Bilbao - Eduardo Sepúlveda, argentino de Rawson, provincia de Chubut, estaba viviendo un sueño en el Tour de Francia, la carrera que siempre quiso correr, la prueba en la que una inoportuna lesión le impidió debutar el año pasado. Esta vez, a sus 24 años, no solo compartía pelotón con los más grandes en la cita más rutilante del calendario ciclista, sino que su rendimiento estaba siendo más que notable. La etapa de ayer la arrancó inmerso en el Top 20, por delante incluso de Thibaut Pinot, pero la acabó expulsado. ¿La razón? Completar parte del recorrido, unos 100 metros, en coche. No, no agarrado al coche, sino dentro, sentado en el asiento trasero. Y ni siquiera lo hizo en el de su equipo, el Bretagne-Seche, sino en el de un rival, el AG2R.

Los hechos acontecieron en plena ascensión a una de las cotas de la jornada, cuando el jefe de filas del equipo francés, uno de los invitados por la organización, rompió la cadena de su bicicleta. Parado en la cuneta, el coche del AG2R, con su director Vincent Lavenu al volante, paró ante él para ayudarle y le ofreció una rueda, aunque ese no era el problema. En ese momento pasó el vehículo del Bretagne, no le vio en la cuneta, siguió su marcha y no paró hasta 100 metros más adelante. Nervioso por el tiempo perdido y temeroso de perder la estela del pelotón, Sepúlveda no tuvo mejor idea que meterse en el asiento trasero del coche del AG2r. “Me ha sorprendido verle ahí”, reconoció en meta Lavenu, que arrancó y llevó al ciclista hasta la altura del vehículo de su equipo, donde le esperaba al volante su director, Emmanuel Hubert, más sorprendido todavía.

“Debió recorrer esos 100 metros andando. Ha cometido una falta y la sanción es normal”, señaló a la conclusión de la etapa el director del Bretagne, que consideró “un golpe muy duro” la pérdida de Sepúlveda. “Está hundido, no puede ni hablar”, indicaron a Efe fuentes del equipo. “Ha cometido un error de principiante como consecuencia de los nervios de la carrera y por la falta de lucidez”, añadieron.