Bilbao

Seguros Bilbao es el equipo atípico de un patrocinador atípico. "Sí, sí", dice Ángel Ibáñez, director de marketing de la aseguradora, "pero si pones eso matízalo, que puede entenderse mal". Atípico, por matizar, es que una empresa, con la que está cayendo en esto de las bicicletas, reúna en un congreso a la élite de sus comerciales con intención de afilar sus dientes, afinar su olfato y estimular su ambición para convertirlos en depredadores puros del mercado, y en lugar de parafrasear a Philip Kotler, o al malogrado José María Cabrera, o a Danny Sullivan, o a algún otro tiburón del marketing alzado en un púlpito, orando, el jefe, Ibáñez, vamos, plante allí a un ciclista, a Samuel Sánchez, concretamente. Atípico es que la compañía, sí, eso, con la que está cayendo en el mundillo de las bicicletas, eluda esa realidad -que no deja de existir- cavernosa y exponga al campeón olímpico ante los ojos de los ávidos vendedores para que éste se desnude -su alma, se entiende- y afloren todos esos valores que glorificaron al ciclismo desde la prehistoria -sacrificio, disciplina, compañerismo...- y que han quedado deslavazados, atropellados, en la era moderna. Atípico es que el convencimiento de esos valores no se resquebraje en seis años. Atípico, que no pestañee, o le tiemble la mano, o la esconda, a la hora de aflojar el bolsillo, de extender el cheque, que no merma; no engorda para abordar un proyecto más ambicioso, pero no merma, que ya es mucho con la que está cayendo. Atípico, su desdén resultadista, el desprecio del éxito contabilizado en ramos de flores y besos de cera en el podio, y un sorbito de champán. Atípica, su sonrisa de satisfacción plena cuando está a punto de arrancar la sexta temporada del equipo en el campo aficionado y sigue viendo reflejada su propia identidad en ese maillot rojo y gris que va camino de convertirse en un clásico del ciclismo vasco.

"Así", apunta Xabier Artetxe, director e ideólogo del conjunto vizcaino, "con esa tranquilidad y confianza que transmite el patrocinador, uno se siente en la obligación de trabajar al 200%. El triunfo no es una exigencia, pero salimos siempre a ganar". Pero desde el punto de partida ineludible de la formación como objetivo. Por eso no hay, apenas lo ha habido en los cinco años anteriores, ciclistas que superen los 23 años. "La forma de trabajar, la filosofía, nuestro convencimiento en que pulir a jóvenes ciclistas para que puedan llegar a ser grandes profesionales es nuestro verdadero cometido... Nada de eso ha cambiado en todos estos años", dice el director larrabetzuarra, uno de los principales responsables de que en cinco temporadas, doce de sus ciclistas hayan logrado dar el salto al profesionalismo, siete de ellos a la élite, al Pro Tour. Los dos últimos en hacerlo son Alberto Morrás (correrá este año en el Madeinox portugués) y Ion Izagirre, que debuta en el Orbea continental.

El próximo -no pierdan de vista a Ion Pardo- está entre alguno de los quince talentos brutos, sin pulir, que componen la plantilla de 2010, en la que hay más vizcainos que nunca, pero en la que también el número de ciclista de fuera de Euskal Herria se ha multiplicado. Son la mitad. "Nos hemos visto obligados a ello porque en el ciclismo vasco el número de ciclistas ha ido disminuyendo. Pero traer gente de fuera no es malo, sino todo lo contrario. Enriquece conocer otras formas de pensar, otros puntos de vista", reflexiona Artetxe, quien este año se fija como techo el sexto triunfo consecutivo en el Lehendakari Txapelketa, mejorar su rendimiento en el calendario estatal y mantener su presencia casi ininterrumpida en las convocatorias de la selección. El próximo en hacerlo será Ramón Domene, una perla delicada del Seguros Bilbao que correrá la Challenge de Mallorca.