A punto de las lágrimas, embargado por la emoción, Imanol Erviti anunció a la conclusión de Il Lombardia que aquella era su última meta. El final a una era. El sol crepuscular de otoño le acarició. Se va un ciclista sin mácula. Un tipo íntegro. La clásica italiana dio por concluida la andadura del navarro en el ciclismo profesional. A los 39 años, Erviti se retira con la elegancia que siempre le ha caracterizado.

El ciclista de Iriberri deja el ciclismo después de 19 entregado a sus compañeros, lo que ha movido sus pedales en todo este tiempo. Erviti ha sido la solidaridad, la solvencia y el trabajo bien hecho. El navarro, que debutó en 2005 con la estructura de Eusebio Unzué, ha sido uno de los mejores gregarios del pelotón, un ciclista insustituible para sus numerosos líderes.

El gregario soñado

Unido a la escuadra de Movistar desde el comienzo, el navarro cierra dos décadas de ciclismo donde ha subrayado la dignidad y el sacrificio por el resto. Fuerte, poderoso, enorme rodador, Erviti era el gregario soñado por muchos. No sólo por su calidad sino también por su calidad humana.

De su paso por el ciclismo cuelgan dos triunfos de etapa en la Vuelta y uno en la Vuelta a La Rioja y millares de kilómetros en los que llevó a hombros a sus jefes de filas. Pocos gregarios más leales, fieles y mejores que el navarro, un seguro de vida para los suyos. Siempre pendiente de los demás, de mejorarles la vida en cada carrera.

Sacrificio por los líderes

Erviti dio cobijo a Alejandro Valverde, Nairo Quintana, Mikel Landa o Enric Mas en sus años de empeño en la estructura navarra. A algo más de un mes para cumplir los 40, Erviti dice adiós con la sobriedad que le ha caracterizado en su carrera, donde acumula 29 grandes disputadas: 13 Tours, 15 Vueltas y 1 Giro.

Clasicómano de espíritu, Erviti obtuvo una séptima plaza en el Tour de Flandes y un noveno puesto en la París-Roubaix. Más allá del brillo individual que jamás persiguió, Erviti era el capitán de ruta del equipo.

Un hombre con enorme ascendente en el equipo debido a su comportamiento ejemplar, Erviti sirvió de guía para los más jóvenes. Se va un ciclista y una manera de entender el ciclismo que dejará un vacío difícil de rellenar. Ciclistas como él no encuentran un fácil relevo.