Alrededor de Alex Aranburu se personó el Movistar, apostados los guardianes del ezkiotarra para protegerle de cualquier asalto en la etapa reina. Aranburu es el tesoro que han de cuidar sus compañeros para que el equipo siga dibujando una sonrisa en su paso por el Tour de Limousin, carrera en la que manda Aranburu.

Alcanzar el triunfo final en la prueba, que concluye este viernes, sería un regalo estupendo para el Movistar en su pulso por alejarse del peligro que le acecha, el descenso del WorldTour. En Francia todo va bien para Aranburu, tercero por detrás de Ulissi y Van Avermaet en el reducido esprint del grupo de elegidos en Malemort. Rui Costa, que se había fugado, se perdió en una rotonda. Equivocó la salida y se le esfumó la victoria.

El guipuzcoano, cada vez más asentado, liberado de un inicio de curso complicado, mantuvo la determinación y la calma necesarias para tachar una jornada peligrosa, con tendencia al frenesí y a la locura. Elevado a hombros por sus camaradas cuando lo necesitó, Aranburu dominó después el escenario cuando le tocaba hacerlo. Defendió su posición con firmeza y confianza. De este modo alcanzó la tercera plaza en meta.

Así obtuvo cuatro segundos de bonificación y afianzó el liderato de la carrera francesa a una jornada de la conclusión. El guipuzcoano maneja una renta de 8 segundos respecto a Ulissi y de 12 sobre Van Avermaet a la espera de la resolución definitiva en Limoges. Allí en caso de reinar, Aranburu sumará 125 puntos UCI. Un cofre repleto de buenas noticias para el Movistar.