En un curso al galope, Pello Bilbao (Gernika, 25 de febrero de 1990) ha brillado de punta a punta con tres victorias de etapa: una en la Itzulia (quinto en la general), otra en el Tour de los Alpes, donde fue líder hasta el último día, y una más en el Tour de Alemania, donde finalizó en la segunda plaza de la general. Además, apiló notables resultados, entre ellos la quinta plaza en el Giro y la Strade Bianche. Tras firmar su mejor campaña profesional, el vizcaino ya trabaja para mejorarla.

Ha sido el mejor ciclista vasco del curso. ¿Cuál es su balance de la temporada?

—Sin duda ha sido mi mejor año. Aún así creo que sigo progresando y no he llegado a mi máximo nivel. Para mí, poder decir que he hecho mi mejor temporada con 32 años es la mejor de las señales. Además siento que todavía puedo mejorarlo. He sido muy regular durante toda la temporada, no solo en los momentos puntuales de brillo. Ha sido un año de constancia, con resultados durante todo la campaña y siendo regular. Además pude conseguir tres victorias, entre ellas una etapa de la Vuelta al País Vasco que era el triunfo más codiciado y perseguido por mí. Era una etapa marcada en rojo. Además, batí a Alaphilippe en el esprint tras buscar la victoria de distintas formas. Lo intenté descendiendo, lo busqué a falta de cuatro kilómetros y cuando restaban dos. Finalmente me la jugué al esprint y pude ganar a todo un campeón del mundo. Para mí, es una foto para enmarcar. Son de esas victorias que a uno le marcan.

De usted destaca la consistencia a la hora de competir, que es lo más complicado de lograr.

—Sí, es lo más difícil, pero con lo que más se disfruta. Si no estoy bien no me siento competitivo y no me veo capaz de disfrutar en carrera. Si estoy a un 70 o un 80% para mí es imposible disfrutar en carrera. Me gusta aprovechar todas las competiciones y busco la oportunidad de brillar cada vez que me pongo un dorsal. Para eso tengo que estar al 100% o al menos cerca de mi mejor versión. No me gusta encarar las carreras como preparación o como entrenamiento.

El ciclismo de ahora demanda mucha ambición, salir a por todas.

—Sí. Creo que es lo que nos exige este ciclismo, salir a ganar. Ninguna competición se regala. Todas las carreras se compiten a muy alto nivel, sean de la categoría que sean. El propio ritmo de competición te exige estar bien para poder continuar mejorando. Hemos pasado del ciclismo que buscaba picos de forma puntuales a un ciclismo que exige estar bien todo el año para poder competir. En ese aspecto se parece al fútbol, donde se requiere estar muy bien durante toda la temporada. Eso exige tener que controlar muy bien las cargas de trabajo a la hora de entrenar. Obliga a meter calidad desde más temprano. Ahora no te puedes relajar tanto como antes. Ya en diciembre casi todos los equipos estamos concentrados, metiendo calidad, y en enero se realiza otra concentración para asegurarse que los corredores están haciendo bien las cosas para arrancar en febrero con un gran punto de forma. Este ciclismo te obliga a medir muy bien los esfuerzos.

¿Considera que este modo de encarar la competición exige más sacrificio que el modelo anterior?

—Depende de la mentalidad de cada uno. En mi opinión no me parece más sacrificado. Además no me gusta ese modelo de apostarlo todo a un objetivo o a una sola carta. Prefiero tener muchas opciones y como disfruto compitiendo y estando delante, me gusta más estar competitivo todo el año e intentar llegar a todos los objetivos. Pero sí es verdad que esta clase de ciclismo te obliga a estar bien toda la temporada.

¿Supone eso una fatiga mental extra?

—En mi caso no lo veo así. A mí me gusta disfrutar compitiendo, pero la clave reside en disfrutar entrenando. Yo disfruto con la rutina del día a día de mi profesión. Ese enfoque es el que ayuda a sacar el trabajo adelante con más pasión, placer y sin tener que sentir que estás haciendo un gran sacrificio constantemente. Disfruto con lo que hago. No me vuelvo loco por llegar a unos números concretos o buscar imposibles. Tienes que ser consciente de tus límites para no reventar. Mi planteamiento es el de hacer una temporada regular y consistente.

Tom Dumoulin, campeón del Giro de 2017 y un ciclista muy brillante, dejó la competición con apenas 31 años alegando la fatiga mental que le suponía ser ciclista.

