bilbao - En la cima del Aubisque Quintana hacía recuento. Atacó por todos los flancos, pero a cada latigazo respondió Froome, cada vez más amenazante su presencia aunque la tabla de tiempos continúe parpadeando las mismas manecillas. A la batería de artillería del líder le faltó perforar el búnker británico. “Los ataques fueron fuertes y serios, pero no tan efectivos como esperaba”, reconoció Quintana frente a un Froome de hormigón armado. El británico no luce tan exuberante como en el Tour, pero es tremendamente rocoso. Una sensación de fortaleza que mandó al diván a Quintana, otra vez corajudo en la montaña. “No es desesperante (no dejar en la subida a Froome a pesar de hasta cinco duros ataques), pero sí que el cuerpo siente y uno se queda pensativo”, esgrimió Nairo, que al menos no padeció la furia del británico, que firmó tablas en el Aubisque. “Hay que estar muy atento de que no te salga más adelante y eso lo gestioné bien, Chris (Froome) está muy fuerte”, resaltó el líder, que ahora también deberá poner el ojo sobre Simon Yates, excelso ayer. El británico se encaramó a la cuarta plaza y su compañero Chaves es tercero. “Son dos jóvenes que amenazan indudablemente. De aquí en adelante no les podemos dar ni un segundo”, comentó respecto al dúo del Orica, el equipo que obtuvo la mejor nota. También estuvo de matrícula de honor Robert Gesink, el vencedor. “Estoy realmente feliz porque llevo un año muy duro, me caí en la Vuelta a Suiza y no pude ir al Tour. Estuve cerca de ganar en Covadonga, pero Quintana me superó cerca del final. Yo pensaba que iba a tener otra oportunidad, y me ha salido bien”, expuso. - C. Ortuzar