BILBAO. La afición vasca -la mejor para Guillén- adora el ciclismo y, por tanto, adora las carreras. Como ha demostrado, y además de manera ejemplar, en su comportamiento respetuoso al paso de los corredores, tomando el Alto del Vivero, el punto clave de la etapa, que se subió dos veces; y, sobre todo, en la recta de meta en la Gran Vía, la arteria principal de la capital vizcaína.
Que no la única, porque el Bilbao actual, tras una profunda regeneración urbana, es ya casi una postal en sí misma y un lugar que invita a ser visitado. Así lo entienden las instituciones, que apuestan por la ciudad del Guggenheim -y del Palacio Euskalduna, de La Alhondiga, de las torres de Isozaki, del nuevo San Mamés, de la Torre Iberdrola, de la Ría ...- como cita obligada para grandes eventos.
Y la Vuelta, una de las grandes carreras por etapas, lo es. Más todavía en unos años en los que tanto participación -excelsa- como recorrido -siempre emocionante- están a la altura de las mejores.
"Es un gran reportaje publicitario", confiesa el alcalde, Juan Mari Aburto, para quien "es una gran satisfacción" que La Vuelta permita a su ciudad ofrecer "una imagen preciosa que se ve en todo el mundo".
"Es emocionante estar viendo esto repleto de gente y la ciudad como está. Es un gran recibimiento de Bilbao a La Vuelta", se congratuló el alcalde de la "gran afición al ciclismo" que siempre ha habido en su ciudad. A la que espera en años posteriores repitiendo la experiencia.
"Espero que esta no sea la última vez", dijo, sin duda recordando también la edición de 2011, cuando esta misma etapa estaba también a reventar para ver ganar a un corredor de casa, Igor Antón, que vivió "el día más importante" de su carrera deportiva.
Y eso que el de Galdakao ganó tres etapas más en una Vuelta que soñó con ganar en 2010, antes de que se lo impidiese una caída camino de Peña Cabarga. Y también una etapa en el Giro de Italia.
"Pero como aquella no hay otra victoria y más con el maillot con la que la gané -el del Euskaltel-Euskadi-. Es algo imborrable, algo que hay vivirlo, no se puede explicar", confiesa el ahora ciclista del Dimension Data.
Antón ha estado presente en la meta "en una situación nostálgica" y con "la sensación agridulce" de haberse tenido que retirar hace unos días de la carrera por problemas físicos. "La salud no me ha respetado y por eso me da más rabia. Estaba muy bien", lamentó.
Porque fue en Bilbao cuando ganó una etapa en un día grande para la Vuelta 33 años después de la última visita a la mayor de las ciudades vascas. Esta vez la espera ha sido menor, de apenas cinco años. Y Aburto, el alcalde, cree que la próxima no será tampoco larga.
Aunque también tiene 'in mente' "como posibilidad a trabajar", la llegada de una etapa del Tour. Apunta a 2020. Y que mejor que volver a recibir a La Vuelta uno o dos años antes para ir calentando motores. A La Vuelta le gustaría ... y a Bilbao también. Eso ha vuelto a quedar claro.