bilbao. En el alto del Chote, un pequeño grupo de ciclistas del departamento colombiano de Boyacá entrenaba todo lo plácidamente que le permitía una pendiente media del 8%. En un lugar donde el ciclismo es casi sinónimo de escalada, hay que imaginar la cara de perplejidad de los corredores cuando comprobaron que a su rueda se les pegaba un muchachito con su mochila del colegio, sus zapatos y una vieja bicicleta que pesaba como si el demonio tirase de ella hacia el infierno. Enfundados en sus maillots, los ciclistas apuraron el paso para ver si aquel chaval desistía en su insolente persecución. El ritmo se encrudeció y el grupo de ciclistas fue perdiendo efectivos. Uno a uno, los corredores iban descolgándose, pero el crío de la mochila seguía bailando sobre la bicicleta como si aquello fuera lo más normal del mundo. Lo que aquellos ciclistas no sabían era que, efectivamente, Nairo Quintana bajaba y subía los 16 kilómetros del puerto todos los días para ir al colegio. Ese día, Nairo se demostró a sí mismo que podía llegar a ser algo dentro del ciclismo y le convenció a su padre para que le comprara su primera bicicleta de competición. Así empezó la trayectoria de un ciclista que está llamado a ser el escalador del futuro.

La familia Quintana vivía de la venta de frutas y verduras en los mercados de los pueblos cercanos. La compra de aquella bicicleta supuso un gran esfuerzo, pero Nairo no tardaría en rentabilizar aquella apuesta. En 2010 ganó el Tour del Porvenir y, además de despertar pasiones en su país, se permitió retirar a su padre, que había enfermado. Atrás quedaban ya los graves problemas de salud que padeció el propio ciclista cuando solo tenía unos meses de vida. Un extraña enfermedad conocida como tentado de difunto le hizo sufrir hemorragias en boca y nariz, así como diarreas. Solo el tratamiento de un curandero hizo que se normalizase. No fue la única zancadilla que el destino le puso a Nairo en su infancia, ya que estuvo casi una semana en coma después de que un taxi le atropellase cuando iba al colegio.

Una vez enrolado en el Movistar, las comparaciones con Lucho Herrera y la larga dinastía de escaladores colombianos es inevitable. "Cuando me enganché al ciclismo profesional todo el mundo en Francia y España me hablaba de Lucho Herrera", explica Nairo antes de tomar parte en la segunda etapa de la Vuelta al País Vasco, "es un orgullo para los colombianos todo lo que hicieron estos corredores, como Botero. Uno lo busca en internet, aprende de lo que hicieron y la verdad es que fue grandioso y enorgullecedor. Ahora, nuevamente, hay buenos colombianos demostrando la buena cara de nuestro país y eso da más orgullo".

En el ciclismo moderno, donde están triunfando los grandes rodadores, contrarrelojistas que incluso se han formado en los velódromos, es difícil imaginar que un escalador puro pueda aspirar a ganar una carrera de tres semanas. Nairo, en cambio, está dispuesto a intentarlo: "Yo creo que sí se puede. Yo aspiro a ganar y lo pienso hacer con un equipo como este, donde los compañeros te apoyan y te aportan todo para que tú puedas ganar. Hay que seguir adelante paso a paso, y seguir aprendiendo, porque he aprendido mucho de todas estas carreras y de mis compañeros. Seguiré aprendiendo hasta ver dónde llego y saber cuál es mi límite para empezar a disputar una grande". Los que le conocen no dudan de que el colombiano pondrá todo de su parte para conseguirlo. Su compañero, el vizcaino Jonathan Castroviejo, destaca que "Nairo es muy listo en carrera".

ambición La participación de Nairo Quintana en la Vuelta al País Vasco se cerró a última hora, ya que fue inscrito a última hora como sustituto de Lastras. A pesar de ello, no está dispuesto a dejar escapar la oportunidad de hacer una buena actuación: "Llego en un estado de forma muy bueno. He hecho la París-Niza, una carrera muy rápida y luego hice la Volta a Catalunya, que siempre te deja un poco golpeado, pero he recuperado bien. Espero estar en el top ten o disputando la carrera".

Sin Alejandro Valverde como líder de Movistar y con Beñat Intxausti a contrapié tras el susto del lunes en San Miguel, sobre Quintana recae la obligación de representar al equipo entre los favoritos: "Desde que vine he tenido esa obligación. Me trajeron para eso. Es una pena que Intxausti haya perdido unos segundos el primer día, pero estamos cuatro compañeros muy cerca. La carrera comienza ahora y no se sabe cómo terminará con tantos puertos tan duros". En ese extenso abanico el colombiano se atreve a escoger uno. Reconoce que le gusta Arrate, donde no descarta que su equipo presente guerra. Ahí podría conseguir su segunda victoria de la temporada. Sería un paso más en su proceso de conversión en el escalador perfecto, en un ciclista que no esté hecho bajo el molde de antiguos ídolos. "Yo sigo con mi personalidad, hago siempre las cosas por mí mismo, hago lo que pienso que es correcto", explica sacudiéndose la sombra de los Lucho Herrera y compañía, "admiro a muchas personas, pero quiero ser yo mismo: el primer Nairo Quintana".