaron lo dantesco.
En ese contexto se impuso la francesa Cédrine Kerbaol, una especialista cuando se trata de correr bajo la lluvia. Kerbaol demostró en la Durango-Durango su destreza y maestría con el suelo mojado y repitió en la clásica italiana. Kerbaol se fue en el último descenso para triunfar bajo el intenso aguacero. Silvia Persico fue segunda, a 13 segundos de la francesa. El podio lo cerró Lippert. Nadia Cuagliotto, del Laboral Kutxa, fue decimotercera en una carrera que solo finalizaron 35 ciclistas.