bilbao - “Lo tengo. El final tiene que ser en Oiz”. La frase corresponde a uno de los colaboradores de Unai Rementeria, diputado general de Bizkaia. Ese alumbramiento fue un ¡Eureka! El punto culminante del relato de la etapa vizcaina de la Vuelta a España que confluirá hoy en Oiz, una subida infernal para mirar Bizkaia y, quién sabe si sufrir el síndrome de Stendhal, por la acumulación de belleza. La idea de una jornada que recorriera gran parte de Bizkaia y que descubriera una cima inédita para el ciclismo comenzó dos años atrás, en la trastienda de la victoria de Keukeleire en Bilbao en la última incursión de la carrera española. Aquel día, con el director del Tour de Francia, Christian Prudhomme, como testigo, revoloteó el pensamiento de trazar una etapa alejada de la postal típica del celebérrimo Guggenheim y mostrar otros tesoros de la geografía vizcaina, comenzado por el paisaje, por el vínculo indisoluble entre la mar y la montaña. El deseo también era que la etapa fuera importante de cara a la resolución de la carrera. A Oiz la general llega prensada. Simon Yates lidera la Vuelta con 33 segundos sobre Valverde y 51 respecto a Kruijswijk.
De esos pensamientos sueltos, con cierto aire abstracto, se fue tejiendo el gran relato de un día especial con las briznas de las ambición y la intención de que la Vuelta pasara por delante de la mayoría de los hogares vizcainos. El ciclismo es un deporte de afición y cuneta. La película quería contar la historia de Bizkaia, pero mandaba la cumbre, el monte Oiz, una montaña que quiere dejar huella y ser un referente del ciclismo para siempre. Nada mejor que un nacimiento. La celebración de la vida. Un bautismo. La lógica tal vez susurraba que Sollube o Urkiola, cimas que pertenecen a la entrañas del ciclismo podían ser el epílogo, pero dicen que el mundo pertenece a los valientes y Oiz era la elección. Conocido el final, al modo que hacía Agatha Christie en sus obras, que redactaba el final para desandar el camino hasta ir al inicio, diseñaron una recorrido que llevara a la Vuelta hasta una montaña desconocida para el ciclismo. Inmediatamente se descartó la subida a Oiz por la vertiente de Garai. Era larga, 14 kilómetros, pero tendida. Los ideólogos de la etapa querían algo más especial, más salvaje. Apenas cinco kilómetros. Más corto, pero más duro. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Aún más con hormigón. Munitibar sería el campo base en el que mirar hacia el cielo y dar con las antenas y los molinos de viento. Un paisaje lunar. Viaje a la Luna.
un recorrido con historia El diputado general visitó en invierno la cumbre de Oiz. Le encantó la idea que es una realidad. La subida a Oiz es corta, pero exigirá un esfuerzo brutal. “Es el tipo de puerto que le encanta a la gente. Estar cerca de los corredores, verles pasar una a uno”, describe Pello Bilbao, que examinó el coloso para DEIA poco antes del comienzo de la Vuelta. Llegar al cielo tiene sus peajes y rampas del 22%. El infierno de hormigón. Será la traca final del espectáculo pirotécnico que se lanzará desde Getxo y su muelles de cruceros. La elección de Getxo no es un capricho. Nada en el recorrido es casual. Está atado con la historia de Bizkaia, de cuando la burguesía miraba al otro margen de la ría, a la Bizkaia de la mina y el trabajo duro, que impulsó al territorio durante la revolución industrial.
Ese recorrido visual estará presente hoy a modo de memoria, el vehículo de la transformación de Bizkaia, de una etapa que rodará pegada a la ría, que tocará al moderno Bilbao, que virará hacia las minas y se descapotará por la costa, asomada a sus acantilados, al Cantábrico, el mar que mece Bizkaia. La bella postal. El balcón de Bizkaia. La corona está en Oiz. La confirmación de la etapa, sin apenas retoques el recorrido primigenio que presentaron desde Diputación, se concretó durante la segunda jornada de descanso de la pasada edición de la Vuelta a España. A Javier Guillén, director de la carrera y amante de cuestas imposibles y anónimas, le entusiasmo el trazado. El viaje hacia Oiz estaba cerrado a falta de pequeños detalles, como ponerla guapa para su estreno y extender una alfombra de hormigón al balcón de la Vuelta.