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El italiano se adjudica su segundo sprint en la ciudad Suiza

El italiano se adjudica su segundo sprint en la ciudad suiza donde reside Alberto Contador, sonriente líder después de una etapa sin percances

El italiano se adjudica su segundo sprint en la ciudad Suiza

bilbao - Arrodillado, recuperando el resuello, Sacha Modolo, el velocista que había levantado los brazos en la meta tras derrotar a Nizzolo y Mezgec, su segundo laurel del Giro, también a toda velocidad, besaba el suelo de Lugano. La escenografía del italiano de nombre ruso evocaba a la liturgia de Juan Pablo II, el Papa polaco, que besaba el suelo de los países que visitaba al bajar las escalinatas del avión. Tierra santa. Lugano, una ciudad bellísima en la que se parla italiano, un decorado de la alta sociedad, con sus montañas verdes, su lago donde navegan dispersos, despreocupados, algunos de sus pudientes habitantes, sirvió de cura para Alberto Contador, relajado y risueño en el podio. Un balneario anclado en la ciudad donde vive. Tal vez por ello, por sentirse en casa, por notar el sol hogareño después de la salvaje etapa del Mortirolo que le dejó el rostro ojeroso por el esfuerzo y el corazón emocionado por la solidaridad de su equipo cuando pinchó en Aprica, se le destensó el rostro. Sonrió como nunca lo ha hecho en este Giro Alberto Contador. “Es un buen día”, dijo el madrileño, afortunado porque la etapa “dura, en la que se ha ido muy rápido y con el viento de cara”, no diera problemas. La normalidad como festejo.

En el vecindario que recibió con entusiasmo a Contador, venció Sacha Modolo, la guinda al tajo de Maximiliano Richeze y Roberto Ferrari, las liebres que lanzan al italiano del Lampre, el equipo que más triunfos atesora en la carrera rosa: cuatro. Para sumar el último, el Lampre tuvo que atemperar los kilómetros finales repletos de ataques una vez que Marco Bandiera (Androni), Iljo Keisse (Etixx) y Giacomo Berlato (Nippo), en estampida desde la salida, fueron esposados antes de cruzar la frontera entre Italia y Suiza, a poco más de 25 kilómetros a meta. Revoloteó entonces el pelotón en una final sin tacómetro. Se apresuraron unos cuantos, entre ellos Adam Hansen (Lotto), Gretsch (AG2R) y Atapuma (BMC). Se personó el colombiano para sabotear la escapada. Hansen se resistió, pero Gretsch, desesperado por el marcaje de Atapuma, desistió. Cedió Hansen un puñado de kilómetros después. Entonces Slagter (Cannondale) lo intentó, después el turno fue para Gilbert (BMC) y en el descenso hacia la panza de Lugano se aventuró Luca Paolini (Katusha). Nadie prosperó salvo el tren de Lampre, que abrió la vía para que Modolo besara el suelo de Lugano, la casa de Contador.“Vivo aquí, estas son mis carreteras”.