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"No es un calentón, llevaba tiempo pensando en dejarlo porque ya no me divertía"

Egoitz Murgoitio (Abadiño, 1983) ha decidido abandonar la práctica del ciclocross de manera irrevocable justo cuando su edad y su progresión indicaban que podía alcanzar cotas más altas en un deporte que, alega para explicar su despedida, había dejado de divertirle

"No es un calentón, llevaba tiempo pensando en dejarlo porque ya no me divertía"Z. Alkorta

bilbao. "¿Por qué, Egoitz?", es la pregunta, y la respuesta, una cascada de razones que desembocan en la decisión del vizcaino de poner fin a su vida ciclista para cambiarla por otra "normal". Expone Murgoitio que ya no se divertía, que no estaba motivado, que no tenía apetito y que no pensaba en ganar, que le daba pereza ser ciclista. Se puede decir más alto.

De repente, lo deja.

Sí, pero no es un calentón. No es algo que haya decidido de repente sino que llevaba tiempo pensándolo porque sentía que ya no me divertía corriendo. Antes, siempre veía las cosas buenas de este oficio que a la vez era mi pasión y, sin embargo, de un tiempo a esta parte es al revés; veo todo lo malo, todo son pegas.

¿Qué le ha desencantado?

Es que no hay ni una cosa ni un momento concreto. Ha sido una cuestión interna, mía propia, que no tiene que ver con nadie ni con nada. Simplemente, que aún siendo los resultados buenos, no encontraba motivación. Los jueves me daba pereza hacer las maletas para viajar a correr en Holanda o Bélgica cuando antes era lo que me daba vida. Eso es que algo no funciona. No me ilusionaban las carreras. El día antes no pensaba en la manera de ganarlas, ni siquiera en ganarlas, me faltaba hambre. Eso no es algo pasajero.

Pero seguía ganando.

Es que físicamente estaba bien, el problema no era ese. En Suiza estuve a la altura de Walsleben o Mourey y gané en Eslovaquia. Incluso creo que estaba mejor que nunca. Pero esto no es solo una cuestión física.

En noviembre se cayó en una prueba de la Copa del Mundo en la que se dañó las costillas y tuvo que parar. ¿Tuvo eso algo que ver con la decisión?

No, insisto que no es una decisión de un momento, pero es cierto que en ese parón tuve tiempo para pensar en lo que me estaba pasando y llegué a la conclusión de que tenía que darle un vuelco a mi vida.

Es una decisión valiente.

Puede ser, pero no quiero que lo sea. No pretendo que todo esto se convierta en un drama ni que suene a lamento. Es una decisión personal que sentía que tenía que tomar, pero que para nada borra lo que he vivido sobre la bicicleta. Este ha sido mi oficio y mi pasión y de lo que más satisfecho estoy es de dejarlo porque lo he decidido yo.

Deja atrás una vida.

Una vida completa. No conozco otra cosa que la bicicleta y el ciclismo.

Solo tiene 30 años, ¿no piensa que aún puede llegar lejos en el ciclocross?

Ya no (ríe). Sé que en un par de años más podía haber progresado bastante, pero eso es algo que ya no va a pasar y no me paro a pensarlo. La gente me lo dice, pero prefiero hablar de lo que he hecho en lugar de lo ya no voy a hacer: aquella carrera de Igorre de 2011, el 12º puesto en Tabor o el 14º en Valkenbourg...

El ciclocross vasco y estatal se queda cojo tras su retirada.

Lo entiendo. Las dos últimas temporadas los duelos con Aitor (Hernández) y Javi (Larrinaga) han sido intensos. Había pique, lucha, y eso le gusta a la gente. En alguna carrera se me echará de menos, pero luego llegarán otros y a mí me olvidarán.

¿Ha pensado qué va a hacer ahora?

Quiero hacer una vida normal, pero no he pensado en nada extraordinario. Por ahora pienso en estar más tiempo en casa y buscar un trabajo normal. Y si hay que echar un cable en alguna escuela de ciclismo o lo que sea, la echaré.

¿No se arrepentirá, verdad?

No. No volveré a competir. Pero seguiré andando en bicicleta.