compiègne. Compiègne, la tranquila y coqueta ciudad de reminiscencia imperial, amaneció ruidosa. Sus calles, estrechas y adoquinadas, como salidas de un episodio napoleónico, albergaban un mercadillo en cada recodo peatonal. Ya con el sol en lo más alto de un cielo azul, el bullicio de esta joya de Picardie se traslada a la plaza del general De Gaulle, donde la megafonía vocifera la presentación de los equipos que hoy tomarán parte en la 108ª edición de la París-Roubaix. Las bicicletas, las monturas de los ciclistas que ocupan el lugar que antaño recorrían las caballerías, contrastaban con un paraje solariego. Al lado, testigo de todo, se levanta el Castillo de Compiègne, el último palacio real francés que Napoleón mandó reconstruir para celebrar sus fastos.
En ese escenario, el pueblo busca a su emperador, Tom Boonen, que talló sobre los adoquines su palmarés en Roubaix (2005, 2008 y 2009), va camino de la leyenda. Hoy puede igualar el récord de victorias de Roger de Vlaeminck (1972, 74, 75 y 77), así como las tres victorias consecutivas de Octave Lapize (1909, 10 y 11) y Francesco Moser (1978, 79 y 80). "No me preocupan los récords. Quizá los valore cuando me retire", advierte.
Pero El Infierno del Norte es más que un ganador. De hecho, la gran mayoría de participantes hoy no aspira al triunfo. Ni siquiera a un puesto de honor. Sólo acabar ya roza la épica. "Aquí no puedes venir a buscar un resultado. Es más que posible que vuelvas a casa con un buen golpe. Para esta carrera tienes que tener unas cualidades físicas, pero, sobre todo, una buena cabeza. Aquí se viene a sufrir", reflexiona Marc Madiot, vencedor en 1985 y 1991. Madiot, mánager de la Française des Jeux, cree que Boonen es el "prototipo perfecto" para volar sobre el pavés francés. Al flamenco lo acuna Patrick Lefevre, mánager del Quick Step, quien al frente de Mapei y Domo-Farm Frites copó cuatro veces el podio en Roubaix: en 1996 (Museeuw, Bortolami, Tafi), en 1998 (Ballerini, Tafi, Peeters), en 1999 (Tafi, Peeters, Steels) y en 2001 (Knaven, Museeuw y Vainsteins, ya con el Domo, que fortaleció con figuras del Mapei).
Su experiencia le concede una gran fe en Boonen, derrotado en Flandes: "Roubaix es diferente. Aquí no hay muros, es importante la fuerza, la potencia; las mejores cualidades de Tom. Él está hecho para esta carrera", coincide con Madiot.
Cancellara, "a por el doblete" Fabian Cancellara, líder del potente Saxo Bank (Breschel, Cooke, O"Grady) también alaba a su gran rival "¿No le ves cómo monta en bicicleta? Sólo su posición ya indica su aptitud. Consume muy poca energía para ir muy rápido. Es flamenco, y ha corrido por estas carreteras desde muy joven. Se come el pavés". Y lo dice él, que es fuerza bruta y que confiesa, "intentaré que Boonen no sume la cuarta victoria".
El helvético advierte que acusa "cansancio, sobre todo psicológico. Llevaba desde el invierno preparándome para Flandes, para estar a tope el 4 de abril de 2010. Y eso desgasta". Sin embargo, ansía "el doblete" de Flandes y Roubaix en un mismo año, algo que sólo lograron nueve ciclistas: Henri Suter (1923, el único no belga), Romain Gijssels (1932), Gaston Rebry (1934), Raymond Impanis (1954), Alfred de Bruyne (1957), Rik Van Looy (1962), Roger de Vlaeminck (1977), Peter Van Petegem (2003) y Tom Boonen (2005).
"Pienso en ganar la cuarta, en igualar el récord de De Vlaeminck, pero sólo porque todo el mundo me lo recuerda. Si lo consigo, estaré feliz, pero más lo seré si consigo la quinta o la sexta. No me motiva el récord. Sería algo que le daría más importancia dentro de diez años, cuando ya esté retirado", reconoció el belga.
Un pavés diferente a Flandes El pavés camino de Roubaix tampoco es como el de Flandes. El adoquín francés es más grande, más irregular y, lo que es peor, está más espaciado entre piedra y piedra, lo que significa más agujeros, más baches, más dolor. No es uniforme, lo que genera un traqueteo sobre la bicicleta que martillea el cuerpo. Lo machaca. Arnoud Coyot (Caisse d"Epargne) destaca que "todos acabaremos con ampollas en las manos, con los dedos rígidos, sin fuerza, y con un dolor que empieza en los brazos y sube hasta las cervicales. Pero se sufre menos delante que a cinco minutos de los mejores".
Entre los 238 ciclistas repartidos en 25 equipos, destacaban en Compiègne tres debutantes: los jóvenes Romain Sicard (Euskaltel) y Theo Bos (Rabobank) y el veterano David Millar (Garmin).