Bilbao. "¿Celebración? La justa", se descuelga Javier Ruiz de Larrinaga el día después de lograr su segundo título estatal, y su voz, serena, firme, desprovista de la carga de las noches que se enredan como las madreselvas, no le traiciona. "Al título le doy la importancia que tiene, pero quedan cosas por hacer", precisa tan apremiado, que pide un receso de 20 minutos para dar continuidad a la charla. Le ocupa en ese momento la partida de mus de cada tarde. Liturgia ineludible. Vuelve al acabar.
Entonces, ¿nada de celebraciones?
Es que no puedo hacerlo porque queda aún un mes de temporada y cosas importantes por disputar. El estatal es la carrera más relevante del año, pero lo que deseo ahora es seguir en esta línea, mantener el nivel y tratar de, por fin, hacer un buen Mundial.
¿Es su gran espina?
Está claro que es una carrera en la que toda la gente buena va al cien por cien y a día de hoy yo no estoy entre los mejores del mundo. Es una prueba muy diferente a las que corremos aquí. En el estatal, por ejemplo, uno es consciente de que tiene sus opciones y que vas a estar disputando. Por eso, la mentalidad con la que lo preparas es totalmente distinta.
¿Es sólo cuestión de mentalización, de motivación? Usted, por ejemplo, no parece el mismo corredor cuando disputa una prueba en el extranjero. Da la impresión de que se amilana.
Este año en carreras internacionales he estado mejor y creo que mi rendimiento no depende tanto de que corra en el extranjero o en casa. Tiene más que ver con el barro.
Su gran debilidad.
Sí. Por eso no suelo rendir en Igorre y por eso este año Murgoitio me metió dos minutos en el Campeonato de Euskadi. Hice segundo, que entra dentro de lo previsible y puede parecer incluso un buen resultado, pero no a dos minutos de Egoitz. Eso prueba mis carencias en circuitos embarrados.
¿Tiene solución?
Llevo cuatro años en el ciclo-cross y creo que la progresión es buena. Pero a día de hoy está claro que a nivel internacional, por ejemplo, no soy nadie; no he demostrado nada. Yo fui ciclista profesional y entonces tampoco a nivel internacional era de los mejores. Estar arriba es complicado y eso no se puede conseguir de la noche a la mañana. Para evolucionar hay que ser exigente con uno mismo, pero también es necesaria la calma.
¿Usted tiene margen de mejora?
Con ilusión y ganas siempre hay margen de mejora. Es cierto que tengo 30 años, pero la edad no influye en el ciclo-cross en la misma medida que en carretera.
La mejora, en todo caso, más que física, sería técnica, táctica...
Para eso sería importante estar corriendo carreras con los mejores durante todo el año. Es la única manera de mejorar.
¿Por qué no lo hace?
Porque no hay dinero. Es lo de siempre, pero no me gusta hablar de la pena que me da que el ciclo-cross sea el hermano pobre del ciclismo, porque cuando desembarqué en esto ya sabía lo que había y prefiero volcar mi energía en seguir trabajando para que esto vaya hacia arriba.
¿Logran algo? ¿Va hacia arriba?
Lo que creo es que estos últimos años se está viendo algo diferente a lo que había antes.
¿En qué sentido?
A veces escucho a la gente hablar y criticar al comparar el nivel de nuestro ciclo-cross con el de Bélgica u Holanda y pienso que sería más práctico fijarse en que hay más competitividad y el nivel va mejorando.
Volviendo a Laredo, al estatal del domingo, ¿lo disfrutó como el del año pasado en Valladolid?
La sensación fue distinta, menos intensa. Creo que fue porque era consciente de que podía ganar.
Nada más concluir habló usted de que en esta ocasión nadie podría hablar de casualidad.
Eso es. Nadie puede poner un pero a mi victoria. Gané a Hermida, lo que demuestra que no es imbatible. Ahora me gustaría saber a qué porcentaje de forma se encuentra, aunque está claro que no es al cien por cien.
¿Que no ganase Hermida, un biker de enorme nivel, les prestigia a ustedes, a los ciclocrossistas puros?
En cierto modo, sí. Pero además de eso, personalmente siempre reconforta batir a un corredor como él.
Ha ganado usted los dos últimos estatales y las dos últimas Copas de España. ¿Estamos al inicio de la era Larrinaga
No sé si estamos en la era Larrinaga o no, porque he ganado cosas, pero también ha habido muchas carreras en las que he mostrado grandes carencias. Más que con ese concepto, me quedo con mi progresión.
Seco pudo haber disputado su último estatal en Laredo, ¿ve al alcance su récord de seis victorias en el estatal?
Sería triste que lo dejase, aunque nadie puede evitar que las cosas tengan su principio y su final. Será muy difícil que alguien repita lo que ha logrado David. A nosotros nos queda agradecerle todo lo que ha hecho por el ciclo-cross.
¿Su enfrentamiento, deportivo claro, con Murgoitio puede marcar una época?
Él es joven y va a más. La rivalidad es buena para el espectáculo.
Ustedes son ciclistas antagónicos: explosivo, Egoitz; más diésel, usted.
Cada uno aprovecha sus condiciones y corre de la manera que pueda sacar mayor partido. Así ha sido durante la temporada y así fue el domingo. Sólo quiero que mi forma de correr no siente mal a nadie.
¿Qué quiere decir?
Que cada uno sabe cómo tiene que correr y cuáles son sus armas. A veces no se reconoce el esfuerzo que eso supone.