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La Vuelta de todos los vascos

La ronda vasca, rescatada por aclamación popular, se decide en Arrate, el regreso a Ibardin y la crono

La Vuelta de todos los vascos

Bilbao. Cuando a Pedro Sánchez Sologaistua, director general del Sabadell Guipuzcoano, el banco que ha rescatado la Vuelta al País Vasco, le preguntan el motivo de tan decidida apuesta y responde que al impacto mediático se suma la cualidad vertebradora de la carrera en Euskal Herria, lo que realmente quiere decir es que no hay mejor pegamento socio-cultural que el ciclismo en un pueblo, el vasco, tan apegado a las tradiciones deportivas. No lo dice, pero con ello marca una línea divisoria con otros deportes como el fútbol o el baloncesto, donde la desdicha propia es la dicha del vecino y viceversa porque en su ideario pasional el odio convive con la devoción. En el ciclismo no hay colores de la misma manera que en la Vuelta al País Vasco no hay fronteras. Es de todos los vascos. Y para todos: la próxima edición que arranca el 2 de abril corre por los cuatro territorios de Hegoalde y regresa a Iparralde, olvidada los últimos años.

En realidad, se trata de un doble regreso, pues la misma etapa que vuelve a pisar Iparralde, la cuarta, recupera la llegada a Ibardin, que no aparecía en la hoja de ruta de la ronda vasca desde 1994, una de las ediciones que gobernó con puño de hierro Tony Rominger. Ese año en Ibardin ganó Davide Cassani, que desde que se retiró es comentarista de la RAI, pero el puerto navarro, un paso hacia Iparralde, recuerda más a Gorospe, a Udo Bolts bajo la lluvia o a Fede Etxabe con la cinta amarrando su rizada melena rebelde.

El regreso a Ibardin es el capricho de Jaime Ugarte, que tras 32 años ininterrumpidos ejerce por última vez como presidente de la organización. Casi no le dan opción a despedirse. Durante un par de semanas temió por la desaparición de una carrera que, recuperada por aclamación popular y el espaldarazo del Sabadell Guipuzcoano, desveló ayer su recorrido. Ya solo falta el click de los tacos de los ciclistas en la salida de Güeñes.

Allí arranca, muy cerca del caserío de los Amezaga que acogieron a Samuel Sánchez cuando no era más que un adolescente que perseguía un sueño ciclista. Quince años después, el asturiano de Euskaltel-Euskadi sigue siendo un soñador. No ha dejado nunca de imaginarse que gana la Vuelta al País Vasco, la carrera en la que ha sido líder varias jornadas, ha ganado seis etapas, ha pisado el cajón del podio en tres ocasiones, pero que le niega la txapela que más vale, la última. Esta vez saldrá a buscarla desde su casa de Güeñes, una etapa agotadora en la que se suben La Escrita, Ubal, El Suceso, La Escrita de nuevo, Beci y San Kosme antes de encarar el muro de Goikouria, 400 metros estrechos sobre asfalto con rampas de hasta el 20% y, sobre todo, ubicado en los últimos tres kilómetros de la etapa.

Solo Zaldiaran, a 9 de meta, podría evitar un desenlace al sprint en Gasteiz.

La Vuelta al País Vasco se empieza a aclarar al tercer día con la tradicional subida al santuario de Arrate, territorio Samuel, pues el líder de Euskaltel ha ganado allí en las dos últimas ediciones. A Arrate le sigue la etapa de los regresos a Ibardin e Iparralde. El puerto navarro se sube en dos ocasiones, ambas tras coronar Aritxulegi y Agiña.

Los últimos cinco puertos de los 29 sembrados en el recorrido de la ronda vasca (cuatro de 1ª, diez de 2ª y quince de 3ª) se superan en la quinta jornada que finaliza en Oñati y es la antesala de la crono que se disputa en la localidad guipuzcoana sobre 18,9 kilómetros y decide, como ha ocurrido en los últimos años, la carrera que estuvo al borde de la extinción y que salvaron un banco y la movilización popular.

Una de las iniciativas en las que se plasmó esa rebelión contra el destino fatal de la Vuelta al País Vasco fue Kontuz 1 euro. La campaña que llamaba a los aficionados vascos a aportar su granito de arena para salvar la prueba acabó recaudando, en apenas unos días, 11.116, 32 euros. Como no es necesario porque el Sabadell cubre el presupuesto en su totalidad, ese dinero que llegó del pueblo regresa al pueblo. Irá a parar al ciclismo base, más necesitado aún que la Vuelta al País Vasco, y que soporta su sufrimiento en silencio porque no posee un altavoz musculado como el de la ronda vasca para reclamar un rescate ineludible. Si no llega, con Vuelta al País Vasco o sin ella, el ciclismo vasco sucumbirá. Entonces, no será de nadie.