Cuenta atrás para Contador
El Giro entra en su semana definitiva con cuatro etapas de montaña, la solidez de contador y el debate en el Astana
sE escurre el Giro camino de Milán mirándose el ombligo, el ego hinchado, frotándose las manos, aguardando el estallido de la última semana, donde se espera un majestuoso espectáculo de pirotecnia. Los fuegos artificiales de la traca final se lanzarán desde el disparadero de las legendarias montañas que mecen el desenlace del Giro. Se vestirá la corsa rosa con un sombrero de tres picos para lucir en Los Dolomitas: Aprica, hoy, con el gigantesco Mortirolo (12,8 kilómetros al 10,1% de desnivel) enjuiciando la carrera; Cervinia, un puerto larguísimo (19,2 kilómetros al 5%) en una jornada de 236 kilómetros el viernes, y Sestriere (vigésima), el sábado, una ascensión anunciado por el esterrato, la carretera que es tierra, del Finestre (18,5 kilómetros al 9,2%). Un rosario de cumbres.
A ese paisaje llega Alberto Contador como líder sólido, granítico, puro mármol de Carrara. No se imaginaba así el madrileño en San Remo. Entonces, Contador observaba el tríptico del desagüe del Giro como el lugar en el que hacer suya la carrera. “No me imaginaba llegar de esta manera, ni con esta diferencia. Tampoco descartaba llegar con la maglia, pero pensaba que las etapas de la última semana iban a ser mi oportunidad para conseguirla”, explicaba Contador en la segunda jornada de descanso del Giro, que inicia su capitulación. “Estoy contento de cómo está la general. Está mejor de lo que esperaba, pero aún queda mucho Giro por delante”, matizó Contador, que rescató su primer recuerdo del Mortirolo, el coloso que ordenará la etapa de hoy. Se remonta el madrileño a 2008. “Tenía cuatro segundos de diferencia con Ricco. Me puso a prueba pero mantuve la maglia rosa”, apuntó sobre un puerto “que me gusta. Es durísimo, un puerto en el que se hacen diferencias”.
“Comienza la mejor parte”, se relamía Mikel Landa, fantástico en su Arcadia rosa. Es feliz Landa, que reconoce estar en el “mejor momento” de su biografía ciclista. Su triunfo el domingo en Madonna di Campiglio, donde Marco Pantani logró su última victoria antes de consumirse poco a poco hasta irse de la vida en un hotel de Rímini, le situó en el Nirvana. El edén del alavés en la cima dolomítica fue un desierto para Fabio Aru, cabeza de lista del Astana. Padeció el italiano, lívido en Madonna di Campiglio, un peldaño por debajo de Landa, pletórico, cuarto en la general, con el podio, que por el momento cierra Andrey Amador, a un palmo. El rendimiento de ambos en Madonna di Campiglio ha suscitado un debate en Italia sobre la idoneidad del ataque de Landa, no tanto por intentar ganar a Contador como por el hecho de que su movimiento evidenció la debilidad de Aru. Conscientes ambos del impacto que generó la etapa en el imaginario colectivo, lanzaron un mensaje inequívoco apelando a la unión. “Es bueno que Mikel haya logrado la etapa. Sobre su lealtad no tengo dudas, cuando ha estado en cabeza con Alberto siempre estaba detrás, no ha colaborado”, expuso el italiano en La Gazzetta dello Sport. El alavés, incómodo con la situación, sumó en la misma dirección: “Estamos en Italia, él es el capitán de este equipo y creo que es él quien debe ser segundo”. Eso es lo que busca Fabio Aru, toda vez que Contador se antoja inexpugnable, entre la mística de Los Dolomitas, con el Mortirolo como mascarón de proa de una travesía que se antoja salvaje. “No solo está el Mortirolo. Está Cervinia, Finestre, Sestriere...”, reflexionó el italiano, consciente de que “delante de mí no está más que el corredor más fuerte en las grandes vueltas de los últimos diez años. Contador es muy difícil de batir, hemos tratado de hacer de todo”.
Porte, abandona Quien no podrá intentarlo es Richie Porte, apuesta inequívoca del Sky para ganar el Giro, que ayer arrancó la autocaravana para abandonar la carrera, vencido por la carrera italiana que le deshabitó. “Estoy abatido”, dijo en su despedida el australiano, sometido por las desgracias que le reservó el Giro: avería, sanción y caída. En Jesolo Porte se embarcó en una odisea de penalidades que le dejaron maltrecho, sin ánimo para continuar cabalgando. “He tenido muy mala suerte durante esta semana con el pinchazo y la penalización, pero ha sido la caída del viernes la que se ha cobrado el peaje”.
Lo que para Porte es un adiós prematuro, para Beñat Intxausti, ganador en Campitello Matese y líder de la montaña, lo que resta de Giro es el caramelo con el que endulzar aún más su gran actuación. “Después de ganar la etapa y vestir la maglia azul, sí que pensé en que era un objetivo bonito y un premio. Y voy a hacer todo lo posible por conseguirlo”, confiesa Intxausti. Caen las manecillas en Los Dolomitas, guardianes del Giro. Tic-tac. Cuenta atrás.