—Creo que como en cualquier otro trabajo, mucho depende de cómo es la persona, pero no se puede obviar que existe la presión que te mete el equipo, la que te mete la prensa y que te obliga a estar continuamente bien. Todo eso, a veces, hace que puedas perder la motivación intrínseca que tienes por andar en bici. En ocasiones puede ocurrir que te olvides de que montas en bici porque te gusta y te focalizas en los objetivos, las series, el mantener el peso… Eso desgasta mucha. Como en la vida, poder tener el control mental de lo que haces es fundamental. Hay que saber ponerse los límites. Pero más allá del ciclismo también ves a gente que va a la oficina con una sonrisa en la boca y energía positiva y hay otra gente a la que le cuesta afrontar el día a día por distintas cuestiones o circunstancias. Pasamos media vida trabajando y si no disfrutas en el trabajo es complicado estar solamente esperando a los momentos de tiempo libre.

El año pasado apostó por entrenar para tener más chispa. Lo cierto es que ese trabajo ha dado resultados.

—Sí. Nos dimos cuenta de que era un ciclista consistente, que era capaz de mantenerme muy bien en carreras de tres semanas, pero que había perdido algo de chispa. Y eso implicaban que perdía opciones para rematar carreras. Lo importante es especializarse en algo y en el equipo vieron que era una buena idea. Dejaron que cogiera galones en ciertas carreras y ha salido bien. Este es el camino que hay que seguir, pero lógicamente no me puedo olvidar del todo de las clasificaciones generales. Es importante para el equipo y prácticamente he estado entre los diez mejores en todas las competiciones. Quiero seguir cazando etapas pero sin dejar a un lado las generales. Tengo que seguir trabajando en ganar mayor explosividad.

Fue quinto en el Giro, pero dio la impresión de que no le satisfizo del todo el resultado.

—La verdad es que no me quedé con un buen sabor de boca. No solo por mí, sino también por Mikel (Landa). Hay que valorar el podio, que es un grandísimo logro, pero lo cierto es que el podio lo teníamos prácticamente asegurado una semana antes y queríamos jugar a ganar. En eso nos quedamos un poco lejos. Siento que una parte de esa responsabilidad me corresponde a mí. A posteriori, si lo miras, acabar tercero y quinto está muy bien. Eso está claro.

Ha completado una magnífica campaña. ¿Es esa la espina?

—Sí y también la de la Clásica de Montreal, en Canadá. Era una carrera muy propicia para mis características por el recorrido. Tenía la oportunidad de batirme al esprint con gente como Pogacar o Van Aert y perdí la ocasión por no estar en el grupo que se jugó el esprint. Pero bueno, me sirvió para aprender. Hay cosas que mejorar de cara al año que viene.

Siempre tiene en la mente mejorar.

—Sí. Si no innovas y te quedas estancado, el resto mejora y te quedas en el mismo sitio. No avanzas. Creo que voy en la dirección correcta. Seguiré trabajando en la misma línea. Tengo cosas que mejorar y seguiré profundizando en ello. También sumaré el trabajo de fuerza en el gimnasio de modo más específico. Se trata de incorporar pequeños detalles para ir mejorando.

¿Cuál es su objetivo para la temporada que viene?

—La idea es empezar fuerte y estar competitivo desde el principio. Empezaré en Australia y luego correré la Strade Bianche, la Itzulia y las clásicas de las Ardenas. Trataré de estar bien para disputar desde el principio.

Después llega el Tour, una cita histórica, más si cabe saliendo desde Euskadi.

—Desde luego. Es algo histórico. No nos podemos perder la cita. Es la primera vez que el Tour sale desde Bilbao y con todo lo que el ciclismo supone en el País Vasco será una fiesta para todos. Esta tierra le ha dado mucho al ciclismo: ciclistas, equipos, afición… así que qué mejor homenaje que disfrutar de la salida del Tour. Veremos una salida preciosa con tres etapas por Euskadi que encima le darán un toque diferente al comienzo del Tour, no tan habitual. Viviremos emociones fuertes. Para los ciclistas vascos es un regalo que el Tour salga de aquí.

La primera etapa, además, pasa por su casa y por los recorridos por los que entrena.

—Es algo que probablemente no vaya a suceder nunca más en nuestra vidas. Eso me emociona. Poder vivir esa experiencia va a ser un lujo. Intentaré hacerlo lo mejor posible ese día. Siempre hay que aprovechar las ventajas de conocer el terreno.

Más allá de las etapas vascas, ¿qué opinión le merece el recorrido de del Tour?

—Particularmente me gusta porque la dificultad está distribuida desde la primera semana hasta la tercera sin dejar que la carrera se resuelva en la segunda o en la tercera semana. La primera semana hará alguna diferencia. El hecho de que haya menos kilómetros contra el crono me parece acertado por parte de la organización porque hoy en día la tecnología pesa tanto que al final la brecha entre los equipos con grandes presupuestos y el resto se nota más en las cronos. Prefiero que cuenta más la capacidad y la habilidad del ciclista y no tanto los medios que disponen.