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bEÑAT Intxausti (Muxika, 1986), cuentan, aunque no hace falta, no se extiende en su discurso, no profundiza, no se desnuda ante un micrófono y expone sus anhelos como si fueran cartas marcadas en una partida de mus. Así que se expresa con prudencia, con la lengua posada sobre la maneta de freno, cauteloso. Sólo en la intimidad se desprende del escudo, despoja de la coraza y exhala un susurro interno hermanado con la certeza. Tras la exhibición en Las Calizas, por ejemplo, hizo pública su satisfacción, "estoy contento", no más, pero esperó a cobijarse para decir que se había visto realmente bien, que iba fácil. "Y si Beñat lo dice es que es verdad. Es difícil saber lo que pasa por su mente. Quizás ahora esté pensando en le podio de la Vuelta al País Vasco, pero nunca lo diría. Es así", descubre Xabier Artetxe, uno de los cuatro directores que han guiado la carrera del zornotzarra y que charlan sobre su figura. Son los alfareros de Intxausti.
Miguel Bilbao (S.C. Amorebieta)
"Era buen chaval, como ahora"
Flirteó con el fútbol, era un delantero delicado, fino, y el ciclismo hasta que echó raíces definitivamente en la Sociedad Ciclista Amorebieta. "Vino como alevín de segundo, influenciado por su tío Jon Elorriaga, que había corrido con nosotros. luego se fue a jugar al fútbol y regresó como infantil de segundo", traza Miguel Bilbao, director de juveniles de la Sociedad Ciclista Amorebieta, que recuerda a un chico "muy formal, igual que ahora, calladito a veces, pero cuando se suelta... no tanto, je, je. Pero sí, era de los que nunca daban problemas, de esa gente con la que es sencillo llevarse bien". "Destacaría lo buen chaval que era, como ahora. Deportivamente era luchador, muy tenaz, tozudo y cabezota. Cuando algo se le metía en la sesera... No paraba hasta conseguirlo. Y era bueno. Siempre estaba en forma. Recuerdo que Artetxe lo quiso fichar cuando era juvenil de primero, pensando que era de segundo", rescata Bilbao.
Xabier Artetxe (seguros bilbao)
"Parecía que volaba"
Situó Xabier Artetxe en la carretera a Seguros Bilbao en 2005, pero llevaba desde 2002 fijándose en un chaval de la Sociedad Ciclistas Amorebierta, un cadete, un tirillas, un delgaducho de estilo delicioso: era Intxausti. "Sabía de él desde cadetes, pero donde realmente me di cuenta de su potencial, que ese chico tenía algo especial, fue en la carrera de ciclo-cross de Muxika previa al Mundial. Beñat era muy poca cosa, apenas tenía físico, pero se movía sobre el barro mejor que ciclistas mucho más musculosos que él. Parecía que volaba, que no tocaba el suelo. Era un diamante en bruto", rescata Artetxe. "Hasta aficionados, para Beñat el ciclismo fue un divertimento, como el del niño que sale al patio y juega a la pelota. Por eso, porque no estaban trabajadas, tenía carencias lógicas en algunos de los valores que aparecían en las pruebas de esfuerzo. Pero también tenía un dato impresionante. Desde la primera prueba que le hicimos vimos que su capacidad de recuperación, de aclaración del ácido láctico, era asombrosa", relata el director del Seguros Bilbao, quien describe a un ciclista aún por pulir físicamente pero de una madurez mental nada acorde con su edad. "Tenía claras las ideas y era ambicioso. Mostró una capacidad increíble para gestionar la presión. No le pesó la responsabilidad. Era un portento físico en construcción, pero con una cabeza prodigiosa". Alberto Morrás, compañero entonces de Intxausti, suele recordar que "Era un verdadero líder". "Transmitía un positivismo que no he visto en otro corredor", remata Artetxe.
Josean Fernández, Matxin (footon)
"El talento le desbordaba"
En 2006 ganó Gorla, una etapa en la Vuelta a Bidasoa, donde fue segundo, la etapa reina de la Vuelta a Salamanca? Y le llovieron las ofertas. "Pero era demasiado joven", recuerda Josean Fernández Matxin. "No podía dar el salto sin más, sin tomar las precauciones necesarias. Le propusimos un planteamiento de trayectoria deportiva que el chaval acabó aceptando". Era un planteamiento escalonado, que comenzaba en el Nicolás Mateos, el filial del Saunier Duval y desembocaba cuatro años después en la eclosión de Intxausti como ciclista. "La evolución fue la prevista. Beñat se habituó a la categoría y fue creciendo. El talento le desbordaba. Tenía el don. Pero eso es algo que no te asegura nada. Lo he visto en otros ciclistas. Vienen, vienen pero? No llegan. Si alguna duda tuve de Intxausti en ciertos momentos fue por su carácter. Creo que, hasta ahora, le ha faltado convicción. Comparado con los grandes ciclistas vascos del pasado tiene muchas más clase que ellos, y no le falta inteligencia, pero no tenía su hambre por la victoria, esa actitud de levantarse por la mañana y decir: "Hoy gano yo", dice el basauritarra, que cierra su discurso con un lamento: "Tengo una pena con Beñat: que ahora no esté con nosotros".
Igor Galdeano (euskaltel-euskadi)
"Un descubrimiento"
"Ha sido un descubrimiento", sostiene Igor González de Galdeano, manager de Euskaltel. "Sabíamos que tenía talento, por eso nos interesamos en ficharlo, pero ahora he conocido al verdadero Beñat, un ciclista joven, con las carencias lógicas a nivel de experiencia y, sin embargo, muy cerebral, con un autocontrol importante. Confía mucho en él. Eso es vital", concede el gasteiztarra, quien resalta también la capacidad para dominar el nerviosismo inherente a los jóvenes, "porque es nervioso pero no lo transmite, así que en los momentos de máxima presión se muestra relajado. Soporta muy bien las situaciones complicadas". "Aún está por hacer, tiene que ir paso a paso, pero en la Vuelta al País Vasco y durante esta temporada ya ha demostrado mucho. ¿Qué? Algo tan sencillo y complicado como saber explotar las condiciones innatas que tiene para este deporte. Hubo, hay y habrá corredores con cualidades para la bicicleta que no llegan porque no saben sacarles partido", profundiza Galdeano, convencido de que en el zornotzarra cohabitan los elementos para "ser un gran ciclista". "Pero de momento, necesita calma, ir paso a paso". Hoy en la crono de Orio parte a dos del podio final.